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Tesis finales sobre lo divino, el lenguaje y la escritura

Por Emmanuel Taub

"El lenguaje poético sabe que el lenguaje también es un sin-sentido: incapaz de decir todo, de apropiarse de todo, de darle sentido a todo". Leé un extracto de La palabra y la errancia (Paidós). 

Por Emmanuel Taub.

 

 

1. El rostro de Dios es la negación del mundo creado fuera de Él mismo. Es la im-posibilidad del ser humano. Estamos imposibilitados de ver a Dios cara a cara, y es nuestra incompletud.

La im-posibilidad de ver más allá del otro es el límite ante nuestra historia, es el paso del hombre a la dimensión de la in-existencia.

2. La marca del pueblo judío en su errancia recibe de Dios solamente su borradura. Moisés le habla cara-a-cara sin poder ver su rostro, sólo está abierto a la Voz que ya ha dicho. La entrada al lenguaje es la palabra-ley.

3. La noción de rostro se construye desde la relación de lo im-posible, desde una tarea in-útil. La im-posibilidad de la mirada es una borrosidad.

4. Sólo Dios es testigo de sí mismo. El ser humano no puede testimoniar su in-existencia, sólo habitarla como errancia. Las cosas creadas del mundo son testigos de la obra de Dios en su mutismo.

5. El gesto in-expresado en todo acto es expresión del silencio de Dios. Huella de lo ausente, más allá de donde viene el gesto-en-el-rostro. Dios ha dejado su huella en la ausencia que resta después del gesto.

6. El gesto de Dios no está en su rostro ni en su Nombre im-posible, sino en su automutilación: el misterio del sentido de la Creación.

7. Dios sin-rostro nos encuentra en la muerte, dimensión del lenguaje in-existente, de lo más allá de nuestro entendimiento.

La im-posibilidad del rostro y del Nombre de Dios es la huella de su sacrificio, apertura de existencia del mundo, las cosas y el ser humano. Su in-existencia testimonia lo creado, lo ya dicho.

8. El hombre es tan sólo una máscara de sí mismo.

9. Cuando Emmanuel Levinas escribe que la “prueba suprema de la libertad no es la muerte sino el sufrimiento”, es la noción del rostro en el momento limítrofe a su muerte: el sufrimiento se transforma en el estado de la existencia. Ante el límite del fin de la vida material del cuerpo nos salimos de las máscaras de humanidad y lo que queda es el sufrimiento.

Sin máscaras el rostro queda expuesto mientras la vida se evapora.

10. En el límite de la propia finitud, nuestro rostro se vuelve hacia la cosa creada. La in-humanidad nos muestra como creaturas del mundo, fuera ya de lo humano.

11. Hay un instante indistinguible entre el rostro y el gesto de la finitud: borrosidad. En lo borroso la humanidad se convierte en lo ya dicho.

12. Lo borroso deja ver los contornos de un rostro sin gestos: rostro inundado por las lágrimas, fin de la historia.

13. La borrosidad es el no-lugar: presencia de la muerte, no retorno. El sufrimiento nos vuelve al instante de la realidad y nos arrasa con ella.

14. Lo borroso es el paréntesis mudo que se abre en el sufrimiento, testimonio de la finitud y del lenguaje.

15. Dios no se revela en el gesto ni en el hálito creador, sino en el lenguaje y en su im-posibilidad. Lo político es el gesto humano que nos separa de la animalidad y del mundo: mueca humana de una totalidad im-posible.

16. Los muertos sin sepultura en las guerras y en los campos de exterminio son el testimonio radical de lo humano y de su final. No existe tal cosa como un animal racional: la razón es la posibilidad del mal.

17. La belleza es inaprehensible. Lo que llamamos “belleza” es siempre la experiencia de la limitación del lenguaje del mundo. Lo que conmueve es in-expresable e inhumano.

18. El misterio de lo bello es su silencio, su ligadura a la in-existencia. El silencio de lo bello es la tragedia del hombre en su im-posibilidad de aprehender la belleza.

19. No hay palabra que nombre el nombre en el lenguaje del mundo; ni la belleza. Dios está abierto solamente a Sí mismo en su silencio. La tarea del errante es la traducción im-posible.

