Los lectores y la crítica según Gaston Bachelard
De La poética del espacio
Martes 01 de mayo de 2018
"Podría decirse que el crítico literario, que el profesor de retórica, que saben siempre y juzgan siempre, tienen un simplejo de superioridad. En cuanto a nosotros, aficionados a la lectura feliz, no leemos ni releemos más que lo que nos gusta, con un pequeño orgullo de lector mezclado con mucho entusiasmo".
Publicada originalmente en francés en 1957, la Poética del espacio de Gastón Bachelard es, junto a libros como El derecho de soñar, La intuición del instante y La poética de la ensoñación, reservorio de un sinnúmero de ideas maestras que siguen iluminando las lecturas hasta nuestros días.
A conituación, algunos extractos de Poética del espacio, en su edición de Fondo de Cultura Económica, con traducciones de Ernestina de Champourcin, con la más entusiasta recomendación de que se busquen el tomo completo.
"...Se trata de determinar, por la repercusión de una sola imagen poética, un verdadero despertar de la creación poética hasta en el alma del lector. Por su novedad, una imagen poètica pone en movimiento toda la actividad lingüística. La imagen poética nos sitúa en el origen del ser hablante.
Por esta repercusión, yendo en seguida más allá de toda psicología o psicoanálisis, sentimos un poder poético que se eleva candorosamente en nosotros mismos. (...) Esta imagen que la lectura del poema nos ofrece, se hace verdaderamente nuestra. Echa raíces en nosotros mismos. La hemos recibido, pero tenemos la impresión de que hubiéramos podido crearla, que hubiéramos debido crearla. Se convierte en un ser nuevo en nuestra lengua, nos expresa convirtiéndonos en lo que expresa, o dicho de otros modo, es a la vez un devenir de expresión y un de venir de nuestro ser. Aquí, la expresión crea ser".
Páginas 14 y 15
"El crítico literario es un lector necesariamente severo. Volviendo del revés como un guante un complejo que el uso excesivo ha desvalorizado hasta el punto de penetrar en el vocabulario de los estadistas, podría decirse que el crítico literario, que el profesor de retórica, que saben siempre y juzgan siempre, tienen un simplejo de superioridad. En cuanto a nosotros, aficionados a la lectura feliz, no leemos ni releemos más que lo que nos gusta, con un pequeño orgullo de lector mezclado con mucho entusiasmo..."
Páginas 16 y 17