El poema del yugo, de Marguerite Yourcenar
Martes 24 de abril de 2018
Tomado de Las caridades de Alcipo y otros poemas, traducciones de Silvia Baron publicadas en Visor.
La traductora de estos poemas, Silvia Barón, narra en el prólogo a la edición de Visor que ahora puede conseguirse en la librería de estos poemas de Marguerite Yourcenar que se encontró de casualidad con sus sonetos en París, en dos números de una revista agotada.
El júbilo del hallazgo hizo que los tradujera, y la mismísima autora aprobó su trabajo, entregándole entonces Las caridades de Alcipo, que también tradujo. Aquí, uno de sus poemas más poderosos. "Marguerite Yourcenar es poeta en toda su obra. Poeta de la pasión", cierra Barón en ese prólogo.
El poema del yugo
Las mujeres de mi país llevan sobre los hombros un yugo;
Su corazón pesado y lento oscila entre esos dos polos;
A cada paso, dos grandes baldes de leche chocan uno con otro contra sus rodillas;
El alma materna de las vacas, la espuma del pasto masticado, brotan en ollas nauseosas dulces.
Soy igual que la sirvienta de la granja;
A lo largo del dolor me avanzo de un paso firme;
El balde del lado izquierdo está lleno de sangre;
Puedes beber y saciarte de ese pujante jugo.
El balde del lado derecho está lleno de hielo;
Puedes inclinarte y contemplar tu rostro laso.
Así voy entre mi destino y mi suerte,
Entre mi sangre caliente y líquida y mi amor límpido muerto.
Y cuando esté segura que ni espejo ni bebida
Pueden ya distraer o sosegar tu corazón salvaje,
No quebraré el espejo resignado,
No volcaré el balde donde sangró toda mi vida.
Iré llevando mi balde de sangre en la noche negra
Allí donde están las olas con mi balde de hielo;
El breve gemido de la orilla será menos dulce que mi llanto;
Un rostro pálido grande se asomará a la duna
Y ese espejo, que ya no quieres, reflejará la faz calma de la luna.