20. El poeta traduce el mundo en su tragedia. Acercamiento fallido de convertir lo bello al lenguaje. Para la poesía, la cosa creada no significa, es. Y, a pesar del fracaso, se acerca a la cosa.

21. La poesía rehúye a los monstruos de la razón. “Y es que la poesía ha sido en todo tiempo, vivir según la carne”, escribió María Zambrano. “La palabra es una elección entre la muerte y la vida”, respondió Franz Kafka.

22. En los límites del lenguaje del mundo, la poética experimenta la palabra sin-sentido buscando un instante de tiempo.

El lenguaje poético sabe que el lenguaje también es un sin-sentido: incapaz de decir todo, de apropiarse de todo, de darle sentido a todo.

23. El poeta es extranjero en el lenguaje, errante de la palabra.

En su extranjería se esconde el misterio de la supervivencia.

24. Sólo Dios conoce el Nombre de Dios. Frente a la im-posibilidad del Nombre divino se abre el mundo a la interrogación: ante la pregunta im-posible, el errante escribe y traduce lo inaprehensible al lenguaje del mundo.

25. No hay rastro de lo divino, sólo borradura.

26. Lo creado es el decir de lo ya dicho: contracción de Sí mismo hasta la mutilación.

27. El decir de lo ya dicho es el silencio de la in-existencia: la totalidad sin testimonio que en su desgarradura sacrifica su misterio.

28. El lenguaje esconde un grito silencioso.

29. El cuerpo derrotado acaricia en su finitud la experiencia de lo bello: el mutismo de las cosas creadas. En la frontera de la in-humanidad se abre, por un instante, el vacío absoluto entre las dimensiones del lenguaje.

30. La experiencia de lo bello es el instante que muere para siempre.

31. Lo opuesto a la fantasía es el tiempo. Lo opuesto al tiempo es el ser humano. Lo opuesto al ser humano es el propio ser humano.

32. Habitamos el mundo como una batalla que ya hemos perdido, atravesados por un lenguaje que nos incomoda, porque su origen es la ajenidad y la in-existencia.

33. Escribir es un ejercicio errático y errante. En la palabra, la palabra aparece. La palabra es solamente eso, palabra.

34. El primer error fue confundir pensamiento con escritura y escritura con pensamiento.

35. Hemos sido abandonados a un misterio sin respuesta, a un misterio que no esconde nada, y esa nada in-existente contiene todo.

36. Para ser modernos tuvimos que sacrificar lo sagrado de la escritura: la posibilidad de un lenguaje que no diga porque ya fue dicho.

37. El infierno es la razón racional que inunda cada rincón de humanidad.

38. Escribir no es encontrar el método que acomode las obsesiones, sino desacomodar lo acomodable e instalar lo sin-razón, el caos y la tragedia de la existencia.

39. La escritura es el arte de lo in-útil, expresión de soledad, de desierto, del Libro sin origen, de Dios que ha callado.

40. La escritura es el depósito del olvido, un desierto abandonado. Escribir es despojarse de uno mismo.

41. La noche es el desierto del mundo: murmullo de las cosas creadas. La noche es lo que se pierde entre las palabras.

42. La historia incendia la historia. En sus cenizas se pierden la palabra, la escritura, el errante.

43. Crear no es una trascendencia, sino el hundimiento en la soledad de uno mismo. Al final todo se pierde.

44. Toda experiencia es el olvido de otra escritura. El olvido es lo que ha quedado atrás, también el silencio de Dios.

45. Escribimos para disfrazar el silencio de la in-existencia.

46. La escritura también es canibalismo.

47. Siempre seremos un intento fracasado, la traducción in-acabada de un sueño que Dios no puede recordar. La traducción es un ejercicio demasiado humano, testimonio de la im-posible tarea del errante.

48. La escritura es la violencia contra el mutismo de las cosas creadas; la violencia es la escritura humana en el lenguaje del mundo. El misterio no explica el universo.

49. El Libro anuda el mundo con la in-existencia.

50. La destrucción trajo consigo el fin de la responsabilidad del hombre con el otro hombre.

51. La noche es siendo oscuridad.

52. La huella no está en la letra ni en el rostro. La huella es el silencio.

53. La tarea del poeta es incendiar el bosque por donde la filosofía ha querido perderse.

 

 

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