Ciudad tomada por la poesía
El Fontanarrosa, sede central
FIPR
Lunes 26 de setiembre de 2016
Ayer cerró la 24º edición del Festival Internacional de poesía de Rosario: invitados de todo el mundo, lecturas imborrables y público presente en un encuentro que, como el agua, avanza.
Por Valeria Tentoni.
“Perdonen, no sé por qué…”, dijo el poeta Rubén Reches cuando se le trituró la voz en medio de su recitado. Después retomó la senda de sus propias palabras, consiguió de nuevo firmeza, terminó de leer esos versos y resolvió todavía otro poema entero al micrófono. Al final, recibió los aplausos de una sala llena en el Centro Cultural Fontanarrosa, una de las dieciséis sedes que desparramaron el 24º Festival Internacional de Poesía por Rosario.
En ese mismo auditorio, la chilena Teresa Calderón, Premio Pablo Neruda, diría en su lectura inaugural: “Uno no sabe por qué es poeta. Escribe”. Y después: “Yo no conozco otra manera de estar en el mundo”. Un día antes, cosido por un hilo invisible a esa línea, esta otra: “La poesía es un sistema de conocimiento del mundo”. Fue en boca de Ángel Oliva, hijo de Aldo Oliva, el poeta homenajeado en esta edición. Y homenajeado no solo con la publicación de la segunda edición, ampliada, de su poesía reunida por la Editorial Municipal de Rosario, sino también con tributos y conferencias dedicadas a ese hombre que creía que “un poema es un continuo levantamiento de sentidos”.
Organizado en forma conjunta por el Ministerio de Innovación y Cultura de Santa Fe, la Secretaría de Cultura y Educación de la Municipalidad de Rosario y el Centro Cultural Parque España, fueron cuarenta poetas provenientes de casi una veintena de países (Alemania, Camerún, México, Venezuela, España, Estados Unidos, Uruguay, Chile, Bolivia, Puerto Rico, China, Brasil, Italia, Colombia y Cuba) los que pasaron por este encuentro, muy destacado entre los de su tipo en Latinoamérica e impensable en países como Estados Unidos, según refirió Rae Armantrout.
Premio Pulitzer, ella fue una de las invitadas de ese total que incluyó un surtido de argentinos nacidos entre 1991 y 1949, y dentro de esa franja a una nutrida bandeja de locales, con Beatriz Vignoli entre las más ovacionadas. Hubo poemas circulando por escuelas, cárceles, auditorios, plazas y bares. Las palabras, en la voz de sus autores, se adaptaron a la acústica específica de los escenarios, y el público fue testigo de esas modulaciones personalísimas –en algunos casos, participando en la construcción del poema también–. Desde las estrofas procesadas a velocidad increíble por el brasileño Carlito Azevedo hasta la pronunciación meliflua del alemán de Monika Rinck, pasando por el italiano de Biancamaría Frabotta estacándose a la tierra, fueron varias las lenguas a las que se convirtió la música del abecedario. Y, en medio, las impactantes operaciones sonoras de la española María Salgado, los navajazos auditivos del chino Shu Chong cuando recitaba sus poemas acerca del viejo mundo, sonriendo.
“¿Cuántos rasgos / tiene que tener una cosa / para ser singular?” se pregunta Armantrout, también invitada al Filba Internacional que comienza esta semana en Buenos Aires, en uno de los poemas de su primera antología argentina, Necromancia. ¿Cuántos rasgos tiene que tener un poeta para ser singular? ¿Y un poema? Quizás esas sean las preguntas que se hacen los editores al construir sus catálogos.
Parte fundamental de este festival es su feria de editoriales. Sellos como Barba de abejas, Iván Rosado, Gigante, Vox, Hilos editora, Del Dock, Zindo & Gafuri, Funesiana, Sacate el saquito, Danke, Neutrinos y Club Hem estuvieron presentes. Y muchos de ellos apostando con publicaciones por los autores que, dentro del auditorio, sostenían libros con su sello delante de sí. Sin darle la espalda a esos esfuerzos independientes, el festival organizó este año un encuentro especial en una de las mañanas. Allí, todos los poetas leyeron un texto, en ordenada maratón por año de nacimiento, para los editores.
Además de todas las lecturas se ofrecieron un espectáculo poético teatral, la proyección continua en un espacio multimedia de videopoemas y, como siempre, talleres: de escritura poética con María del Carmen Colombo y de libro digital con Sebastián Morfes (editor en Determinado Rumor). Como el agua –presente siempre en esa ciudad que, al contrario de Buenos Aires, se distribuye de cara al río– el festival avanza, imbatible, por todos lados.
Sostenido en el tiempo y en la calidad, el esfuerzo de un equipo coordinado por Daniel García Helder que incluye a poetas como Daiana Henderson, Mercedes Gómez de la Cruz, Virginia Russo, Bernardo Orge y Verónica Laurino, es digno de tanto asombro como agradecimiento. El año que viene, el festival cumplirá nada más y nada menos que un cuarto de siglo.