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Guía de divorcio para niños

Por Lorrie Moore

Originalmente publicado en Autoayuda y ahora parte de los Cuentos completos (Seix Barral), compartimos uno de los relatos de la autora de ¿Quién se hará cargo del hospital de ranas?

Por Lorrie Moore. Traducción de Alejandro Pareja Rodríguez.

 

Pon más sal en las palomitas porque tu madre dirá que la necesita, pues, en la parte en la que Inger Berman está a punto de morirse y hay trucos de cámara para alargarle el torso, nunca puede evitar emocionarse.

Piensa: Jo, ya está otra vez con los Kleenex.

Te dirá «Gracias, cariño» cuando llegues despacio, poco a poco, rodeando la esquina en bata y zapatillas, al cuarto de estar con el viejo bol (antes ensaladera) de la abuela lleno a rebosar. Las he hecho yo misma, recuérdale, y deja caer accidentalmente unas cuantas palomitas en el suelo. Manoplas las empujará de un lado a otro con las zarpas.

Mmmmm, qué gusto da reponer las sales, comentará, mientras mastica, con una sonrisa pastosa. Dile que la enfermera del colegio explicó una vez, después de que pasaran una película sobre la pubertad, que la sal es mala para el corazón.

Bah, dirá ella. Lo hace latir, nada más. Pum, pum, pum. ¡Ay, mira!, hablará con la boca llena de palomitas. Cary Grant la va a sacar de allí. ¿Has desenchufado la palomitera?

Haz como que no la oyes. Mira a Inger Berman con aspecto alargado; pregúntate qué significa.

Más vale que lo compruebes, te dirá.

Gime. Haz un ruidito como una ch con la lengua en el paladar. Corre todo lo que puedas porque el próximo anuncio va a ser el último. Desenchufa la palomitera. Tráete a Manoplas, que maúlla junto a la nevera. Te dejará pelos en el albornoz. Descárgalo sobre el regazo de tu madre.

Eh, niño, dirá arrullando al gato, y le rascará las orejas. Acurrúcate junto a tu madre, que extenderá la mano, te rascará también una oreja y te besará la mejilla. Entonces se inclinará de pronto hacia delante y extenderá la mano hacia el cuenco de la mesa de centro, con cuidado para no alterar al gato.Siempre creo que se dará cuenta antes, dirá tu madre entre bocado y bocado, con una mano que no para de ir y venir de la otra mano a la boca. Qué cerrados y frustrantes pueden ser los hombres. Te guiñará un ojo.

Mira la pantalla con desconfianza. Todos los malos dejarán que Cary Grant se lleve a Inger Berman en el coche negro. Habrá mucha música anticuada. Ponte de pie y extiende el albornoz hacia los lados. Saca la lengua y finge danzar como una retrasada mental en un baile. Pon los ojos en blanco. Baila el vals por el cuarto de estar con movimientos exagerados, de un lado a otro, date con los muebles. Tu madre hará como que no te presta atención. Dirá por fin con voz inexpresiva: Qué bonito, vaya, la verdad es que me haces flotar.

Cuando termina la música, te preguntará qué quieres ver. Te pasará la Guía de televisión. Mírala. Di: La película de «Terror de madrugada». Te mirará levantando una ceja, pero di «por favor, por favor» con voz suave y junta las manos como si rezaras. Te devolverá una sonrisa y suspirará, vale.

Cambia de canal y vuelve al sofá. Métete debajo de la manta afgana azul con tu madre. Dile que lo que más te gusta son los dibujos animados del principio, cuando sale la momia del ataúd y ruge: ¡¡¡TERROR!!! Súbete a un brazo del sofá y haz una imitación, con las manos como garras, los codos rígidos, la cabeza caída a un lado. Tu madre te dirá que te vuelvas a sentar. Vuelve a refugiarte bajo la manta a su lado.

Cuando te pregunte cuál te gusta más, la momia o el hombre lobo, dile que el hombre lobo mete miedo porque sale de noche y hace cosas que nadie sospecha porque de día trabaja en un banco y no tiene pelo.

¿Y la momia?, te preguntará mientras acaricia a Manoplas.

Encógete de hombros. Muérdete los labios. Di: La momia no es más que la momia.

