Dos poemas de Alicia Genovese
Diarios del Delta
Viernes 05 de enero de 2018
Tomados de su último libro, publicado por Editorial Deacá, compartimos algunos versos de la poeta nacida en Buenos Aires, también autora de libros como El cielo posible, El mundo encima, Aguas y La contingencia.
Nacida en Buenos Aires, Alicia Genovese vivió varios años en Estados Unidos. Es autora de libros como El cielo posible, El mundo encima, Aguas y La contingencia. Actualmente es titular del Taller de Poesía I en la Universidad Nacional de las Artes.
Sus frecuentes traslados y temporadas den el Delta del Tigre han dado origen a la presencia de ese paisaje en muchos de sus textos.
Diarios del Delta es su último libro publicado, por Editorial Deacá, y de allí tomamos los poemas que siguen.
La lisura
Amanece con crecida, el agua cubre
la mitad de los pilotes de la casa;
cuento sólo dos escalones de aquí al río
como si la galería hubiese sido ganada
por la línea de los muelles;
el silencio temprano tioene
brazos inquietantes de recibimiento
Impasible,
mi vecino Luis
extendió su reposera
y toma sol
(hace veinte años
que vive en la isla);
relaja el cuerpo
del otro lado del arroyo
sin percepción del drama en esta
desdibujada margen
Preparo los primeros mates
con un ojo puesto
en las mecidas del caudal,
el comienzo de la espera
sin indicios
de bajante, sin noticias
de las lajas en el sendero
Lo que era jardines
y ligustros demarcando territorio
se ha hundido
bajo la nueva lisura del río
Mi vecino se pone
protector solar
y en su mudez de movimientos
pausados
enlazo notas
retomo la lectura;
acompañada, me voy
recostando también
bajo el mismo sol
acariciante
En esta pequeña escala
el exilio se prueba
como es, ambivalente:
encierro, orden sublunar
de las aguas y los límites
y marea, soplo transformador
que trae
un paisaje del Paraíso,
el mundo como tentación
Está bajando, me despabila
el grito de Luis
mientras me señala
una ramita suelta
empujada en el imperceptible
descenso de las aguas
Le hago señas de victoria
y él pliega la reposera,
lo quieto desaparece
el tiempo se rearma
En la tapa presionada del termo
por fin descubro los intermitentes
misteriosos sonidos,
no eran como supuse
animales agazapados,
amenazadores ofidios.
*
Compré un cerezo y laureles
para fundar el jardín;
todo se cae como los planes
económicos, los acuerdos,
los macroproyectos de país
mientras estas plantas germinan
y la primavera se acerca
como un éxtasis;
en un susurro de maderas
quebracho, curupay, anchico
comienza a alzarse la casa,
pronto habrá
un azar de gajos
como una fortuna rodeándola
Desde el aserradero
llegan mañana
los primeros encargos,
la marea sigue alta
y el flete podrá entrar
por el arroyo los postes,
vigas y soleras
para la base
En un cargamento la forma
final es sólo vislumbrada
euforia de planes
abstracta búsqueda de posición
donde sentar pilares y hacer foco
punto cero para maniobrar
la explosión, el desatino
y recuperar virtud
en lo escaso y acotado
La abundancia
en lo que habrá de ser
rincón fragante
allegado al follaje,
donde la mirada circundada
sin reparos se extreme
hacia el oro menos explorado
hacia el más tupido negro;
la riqueza desde aquí
cambia de nombre,
se hace contacto y percepción
La lancha del flete
recorrerá al venir,
sin saber,
como un sembrado este eco
un río que mi espera
solivianta