Nueve libros debut para tener en cuenta
El futuro ya llegó
Lunes 22 de enero de 2018
Una lista de nueve primeros libros para tener en cuenta en estas vacaciones, provenientes de una variada bandeja de sellos. "Héctor Libertella planteó que un escritor tenía que ser capaz de crear a sus propios lectores. Quizá eso esté pasando", escribe Gonzalo León. Autores primerizos en estas recomendaciones, ¿ya los conocías?
Por Gonzalo León.
Dos o, como dicen algunos editores, tres años difíciles para la industria editorial no hacían presumir un 2017 donde se publicaran primeros libros. Por lo general, cuando la industria pasa por malos momentos lo pagan los autores noveles, ya que ven disminuidas sus posibilidades de publicar. Sin embargo, tanto el 2016 como el 2017 fueron interesante en materia de primeros libros, cosa que de inmediato hacer surgir el interrogante de si un autor debutante, que no quiere decir necesariamente joven, viene con un público nuevo o se da vuelta en la misma vorágine.
Héctor Libertella planteó que un escritor tenía que ser capaz de crear a sus propios lectores. Quizá eso esté pasando o quizá haya exceso de optimismo en esta nota. En cualquier caso, a esta lista de autores que publicaron este año deberíamos prestarle atención.
Angst
Tenemos las máquinas
Adriana Riva (1980) no sólo debutó con su primer libro de cuentos, Angst, sino que este volumen, publicado por Editorial Tenemos las Máquinas, es el resultado de sus primeros pasos en la escritura y sale bien parada, porque aborda los cuentos desde la autobiografía, que es por el momento el único modo en el que entiende la literatura.
Riva tiene una facilidad innegable para contar historias y no parece que fuera su primer libro ni que llevara escribiendo sólo después de la muerte de su padre. Se sabe que el relato familiar autobiográfico puede ser, a la larga, un peso difícil de sobrellevar porque hay muchos autores que han incursionado en el relato familiar (Kafka, Schulz, García Márquez, sólo por nombrar algunos) y la autobiografía (estética dominante en la actualidad), pero parece que a Adriana Riva esto no le molesta, sino todo lo contrario.
Altares suburbanos
En Danza
Emiliano Campos Medina (1978). Altares suburbanos (En Danza) se llama su libro de poemas que tiene pequeñas historias que pueden leerse como microcuentos, sin embargo es poesía. La actualidad o la contingencia de estos versos es otra característica o, en palabras de sus presentadores, “la arqueología de lo cotidiano”, que hace sintonizar el acontecer con el devenir poético.
Tarda en apagarse
Caleta Olivia
Silvina Giaganti (1976) tardíamente, aunque el mismo libro explica esto, publicó su primer libro de poesía, Tarda en apagarse, y que por tema y tratamiento (algunos han dicho que es una autobiografía en verso) ha causado atracción en cierto público, cuestión que lo ha convertido en algunas librerías en un libro muy demandado, y eso en poesía resulta raro, más aún para un libro editado por un sello independiente como Caleta Olivia. Su editor, Pablo Gabo Moreno, en ningún momento tuvo dudas en publicarlo, tampoco tuvo en cuenta la presencia en redes sociales de su autora; en cambio asegura que aunque no sea tan sencillo clasificar a Giaganti en la mentada literatura del yo, “desde siempre su escritura desnuda esa forma para interpelar al lector. Es muy segura y Tarda en apagarse es un libro que atraviesa la crudeza desde el vamos y que como editor me sedujo desde siempre. Lo leí y no hubo mucho para objetar, toda una apuesta estética. Un libro tardío, un libro macerado que conmueve”.
Adentro tampoco hay luz
Tusquets
Leila Sucari (1987). Ganadora del concurso del Fondo Nacional de las Artes en 2016, Tusquets publicó Adentro tampoco hay luz, una novela que también indaga en el relato familiar con toques inquietantes y grotescos en su caso. La narradora es una niña, a la que su madre deja al cuidado de su abuela, una perversa, egoísta y obesa señora que vive en un pueblo de provincia. En este punto resulta inevitable recordar la abuela de El gran cuaderno, de la suizo-húngara Agota Kristof, muy celebrada hace quince años. Sin embargo el foco, a diferencia de Kristof, lo pone de lleno en los personajes mujeres: la madre, la prima, la abuela, ella misma.
