La hora de Edith Wharton
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Martes 28 de enero de 2025
Una oleada de rescates editoriales ponen a la autora neoyorkina en el centro de la escena editorial.
Tres veces candidata al Premio Nobel, Edith Wharton escribió tanto que hasta se murió haciéndolo: en 1937 falleció en París, mientras trabajaba en su novela Las bucaneras, que dejó inconclusa. Además de novelas, Wharton escribió cuentos, poemas, libros de viaje y hasta textos históricos, como sus crónicas de guerra.
Nacida en New York en 1862, se dedicó al periodismo, a la literatura y a viajar. Se reconocía más europea que estadounidense, y se radicó en Francia hacia 1907, justo después de publicar una novela que la ubicaría en la escena literaria: La casa de la alegría. Fue además la primera mujer en ganar un Premio Pulitzer, por La edad de la inocencia, una de sus obras capitales.
Antes del cierre del 2024, aparecieron en librerías argentinas no una sino tres novedades que llevan su nombre en la portada: las editoriales Mil botellas, La Parte Maldita y Los Lápices coincidieron en tiempo y espacio para rendirle homenaje con traducciones renovadas y una nueva ventana a su público lector.
Francia en guerra, con traducción de Servanda de Hagen, compila sus crónicas de la Primera Guerra Mundial y ofrece recorridos de Dunkerque a Belfort. Los Lápices es una editorial que se destaca precisamente por publicar textos en este género, libros de viaje que en muchas oportunidades están escritos por mujeres, como es el caso de Nellie Bly, Gabriela Mistral y Flora Tristán, pero también de escritores igualmente ilustres como Julio Verne o Marcel Schwob. “Hoy empezamos nuestro viaje con un sentido de la aventura más intenso de lo habitual”, escribe Wharton un 17 de mayo de 1915, lanzándose a lo desconocido. Para entonces hacía un año ya que estaba recorriendo Francia al servicio de la Cruz Roja, en automóvil y esquivando disparos.
Los textos que publica Los Lápices fueron originalmente escritos para el Scribner’s Magazine y publicados luego como libro. “Las ciudades que atravesamos parecían completamente muertas”, escribe.
Por otro lado, editorial Mil Botellas, que ya antes había publicado Tres cuentos, se encarga de la ficción pura y dura con Ethan Frome, una novela que transcrurre en un pueblo de Nueva Inglaterra, donde la autora, como cuenta en el prólogo, de hecho, vivió. Con traducción de Gabriela Raya, se recupera así un libro publicado originalmente en 1911, una de las obras más importantes de Wharton en el género. “Tenía que tratar un tema con un clímax dramático, o mejor dicho un anticlímax, que ocurre una generación después de los primeros sucesos de la tragedia. A cualquiera que esté convencido (como yo) de que cada tema (en el sentido novelístico de la palabra) contiene su forma y sus dimensiones propias, le parecería que ese lapso de tiempo calificaba a Ethan Frome como el tema para una novela. Pero ni por un momento pensé esto, porque al mismo tiempo había sentido que el tema de mi historia no permiría incluir muchas variaciones”, explica la autora sobre esta novela que trabaja una historia de amor y tragedia pueblerina.
Finalmente, y en dirección al ensayo, La Parte Maldita encomendó a Virginia Higa la traducción de Escribir ficción, un estudio íntimo y detallado sobre el arte narrativo. Publicado justo después de que Wharton se hiciera del Premio Pulitzer, con el respaldo de ese reconocimiento y de su notable bibliografía al momento, la autora se lanzó a la reflexión sobre procedimientos de escritura y creación literaria. “Una guía para aspirantes a escritores”, se define en la contratapa. “Es un texto que Wharton escribió cuando tenía más de 60 años, ya había publicado un montón de libros y estaba en pleno dominio de sus habilidades como escritora”, agrega Higa.
La autora de Los sorrentinos resume: “Es un libro muy técnico, donde va sentando sus ideas sobre lo que es para ella la escritura de ficción, las diferencias entre cuento y novela, cómo construir personajes, cómo empezar un cuento, cómo terminarlo... Al mismo tiempo, va sentando su canon personal, porque hay un montón de autores a los que vuelve una y otra vez. Es un canon muy clásico. Ella es una escritora muy clásica, también, sus novelas son muy clásicas en su estructura, a pesar de que ella era contemporánea de escritores muy innovadores como Virginia Woolf o James Joyce, pero que no le gustaban. En este libro, donde Wharton hace su manifiesto estético, se nota mucho eso; de dónde viene, a quiénes admira. Repite que lo más importante para una novela es cómo está desarrollado el paso del tiempo, y las novelas de ella también son así, son muy claras las progresiones, las transiciones. Escribir ficción tiene muchas citas a autores que no son tan leídos ya, pero creo que su manera de compartir sus saberes y su técnica es muy interesante. Es como meterse en la cabeza de una novelista clásica. Y tiene un montón de ideas y de consejos, incluso, que son relevantes”.