Una chica de provincia
Sobre Funny Girl, de Nick Hornby
Miércoles 04 de enero de 2017
"Hornby deja que sus personajes envejezcan y eso no significa que lleguen a los setenta malhumorados sino espléndidos a su modo": una lectura a cargo de Ivana Romero del último libro del escritor británico.
Por Ivana Romero.
Cuando ella entra en escena, todo se modifica. Sophie Straw (es su nombre artístico) tiene 21 años y acaba de ser elegida reina de belleza en la pequeña ciudad inglesa donde vive, Blackpool. Sin embargo, su mirada está puesta en Londres. Más específicamente, en Lucille Ball, una estrella cómica que es furor entonces, a mitad de los sesenta. Sophie se muda a la gran ciudad y consigue una entrevista con un par de guionistas de un programa radial que escuchaba en Blackpool. Ellos le ofrecen un papel en un proyecto nuevo. El problema es que el guión, que busca reflejar la vida de una pareja joven, es bastante anodino y, en consecuencia, poco creíble. Sophie no se priva de señalar errores y proponer mejoras. Finalmente, los tres juntos terminan creando Barbara (y Jim), una serie televisiva que se transformará en hit de la época, con ella como actriz protagónica. Éste es el eje de Funny girl, la última novela de Nick Hornby, editada aquí por Anagrama.
Podría pensarse que la historia de una chica de provincias que decide triunfar por su inteligencia más que por sus curvas (y que lo logra) tiene algo de predecible y artificioso. Pero no es esto lo que pasa cuando un autor de la talla de Hornby está moviendo sus hilos.
Desde los días de Alta fidelidad, el escritor inglés ha ido creciendo con sus personajes. La palabra “crecer” es en un punto tan inexacta como “madurar”, porque ninguna de las dos define del todo lo que ocurre en libros como Un gran chico, Cómo ser buenos e incluso, Julieta, desnuda, lo último que se había editado de este autor en castellano, en 2010. En cada historia, ellos y ellas se las van arreglando lo mejor que pueden con un mundo cambiante. Eso no significa que las cosas vayan a salir bien: simplemente, que conforme pasa el tiempo, quizás sea bueno hacerse ciertas preguntas y lanzarse al vacío como quien confía en que otros lo sostendrán en pleno mosh de un recital cualquiera.
Aquí, el interrogante de fondo sigue siendo qué hará cada uno con su preciosa, única y salvaje vida (como dice un poema de Mary Oliver, una autora que a Hornby le gusta casi tanto como su maestra, Anne Tyler). Pero a diferencia de otros textos suyos, esta vez el foco narrativo no tiene que ver con la música sino con la televisión. Más específicamente, con el modo en que en 1967 una serie televisiva de la BBC, que narra conflictos reales de una pareja en clave humorística, capta a la vez la esencia de una época. Masiva sin dejar de ser refinada, Barbara (y Jim) –con el nombre de él entre paréntesis como un chiste que tiene su parte de verdad- puede ser cómica y, a la vez, hablar del momento histórico abordando asuntos espinosos como la diferencia de clases, los relatos falsos del amor o el sexo e, incluso, el cuestionamiento de la heterosexualidad como medida de todas las cosas.
Para escribir la novela, el autor, nacido en 1957, se inspiró en el universo con el que creció. Así aparecen referencias a personajes reales que para el público local pueden resultar oblicuas pero no indescifrables. El título evoca una película que protagonizó Barbra Streisand en 1968. Y los guionistas en la ficción, Tony Holmes y Bill Gardiner, son la dupla formada por los escritores Ray Galton y Alan Simpson, creadores de series como Steptoe and son, que indagaban con mayor mordacidad los vínculos filiales y que podían permitirse chistes sobre religión o racismo.
Hornby incluso decidió que el autor del tema musical que acompaña la serie sea un ascendente Jimmy Page. Y a lo largo de las páginas aparecen personajes de moda con quienes Sophie se va encontrando en la medida en que su propia popularidad asciende: Marianne Faithfull, el jugador de fútbol George Best (otro guiño porque, se sabe, Hornby es fanático del fútbol en general y del Arsenal en particular); el comediante Tommy Cooper y, claro, un sensualísimo Mick Jagger que ya se encuentra entre lo más interesante del Swinging London.
“En ese momento, estos guionistas se preguntaban algo que luego explotarían series como Mad Men. Y es cómo crear una historia que fuera a la vez, espejo de un modo de vida y creadora de un estilo”, dijo Hornby cuando la novela se publicó en su idioma original, en 2014. Es un eco de las mismas preguntas que él se ha hecho al indagar a lo largo de su obra de qué están hechos los artefactos de consumo cultural, desde las series televisivas hasta los libros, las películas y claro, el rock. Porque Hornby –también columnista en medios gráficos, autor de guiones para películas e incluso, de las letras de un disco que grabó junto a Ben Folds- nunca pierde de vista que la literatura se escribe para uno mismo, pero también para otros.
Esta empatía se traduce en diálogos brillantes y, sobre todo, en una compresión profunda del universo que ha creado. Funny girl da un giro y salta hacia el presente, allí donde Sophie sigue siendo quien hace las preguntas más incómodas y quien puede volver al ruedo convertida en la actriz cómica que nunca dejó de ser.
Hornby deja que sus personajes envejezcan y eso no significa que lleguen a los setenta malhumorados sino espléndidos a su modo. Es lo mismo que le ocurre a las grandes series, las grandes películas y los grandes discos. Oldies but goldies, sí.