La habitación alemana
Mardulce
Carla Maliandi (1976) debutó con la novela La habitación alemana, que publicó Mardulce. Esta autora viene del teatro y quizá por eso sus personajes parecen como si vinieran o fueran hacia el drama; de hecho esta novela tiene algo de drama, porque trata de una mujer que se ha separado y viaja a Heidelberg, la ciudad alemana en la que vivió de niña. Supuestamente allí podrá encontrar el cobijo que no encuentra en Buenos Aires, pero las aventuras se suceden una tras otra: el suicidio de su compañera de pensión, la posterior instalación de la madre de ésta, una japonesa que en vez de vivir el duelo de su hija quiere vivir la fiesta de sus años tardíos, y los mismos sentimientos de la protagonista, todo esto muestran a un personaje que no sabe cómo seguir con su vida, y quizá esta incertidumbre, este desconcierto sea lo mejor de La habitación alemana.
Un barco
Mansalva
Un barco es una nouvelle que publicó Mansalva y marca el debut de Laura Kogan, una incógnita en el mundo literario, y la edición del libro no resuelve esa incógnita, porque en la solapa lo único que se dice de ella es que nació en Buenos Aires. La historia trata de un hombre, Eduardo Quesada, que se le ocurre, sin experiencia alguna, construir un barco dentro de su casa, en pleno gobierno de Isabelita. A partir de ahí se muestran otras historias, como las de su hijo boxeador o de su hija que quiere ser abogada. Según Nicolás Moguilevsky, coordinador de Editorial Mansalva, a partir de la decisión de construir ese barco “se ve cómo las relaciones entre los personajes se van haciendo más y más raras. Publicamos este libro por dos cosas: primero porque nos pareció una novela muy interesante, que se lee de un tirón, y segundo porque vino recomendada por Arturo Carrera, y en general las recomendaciones de Arturo suelen ser muy acertadas”. Un barco se inscribe también dentro del relato familiar, pero tiene varios aspectos que lo enriquecen: político, social, barrial, epocal.
Mapas terminales
Marciana
Mapas terminales fue la breve novela con la que hizo su debut Lucila Grossman (1993), cosechando rápidamente elogios de, entre otros, María Moreno, quien en la contratapa escribió: “Lucila Grossman ha inventado por lo menos dos cosas: La ciencia ficción trash con su legado de psicodelia (ahora en 3D) –y donde los “marcianos” son lo que siempre fueron, visitantes virtuales sin la zoncera del plato volador–; y el beat-cyber-esperpéntico, suerte de droga sintética en forma de estilo velocísimo, riquísimo, bizarro”. Denis Fernández, editor del sello Marciana, coincide con Moreno en el sentido de que lo que hizo Grossman es un género inclasificable, que podría ser tanto una novela de terror, pero también “una puesta poética al servicio de la literatura fantástica” y, tal vez lo más importante para él, una adaptación libre de Eraserhead, de David Lynch, película de cabecera en materia estética, si se quiere, de este editor. Mapas terminales será editada por el sello chileno Libros de la Mujer Rota en abril de este año.
Gualicho
De parado
Más conocido como actor y poeta, Gael Policano Rossi (1987) publicó su primera novela, Gualicho, en “la editorial más puto de la Argentina”, De Parado. Todo comienza cuando a Daniel, un joven en apariencia heterosexual, le llega un paquete sin remitente al departamento que comparte con un amigo, adentro hay un gualicho, una maldición, que se le mete en el cuerpo y lo hace sentir deseos de ser penetrado analmente. De ahí Daniel es arrastrado compulsivamente a lugares donde satisfacer este deseo. Pese a que el tema del cuerpo y del deseo ya se ha tratado, Rossi construye una divertida novela, donde las descripciones de actos sexuales son contadas en detalle, lo que hace que la novela derive en un punto hacia el porno. En un mundo donde el erotismo en la literatura, salvo contadas excepciones, ha desparecido es interesante esta apuesta no sólo del autor, sino de la editorial.
Como el cangrejo
Galerna
Iván Noble (1968). Nunca es demasiado tarde para publicar un libro, plantar un árbol y tener un hijo, al menos eso parece haber entendido el ex vocalista de Los Caballeros de la Quema con la publicación de Como el Cangrejo. Bitácora emocional de gira (Galerna). A diferencia de Fito Páez, que hace unos años hizo su debut literario con La puta diabla, Noble recurrió a lo que más conocía: a la música y a las giras para escribir este libro. Y quizá ésa sea su principal gracia, seguir el consejo tolstoiano de escribir de lo que se conoce.