Quítate con la punta de la lengua un trozo de palomita masticada que se te ha quedado en una muela. Intenta tragártela, pero atragántate y ponte a jadear y a hacer unos ruidos horribles, como si fueras a vomitar. El gato huirá, asustado.

Dios mío, ten cuidado, dirá tu madre dándote unas palmadas en la espalda. Toma, bebe agua.

Intenta gruñir cerveza, cerveza, como un vaquero moribundo que viste una vez en un anuncio, pero de todas formas bebe el agua. Cuando ya no estés atragantada, cuando tengas la cara menos roja y puedas respirar de nuevo, pide una Coca-Cola. Tu madre dirá: 

Creo que no, el doctor Atwood dijo que tenías los dientes fatal.

Dile que el doctor Atwood es un médico de poca monta.

¿Qué quieres decir con eso?, exclamará ella.

Mira al frente.

Responde: No lo sé.

La momia derribará postes de teléfono, los levantará y los arrojará como si fueran troncos de juguete de un juego de construcciones.

Vaya, tan vestidita y sin plan, dirá tu madre.

Acurrúcate junto a ella y suelta un largo «qué ingenioso» de admiración, en voz baja.

La policía busca a un monstruo en el cementerio. No sabrán si es la momia o el hombre lobo, pero por allí habrá andado alguien dejando montoncitos humeantes de huesos y carne que asustan y hacen lloriquear hasta a los perros policía.

Di algo así como qué asco y cierra los ojos.

¿Estás segura de que quieres ver esto?

Insiste en que no te da miedo.

Hay un concierto de rock en el Canal 7, ¿sabes?

Piénsalo. Decide probar el Canal 7, sólo por tu madre. Saldrá un tipo con el pelo grasiento que se parece al tío Jack y dirá algo aburrido.

Tu madre estará de acuerdo en que se parece al tío Jack. Un poco.

Un grupo con sombra de ojos negra se pondrá a tocar la guitarra. Ponte de pie y da botes como viste hacer una vez a Julie Steinman.

Dios, ¿por qué siempre tocarán las guitarras a la altura de la ingle?, preguntará tu madre.

No respondas, limítate a imitarlos; échate el pelo hacia atrás y tócate de una manera rara la ingle, por encima del pantalón del pijama. Tu madre te dará un cachete y te dirá que eres una grosera.

Hazte la ofendida. Finge una depresión. Coge una revista y haz como si leyeras.

El gato volverá a reunirse con vosotras. Mira las fotos de comida.

Tu madre intentará animarte. Dirá: ¡Mira! ¡Pat Benatar! Vamos a bailar.

Dile que Pat Benatar te parece estúpida y cutre. Pásate cinco minutos enteros sin decir nada.

Cuando sale B-52, dile que ésos sí que te parece que están bien.

Saca una sonrisa tímida. Entonces os levantaréis las dos y bailaréis como locas alrededor de la mesa de centro, hasta que empecéis a sudar, mientras coreáis los u-a-us, saltáis como si estuvieseis encima de un saltador, os movéis como robots del espacio. Menea las manos como tu madre alrededor de la cabeza. Durante un anuncio, pide un refresco de naranja.

Agua o leche, dirá ella, casi sin aliento, y volverá a sentarse.

Di mierda, y cuando te pregunte qué has dicho, suspira: Nada.

Después sale Rod Stewart cantando en un tejado, en alguna parte. Tu madre dirá: Es bastante mono.

Dile que Julie Steinman lo vio una vez en una tienda y que parecía muy viejo.

Hmmmm, dirá tu madre.

Estudia cuidadosamente a Rod Stewart. Pregúntate si serías capaz de mover las piernas de esa manera. Piensa en hacer una imitación para que la vea Julie Steinman.

Cuando se acaben las palomitas, bosteza. Di: Me voy ya a la cama.

Tu madre parecerá desilusionada, pero dirá: Muy bien, cielo. Apagará el televisor. Por cierto, te preguntará, titubeante como siempre: ¿Qué tal te ha ido en estos tres días?

No menciones lo de la mujer ni lo de la cerveza. Dile que te ha ido bien, que tiene una diana de dardos plateada y nueva, que salisteis a cenar y que un tipo llamado Hudson contó una anécdota bastante divertida sobre uno que se meó en la cesta de la comida. Pídele un Seven-up.

 

 

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