Diario alemán: día 3
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Jueves 07 de octubre de 2010
Un editor en la feria de Frankfurt.
Por P.
40. Empieza la actividad. Se acabaron las inauguraciones, los conciertos. Ahora se viene el baile en serio. Voy a saber de qué trata esta feria tan enorme.
41. El hotel más ruidoso del mundo funciona como un despertador perfecto. Leo un poco más antes de irme. Más de Copi que me sigue copando. Termino "La vida es un tango": si bien la segunda y tercera parte me gustan un poco menos que la primera, me parece una gran pero gran novela. La recomiendo enfáticamente.
42. Voy en subte a la Frankfurter Buchmesse. Sigo entendiendo por qué no hay autos. Hay una red de subterráneos impresionante. Te los tomás en cualquier lado de la ciudad. Te llevan a cualquier otro con una o dos combinaciones. Para qué un auto.
43. No hay molinetes en los subtes. Uno compra una tarjeta para toda una semana. Hay que mostrarla sólo si el "chancho" te la pide. En unas 20 veces que me subí, me la pidieron una sola vez. Tienen la misma confianza que con las bicicletas, que muchos dejan sin candado.
44. No todo es color de rosa en cuanto a confianza se trata. A un escritor, contratapista de Perfil, le robaron la plata de su valija en el hotel, que luego de una intensa presión por parte de él y algunos más, volvió a aparecer, misteriosamente.
45. Entro a la feria. Para llegar al stand argentino se tarda unos 15 minutos, me tomo 3 o 4 escaleras eléctricas y unos cuantos "caminadores" eléctricos. No se como se llaman. En realidad para llegar a muchos lugares se tardan 15 minutos porque el lugar es enorme. No soy bueno calculando, pero supongo que unas 7 veces la feria del libro de Buenos Aires. O 10. No lo sé.
46. En el stand de Tusquets, Beatriz de Moura --la dueña--, prepara una picada con guantes de cirujano y abre unos vinos para convidar a sus visitas. Al rato la veo en cuatro patas limpiando todo. Me cae 10 puntos en 2 minutos y medio.
47. Hay muchos escritores argentinos. Invitados, la mayoría, por Cancillería. Todos participan de 2 o 3 charlas en estos días. Y tienen alguna que otra actividad, entrevistas, etc. Tienen tiempo libre. Lo veo, por ejemplo, a Gandolfo hojeando Ficciones barrocas de Gamerro.
48. Reuniones. Reuniones. Reuniones. Más reuniones. Es una feria distinta a la de Buenos Aires: no se venden libros. Se venden y compran, básicamente, derechos. Los editores se reúnen, todo el tiempo, de a medias horas generalmente. Y circulan, casi corriendo, de una reunión a otra. Por todos lados, todo el tiempo.
49. Hay un pabellón --más o menos de la mitad del pabellón principal de la feria de BA-- en donde hay miles de mesas. Y editores de los 2 lados. Todo el tiempo. De todo el mundo. Si llegás tarde a una reunión, perdiste.
50. El pabellón más grande, por supuesto, es el de Alemania. Tiene 3 pisos. En el del medio, el más importante literariamente, entrás y hay 3 carteles que corresponden cada uno a un stand de editoriales importantes. En uno está el nuevo libro Murakami, en otro una novelista que no me acuerdo el nombre (best seller, creo), y en el otro..... Lisboa, de Leopoldo Brizuela. Impresionante.
51. Hay miles de puestos para comer por todos lados. Una rareza: Te entregan los cubiertos y te piden 50 centavos de euro como garantía de que se los devuelvas. Me fijo que se lo hagan a otros que no sean argentinos. A todos se lo hacen --y a todas, por supuesto.
52. Hablando de plata, gastar en euros es complejo: todo parece muy barato. Creo que desde la época de ....(me estoy tocando el izquierdo), nos quedó una sensación de no convertir, por lo menos en la primera pensada. Después sí uno convierte, y ya no es tan barato. Pero tampoco tan caro.
53. A las 6 termina la actividad. Una marea de gente sale eyectada a la ciudad, al subte principalmente. La calle te recibe con un cross de realidad. Uno siente que estuvo en una burbuja un tiempo larguísimo.
54. Como cada tanto, en el silencio de las calles, escucho una ambulancia. La sirena suena desubicadamente fuerte. Me dicen que es porque han calculado la insonorización de los autos modernos: tuvieron que subir el volumen.
55. Las piernas tiemblan. Baño un rato de chequear mails cena más gente editores autores. La mitad se va a dormir, la otra --en la que me encuentro-- se va al Frankfurter Hof, un pituco hotel al que muchos van a tomarse un trago, y en donde, dicen, se cierran los mejores y más grandes negocios.
56. Pero esto pertenece a las revistas de corazón. Les dejo a ellas que cuenten lo que pasó allá. Los dejo en cambio, con dos fotos de carteles que, a quien los tomó, le llamaron poderosamente la atención. A mi también. Hasta mañana.