Rubén Sosa de vuelta en casa
Una muestra en la Biblioteca Nacional
Viernes 11 de marzo de 2016
Por Patricio Zunini.
El 9 de Julio de 2007, después de casi 90 años, un manto de nieve cubría Buenos Aires. Algunos decían que el clima se había confabulado para homenajear a Héctor Germán Oesterheld: pocos días antes se había inaugurado en la Biblioteca Nacional una muestra sobre “El Eternauta” —que, como todos sabemos, comienza con una nevada mortal sobre la ciudad. Aquella fue una de las primeras actividades de la Biblioteca con Horacio González como director; quiso el destino que la figura de Oesterheld haya estado involucrada indirectamente en la primera gran muestra de la etapa post-González.
Rubén Sosa fue un dibujante que se inició en la carrera como ayudante de Eugenio Zoppi. Colaboró luego en la editorial Frontera, y junto con Oesterheld, que consideraba a la historieta como una herramienta pedagógica y política, escribieron una aventura de Ernie Pike en Vietnam. En 1976 estaba escribiendo la historieta “Un hombre normal” en la que retrataba la violencia del aparato represor del Estado desde el punto de vista de un parapolicial, cuando fue obligado a exiliarse. Se instaló en Italia. “Un hombre normal” se publicó allí y en Francia, pero nunca —hasta ahora— en la Argentina. La edición francesa salió en 1978 con una advertencia del editor (Georges Wolinski, quien sería una de las víctimas en el ataque a la redacción de “Charlie Hebdo”): «Nunca conocí una historieta más negra, más desesperante que “Un hombre normal”. Hacía varios meses que tenía esta historieta entre mis manos, leyéndola una y otra vez siempre con la misma angustia, dudando si publicarla o no a causa de su realismo». En Italia, Sosa siguió dibujando y abrió una escuela de artes visuales que aún hoy sigue en funciones. Murió en 2007, mientras preparaba una historieta sobre los temores perpetuos de todo exiliado.
Flora Beker, viuda del dibujante, supo que la hija de Zoppi había donado el archivo del padre a la Biblioteca y eso la decidió a enviar unas 500 páginas originales de Sosa, que fueron recuperadas como patrimonio cultural del país. Esta donación se suma al legado de otros 150 artistas que está al resguardo del Archivo de Historieta y Humor Gráfico de la Biblioteca Nacional, como Alberto Bróccoli, Carlos Trillo, Eugenio Zoppi, Francisco Solano López, Eduardo Maicas, Manuel García Ferré.
Ayer, con la presencia de Flora Beker, y en un doble acto que incluyó la presentación del notable volumen Historietas por la Identidad, desarrollado en conjunto por Abuelas de Plaza de Mayo y la Biblioteca Nacional, se inauguró la muestra de homenaje a Rubén Sosa “De vuelta en casa”, que se mantendrá hasta fines de abril. Estaban presentes Diego Agrimbau (el promotor de que la familia de Sosa donara los originales), Laura Vazquez Hutnik, Oscar Steinberg, Istvanch, entre otros. La muestra incluye una exposición en el hall central de la Biblioteca, unas quince gigantografías en la Plaza del Lector y la presentación del primer capítulo de “Un hombre normal”.
“Esta es una gran alegría en medio de momentos de tensión e incertidumbre”, dijo Judith Gociol, curadora de la muestra. Con la confirmación de Elsa Barber como directora de la Biblioteca hasta el 30 de junio, momento en que llegará Alberto Manguel, los pasillos del edificio están llenos de carteles que advierten sobre los recortes de personal en el Ministerio de Cultura. Elección consciente o no, el folleto de la muestra de Sosa tiene en primer plano a una pareja besándose bajo un paraguas en medio de la lluvia, están apoyados en una pared muy colorida, llena de grafitis y carteles: uno, el que aparece justo detrás del piloto azul de la chica, denuncia despido de obreros, suspensiones y falta de pagos.
***