Ursula K. Le Guin: "¿Quién dijo que escribir una novela era fácil?"
La teoría de la bolsa de la ficción
Viernes 16 de diciembre de 2022
"La novela es un tipo de relato fundamentalmente no heroico": un extracto del libro de ensayos más vendido del año en la librería, rescate de la editorial Rara Avis de la gran Ursula K. Le Guin.
Por Úrsula K. Le Guin. Traducción de Luciana Chieregati e Ibon Salvador.
A veces parece que ese relato se está aproximando a su final. Para evitar que no queden más historias que contar, algunas de nosotras aquí fuera, exiliadas, en medio de la avena salvaje, pensamos que sería mejor empezar a contar otra historia a la que, tal vez, las personas puedan dar continuidad cuando la vieja haya terminado. Tal vez. El problema es que todos nos hemos dejado convertir en parte del relato del asesino, y así puede ser que terminemos junto con él. Es por eso, que con cierto sentimiento de urgencia busco la naturaleza, el sujeto, las palabras del otro relato, la historia no contada, la historia de la vida.
Este no es familiar, no llega fácilmente a los labios, ni tampoco irreflexivamente como lo hace el relato del asesino; pero, aun así, “no contado” es una exageración. La gente ha estado contando la historia de la vida durante años, mediante todo tipo de palabras y maneras. Mitos de creación y transformación, relatos de pícaros, cuentos populares, chistes, novelas…
La novela es un tipo de relato fundamentalmente no heroico. Por supuesto el Héroe se ha apoderado de ella con frecuencia, siendo esa su naturaleza imperial y su impulso incontrolable, el de apoderarse de todo y dirigirlo mientras promulga decretos y leyes severas para controlar ese su impulso incontrolable de matar. Así, el Héroe decretó a través de sus portavoces, los legisladores, primero, que la forma apropiada de la narración es la de la flecha o lanza, empieza aquí, va directamente allá y ¡TAC! da en el blanco (que cae muerto); segundo, que la preocupación central de la narración, incluida la novela, es el conflicto; y tercero, que la historia no es buena si él, el héroe, no está en ella.
Estoy en desacuerdo con todo esto. Personalmente iría aún más lejos y diría que la forma natural, adecuada y apropiada de la novela puede ser la de un saco, una bolsa. Un libro guarda palabras. Las palabras guardan cosas. Portan significados. Una novela es un atado que mantiene las cosas en una relación particular y poderosa las unas con las otras y con nosotras.
Una relación entre los elementos de la novela puede ser la del conflicto, pero la reducción de la narrativa al conflicto es absurda. (Leí un manual de escritura que decía: “Una historia debe ser vista como una batalla” y hablaba de estrategias, ataques, victorias, etc.). Conflicto, competencia, estrés, lucha, etc., dentro de la narrativa concebida como bolsa/barriga/caja/casa/atado pueden considerarse elementos necesarios de un todo que, en sí mismo, no se puede caracterizar ni como conflicto ni como armonía, ya que su propósito no es ni el de la resolución ni el del éxtasis, sino el del proceso continuo.
Por último, está claro que el Héroe no encaja bien en esta bolsa. Necesita un escenario o un pedestal o un pináculo. Lo ponés en una bolsa y se lo ve como un conejo o como una papa.
Por eso me gustan las novelas: en lugar de héroes tienen personas en ellas.
Así que, cuando comencé a escribir novelas de ciencia ficción, lo hice cargando conmigo este enorme y pesado saco de cosas; mi bolsa llena de personas lloronas y torpes, y pequeños granos de cosas más pequeñas que una semilla de mostaza, y redes intrincadamente tejidas que cuando se desatan laboriosamente se ve que contienen un guijarro azul, un cronómetro que funcionando imperturbable cuenta el tiempo de otro mundo, y el cráneo de un ratón.
Mi bolsa llena de comienzos sin fin, de iniciaciones, de pérdidas, de transformaciones y traducciones, muchos más trucos que conflictos, muchos menos triunfos que trampas y delirios; llena de naves espaciales que se atascan, misiones que fracasan y personas que no entienden. Dije que era difícil hacer un relato apasionante de cómo sacamos la avena salvaje de sus cáscaras, no dije que fuera imposible. ¿Quién dijo que escribir una novela era fácil?