"Nunca podemos leer tranquilos a Borges"
Prensa CSM / Sandra Cartasso
Clase magistral
Viernes 03 de junio de 2016
Por Valeria Tentoni.
Después de Luis Chitarroni sobre Miguel de Cervantes, la serie de clases magistrales continuó con Beatriz Sarlo sobre Borges, a sala llena. Fue en el Centro Cultural San Martín, en esa manzana de Buenos Aires que la ensayista destacó, con la obra arquitectónica de Mario Roberto Álvarez, como capital en la formación de los intelectuales y artistas de su generación.
La exposición giró alrededor del cruce de la obra del autor de Ficciones y la historia de sus antepasados, apoyándose en textos como "Tema del traidor y del héroe", "Kafka y sus precursores"; poemas como “El amenazado” y “Poema conjetural”. El Coronel Isidoro Suárez, el Coronel Francisco Borges Lafinur o Isidoro Acevedo Laprida, propuso Sarlo, funcionarían, justamente, más como sus precursores antes que como sus antepasados. Sus abuelos y sus bisabuelos y las fechas en las que ingresaron a la historia de la independencia: esas fueron las figuras del árbol genealógico que tomó, como frutos, para probar que “para Borges los detalles son fundamentales, como lo fueron para Stevenson, un escritor que él valora enormemente. Y en el detalle Borges inscribe algo que es del orden de lo autobiográfico”.
“Sin duda el más importante de todos estos abuelos es Isidoro Suárez”, parte de su linaje materno, explicó Sarlo, quien nunca se cruzó con Borges, ni siquiera cuando ella era estudiante y él daba clases de Literatura Inglesa en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires. Cursó la materia con el profesor adjunto, Jaime Rest, contó ante una pregunta del público al final.
Pero al principio, la autora de La pasión y la excepción trabajó, para comenzar su exposición, con Fervor de Buenos Aires (1923) y su poema "Inscripción sepulcral" —en sus dos versiones, original y corregida—. Catalogó como decisiva la batalla que encabezó el Coronel Suárez, la de Junín, donde fue jefe de caballería y “cargó sin disparar, a sable y a lanza, sobre los españoles y los puso en fuga”, según citó de la Historia de San Martín y la emancipación de Bartolomé Mitre. “Yo tengo la fantasía de que en la casa de Borges, de niño, estaba ese mismo libro de historia”, agregó, y dijo que no le parece casual que lo deje escrito a su ancestro más notable en los primeros poemas de su Fervor: “Es como si pusiera una estatua en el comienzo de su linaje”. También trabajó con los dichos de Borges como entrevistado, quien se referiría a esa misma batalla "bajándole el precio", al decir que fue “militarmente una escaramuza: solo duró tres cuartos de hora y no se disparó un solo tiro”.
“Con esto quiero decir que nunca podemos leer tranquilos a Borges —subrayó Sarlo—, que menciona las palabras 'gloria' y 'olvido' en los poemas de su primer libro, donde está constituyendo su imagen, pero treinta o cuarenta años después eso mismo puede estar matizado, incorporado como un acontecimiento lateral y menor. Ese es Borges. No sostiene siempre la misma proposición sobre el mismo hecho: es un perspectivista”.
Datos y pistas como inscripciones privadas. Detalles, como los llamó, que aparecen “para nadie más que para él”: “Sus menciones, sus citas, sus enciclopedias, etcétera... No es que sean todas fantásticas, no. Son para uso de Borges. Es su máquina estética la que él arma”, concluyó en ese rastreo de incrustaciones y homenajes, que calculó como los más grandes de los que era capaz el escritor para con sus antepasados: inscribirlos en la historia de la ficción.
Las actividades del área de Letras del San Martín tienen como próxima llamada el taller "La buena y la mala crítica", coordinado por Matías Serra Bradford, que comienza este miércoles a las 19 a un valor muy accesible. Le seguirán los cursos a cargo de Pablo Schanton, Fabián Casas, Gonzalo Garcés, Federico Falco y Virginia Cosin. La agenda completa se puede ver aquí.