El género poético según Manuel Alemian
Miércoles 31 de julio de 2024
Alejandro Rubio presenta los últimos poemas de Manuel Alemián, editados por Nebliplateada, de los cuales elegimos cinco para compartir.
Por Alejandro Rubio. Poemas de Manuel Alemián.
Si se esquiva la pregunta por el sentido (¿para qué la poesía?) para encarar la más práctica (¿cómo se escribe y se lee poesía?), tal vez, después de décadas de escritura y reflexión, alguien, uno, un cualquiera, pueda responder la primera interrogación.
Para eso hay que partir de la base y sin saltarse un paso ascender hacia la respuesta buscada. La base de la poesía es el silencio que niega los otros géneros, los otros usos de la palabra. Se continúa con la lectura fanática y la imitación. Luego podemos permitirnos un poco de originalidad. Y cada vez nos permitimos más cosas, cada vez nos sentimos más fuertes.
Pero los poemas brevísimos compuestos con versos de arte menor, el vocabulario que omite adjetivos y adverbios de modo, las palabras cortas y simples cuya constelación gramatical dentro del poema son la gracia de éste, las onomatopeyas, las frases nominales, están muy cerca de la base, a no ser por la escasa en páginas tercera parte, que lleva como subtítulo “la vida del yo”. Pero ni siquiera la mayor extensión de los versos y poemas nos dan una impresión de avance o ascenso.
Ido mantiene hasta el límite de la comicidad un tono emotivo neutro. Se trata de una especie de sencillismo sofisticado, el que deviene de la prédica y obra de Leónidas Lamborghini. No hay drama que conmueva y la risa se atasca en la garganta. Siendo así, el desconocedor se hará la pregunta fusiladora: ¿esto es poesía? Se diría que, por algunos de sus rasgos formales, esto es poesía; por su evasión del lirismo, no. Lo cierto es que estos textos se alejan equidistantemente de casi todo con lo que obtienen su prestigios los géneros no poéticos (novela, crónica, autobiografía, ensayo, etc.) para inventar constructos que semejan un monstruo al que no podemos mirar de frente sino sólo mediante unas superficies reflectantes. No es la muerte, es la vida trivial, no es la locura, es la cura, no es el miedo o el dolor, sino la apatía.
Se podría decir que el antilirismo es un rasgo generacional, pero para separarse de un modo tan radical de casi todo lo que relacionamos con el género poético y aun así generar la pregunta en vez de causar el fastidio al que nos somete la mala poesía, hay que tener una seguridad artística a priori; hay que haber tomado desde siempre la decisión de no escribir nunca “te amo”. Contando con las mínimas preferencias formales enumeradas más arriba, el terreno es estrecho y está prohibido casi todo. Es esa valentía la que hace de Alemian un poeta único y de sus lectores personas pensativas, víctimas de un fogonazo artístico que los dejó ciegos a medida que avanzaban hacia la conformidad con el texto y el mundo.
S/T
Mientras conversan
cuestiones varias,
aplastan la rúcula
con las manos.
Y con la rúcula
aplastan también
un gusano.
Sociedad
Si no quisiéramos
ninguna cosa más,
lo bien que andaríamos.
Un caso
Una persona patea puertas
hasta volverse loca.
Luego,
decide volverse cuerda
y lo logra.
Entristece.
y muere.
La linterna oscura
En todo lo que hablan
tienen razón.
Pero la cosa
está mal.
En el remanso
Porque acá necesita poco:
un poco de agua, de queso y de pan.
Un poco de agua para chapotear
y un inclemente sol que lo obligue
a actuar con humildad.