Dos poemas de Julián López
Tomados de Meteoro
Miércoles 04 de noviembre de 2020
El nuevo libro del autor de Una muchacha muy bella se llama Meteoro (Random House) y es de poesía: compartimos tres de sus piezas.
Por Julián López. Foto de Katya Adaui.
Julián López (Buenos Aires, 1965), publicó el libro de poemas Bienamado (2004) y las novelas Una muchacha muy bella (Eterna Cadencia Editora, 2013) y La ilusión de los mamíferos (Random House, 2018). Desde 2006 codirige el ciclo de lecturas Carne Argentina.
Meteoro es su nuevo libro (Random House), del que tomamos los poemas que siguen:
Qué era, entonces, la belleza
un hilo que me ataba la mirada
a lo que habías visto
a lo que habías querido.
Qué era, entonces,un hilo
que anudaba la fidelidad
el plan para atarnos con certeza
no volarnos en el viento del espacio
porque la especie es frágil
porque las tribus están amenazadas
el fuego arrecia.
La belleza era estar una a otro
todos anudados, el hilo de entrenos
en cada sitio, un lazo tremendo
de una en otra, qué era, todos, la belleza.
Ahora estoy acá, lejano del origen
el borde en las plantas de los pies
(todo raspa en este lugar, qué hermosura)
parado en esta sombra que es la experiencia
después de tanta lealtad, un poco cansado
animado, un poco,
al planeta
aterrado porque al fin soy de la Tierra.
Qué será, entonces, para mí,
la belleza.
En esta casa no hay nada
no hay alces olisqueando el rastro
ni los fusiles humeantes de la cristiandad.
En este cuarto no hay nada
ni la cama horizontal de los ancestros
ni la puerta al bosque áureo
al que estamos obligados.
En esta casa no hay pájaros
enjaulados ni una mesa
donde estudiar la materia
el machacar de los maestros
que creen que en la casa de los niños
hay gigantes que velan por el sueño
y compran cartucheras.
Pero hay en las paredes de esta casa
dos ventanas como herencia para toda suerte
y que el viento sople sus tifones
al oscuro pensamiento del que cree.
Que el alce vuelva a olisquear su rastro
que el fusil humee a su propio dios
que el tac, de la pezuña en el mármol del umbral
despierte a todos los panteones:
¡fuera de esta casa!
Bienvenidos.