El postmoderno Prometeo
Vuelve al terror sobrenatural
Jueves 04 de febrero de 2016
A cuarenta años de Carrie, la máquina de narrar sigue en forma: Revival (Plaza y Janés) no estará entre las mejores novelas de Stephen King, pero tiene un tono y ciertos destellos que hacen que, una vez que se la empiece, sea imposible de soltar.
Por Patricio Zunini.
Foto: Shane Leonard.
Tras una breve incursión en el género policial con Mr. Mercedes —novela que promete secuela y hasta serie de televisión con guion de David E. Kelley—, Stephen King vuelve al terror sobrenatural con Revival (Plaza & Janés), una novela que, si bien no alcanza el clímax que uno pretende, tal vez por cómo se lo extrañaba, cumple bastante. Revival reactualiza los demonios del siglo XIX; el propio King señala en la nota preliminar que le dedica la novela a Mary Shelley, Bram Stoker, Lovecraft, Arthur Machen: «las personas que construyeron mi casa». Si en muchas de sus historias los protagonistas son escritores, en esta, donde el protagonista es un músico, la literatura aparece como motor y homenaje.
En general, los personajes de King son personas sencillas —lo que no significa que sean simples—, gente que de no ser por esa tragedia que les rompe la vida podría ser modelo del american way of life. La trama acompaña la vida de Jamie Morton, el hijo menor de una familia de un pueblito de rednecks en Nueva Inglaterra. Son los años 60, el padre vende aceite industrial, la madre prepara el desayuno que comen todos juntos, el domingo van a la iglesia. La novela comienza con Jamie jugando a los soldaditos —aliados vs. nazis— cuando llega el nuevo pastor metodista. Es de los mejores comienzos de Stephen King: la sombra del pastor Charles Jacobs se cierne sobre Jamie en una imagen ambigua de protección y amenaza. Esa sombra permanecerá sobre él durante cincuenta años; Jacobs será su «quinto en discordia», un término que Jamie toma del cine para señalar a la persona que cada vez que aparece tuerce el destino del protagonista.
En una entrevista para el Bangor Daily News, King (atrás de él hay un poster de “1408”) explicó que su intención era relacionar el pasaje entre la vida y la muerte —el tema de la novela El gran dios Pan, de Arthur Machen, que lo obsesiona desde chico— con los farsantes de las ferias —que ya había trabajado en Joyland. El punto de unión es Charles Jacobs: cuando su mujer y su hijo mueren en un accidente de autos, reniega de Dios, abandona la iglesia y, mientras se dedica a hacer oscuros experimentos con la “electricidad secreta”, gana dinero con ilusiones y estafas. Jamie escribe en primera persona. En realidad, nos damos cuenta muy rápidamente de que lo de Jamie es una confesión. Si Jacobs es Frankenstein (aunque donde aquel experimentaba con los muertos este lo hace con los vivos), Jamie es una suerte de testigo activo como Henry Clerval o el Capitán Walton.
Cuando King pinta es insuperable. Como en 22/11/63, las atmósferas son lo mejor del libro. Y la banda de sonido es gloriosa: “Good lovin’”, “Who’ll stop the rain”, “Brown-eye girl”, “Wild thing”, “Smokin’ in the boys’ room”. Alguien por favor algún día tiene que escribir sobre la música en Stephen King. En el debe quedan personajes secundarios prefabricados que no aportan nada. En la misma entrevista, King dice que una de las cosas que lo motivó a escribir Revival era descubrir si todavía podía asustar a quienes amaron Cementerio de animales y El resplandor.
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