Achispados
Francisco Bitar
Nuevo libro de Francisco Bitar
Jueves 10 de marzo de 2016
Historia oral de la cerveza, el nuevo libro de Francisco Bitar (EMR) es una exploración de la identidad y los lazos personales en Santa Fe, a partir de su relación con la bebida.
Por Patricio Zunini.
Foto: Pablo Cruz.
Un domingo de porrón / extinguiéndose de a
poco / minuto a minuto en el cuerpo.
“Un domingo”, Francisco Bitar
Estuve tratando de explicarme por qué me gusta tanto lo que escribe Francisco Bitar. Todo el día dándole vueltas al tema; buscaba la clave en los cuentos, en los poemas colgados en internet. Como él mismo se define “escritor de las cosas pequeñas”, quería ponerle un microscopio a sus palabras. Finalmente di con una razón posible a través de otro autor, que se parece y a la vez no se parece en nada a él. El napolitano Erri de Luca escribe en Las santas del escándalo (Ed. Sígueme) que una vez conoció a un hombre que fue preso político en Rusia y que mientras cumplía la condena lo obligaban a picar piedras. Tenía que romperlas en cascajos cada vez más pequeños hasta dejarlas hechas polvo, que después se tiraba al mar. Era un castigo sin memoria, una ocupación inservible con la única función de reducirlo a un servilismo absurdo. Erri de Luca le pregunta entonces cómo hizo para seguir enfocado, cómo logró preservarse de la locura. El hombre le dice que fue porque había encontrado un sentido en la tarea. Cada vez que partía una piedra, una pequeña chispa se escapaba del centro: su cometido, su misión, era darle vida a esa chispa.
Historia oral de la cerveza (Editorial Municipal de Rosario) es el nuevo libro de Francisco Bitar (Santa Fe, 1981). Llega después de varios libros de poemas, la nouvelle Tambor de Arranque (EMR) y el volumen de cuentos Acá había un río (Nudista). Por la manera de escribir, por los temas que le interesa, a Bitar se lo puede vincular a veces con Federico Falco, a veces con Ricardo Romero, la mayoría de las veces con Jorge Consiglio. Historia oral de la cerveza, con saltos entre la narrativa, la investigación y la crónica de una investigación, persigue las chispas que se escapan de las pequeñas historias fragmentadas —amores, olvidos, fracasos, recuerdos— que se entrecruzan en las conversaciones de un taller. Una suerte de compendio de chismes de seres anónimos pero no por eso sin atributos. Y en cada historia, al igual que en las fotos que trae el libro como segunda memoria, el porrón de cerveza —la botella de litro para los santafesinos— es un objeto que por omnipresente podría pasar desapercibido, pero no. «Si cada porrón es una luz», dice uno de los personajes, «y sacamos una foto satelital: Santa Fe sería como Nueva York». «Una conversación de borrachos es más proclive a brillar que ninguna otra», dice otro.
En una ciudad tan chica que por televisión se ve cómo llega el viento desde el río y al ratito el viento está cruzando el patio de la casa, ¿cómo circulan las pasiones? Decir que Bitar busca la identidad de Santa Fe puede sonar un poco altisonante. Podría decirse en cambio que busca interpretar ciertas marcas que perduran en su generación. No lo hace desde las grandes construcciones como el Puente Colgante —los puentes están destinados a caerse—; lo que permanece es lo menor, lo pequeño, lo mínimo.
Una fábrica de cervezas mueve muchísimo menos, por ejemplo, que la industria agropecuaria. Sin embargo, en esa calle insólita en la que un caño cruza desde la fábrica hasta el patio cervecero se juega mucho de aquello que busca Bitar. En Santa Fe se porronea o se toma un liso o se bate un marginal o se invita a un nene con un cívico. Los vínculos se estrechan con ese líquido dorado. Hay un momento, cuando se levanta el vaso, que la cerveza ilumina: ahí dentro late una chispa.
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