Dudas críticas
Una mezcolanza deliberada
Jueves 14 de setiembre de 2017
"En los años ochenta, tomé cursos con David Viñas. Y así conté con una inmejorable ocasión de apreciar las diferencias que él marcaba (a veces desde un reconocimiento pese a todo amable, a veces con francas asperezas) respecto de Humberto Constantini, respecto de Pino Solanas, respecto de Luis Gregorich, respecto de Tomás Eloy Martínez"
Por Martín Kohan.
Me pregunto, porque no sé, a qué se debe la homologación, por lo demás tan recurrente, entre el progresismo y la izquierda: que se hable de una cosa o de la otra como si se tratara exactamente de lo mismo, que se los dé por intercambiables o que se los superponga sin más, como si coincidiesen punto por punto y por completo. A veces esa confusión la promueve el progresismo, llamándose a sí mismo izquierda, o pretendiendo por caso que a su izquierda no hay más nada; pero más a menudo, según creo, se la activa por derecha, son los liberales de derecha, los conservadores o directamente los fascistas los que meten todo en la misma bolsa, la bolsa enervada de sus ataques, desconozco si por mala fe (como queriendo atemperar la potencia de la izquierda reduciéndola al progresismo) o si por un sincero error de perspectiva (como si, al situarse tan a la derecha, los matices o las disidencias, las divergencias o los conflictos, entre el progresismo y la izquierda, no alcanzaran a divisarse y acabaran pasándoseles fatalmente por alto).
Yo tuve suerte y, en los años ochenta, tomé cursos con David Viñas. Y así conté con una inmejorable ocasión de apreciar las diferencias que él marcaba (a veces desde un reconocimiento pese a todo amable, a veces con francas asperezas) respecto de Humberto Constantini, respecto de Pino Solanas, respecto de Luis Gregorich, respecto de Tomás Eloy Martínez. Tuve suerte y, en esos mismos años, tomé cursos con Beatriz Sarlo, con Oscar Terán, con Carlos Altamirano. Y así conté con una inmejorable ocasión de apreciar las diferencias que marcaban entre ellos y ellos mismos, entre su presente y su pasado, entre los que eran y los que habían sido.
En la escisión que así se establecía entre progresismo e izquierda, se objetaban, por ejemplo, tibiezas o insuficiencias, ciertos límites o moderaciones; o bien, en dirección contraria, la forma cruenta en que ciertas vehemencias arrasaban con valores irrenunciables (la vida, la democracia, la resolución sin violencia de conflictos). En cualquier caso, la distinción quedaba nítida, no había confusión posible.
Me pregunto, porque no sé, si el enredo conceptual (conceptual, ideológico, político) se produce cuando hay en Argentina gobiernos conservadores (el de Menem, el de Macri). Me pregunto, aunque lo sé, es decir, me lo pregunto en forma retórica, si la mezcolanza citada afectará, en la literatura, las maneras de leer, las maneras de hacer crítica.