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Prólogos

La esencia del relámpago: creatividad y poesía

Por Dorothea Lasky

Dorothea Lasky presenta la poesía reunida de Cecilia Pavón tras más de veinte años de escritura, Diario de una persona inventada, novedad de Blatt & Ríos.


 Por Dorothea Lasky. Traducción: Fran Bariffi




Durante los últimos treinta años, Cecilia Pavón ha modificado continuamente la escena de la poesía, la escritura, el arte, la traducción, la edición y las actividades colectivas en el mundo de la cultura. Desde su hogar, en Buenos Aires, Pavón ha escrito, editado y traducido más de veinte libros de poesía, ficción y no ficción. Como poeta, pensadora, traductora y curadora, la fuerza de Pavón no tiene igual. Es evidente que en los próximos años seguirá influyendo a quienes hoy escribimos, con su gracia, su genio y su canción inagotable. 

Una de sus mayores contribuciones al arte y la literatura contemporáneas es la devoción con la que su obra intenta acercar el espíritu colaborativo y amable de lo colectivo al acto sagrado de la creación artística. 

En 1999, Pavón fundó Belleza y Felicidad junto con Fernanda Laguna. El espacio abrió sus puertas a artistas y escritoras y escritores argentinos. Y aunque Pavón dejó el proyecto en 2002, la visión que compartieron con Laguna llegó a crear un lugar único. Belleza y Felicidad todavía es un ejemplo de las posibilidades concretas que existen de colaborar en el arte de una forma interdisciplinaria. Ofreció un espacio para exhibir las obras de artistas y escritores contemporáneos a través de eventos, muestras y ediciones originales. La sensibilidad de Pavón por lo colectivo se sostuvo hasta el presente. En 2019 abrió Mi-crocentro: oficina central de poesía. Y no hay duda de que abrirá más espacios artísticos como estos en los próximos años. 

La fundación de Belleza y Felicidad y su éxito significa más que sus eventos, muestras y publicaciones, e incluso más que los artistas y escritoras y escritores que recibieron su apoyo. En la escena de la cultura contemporánea, el proyecto muestra la importancia casi sagrada del arte cotidiano. Y esto revela mucho sobre la poética de Pavón. 

Algunos dicen que su poesía e intuición artística son kitsch. Lo kitsch, como la obra de Pavón, se expande, cuando se aplica a la emoción de la creatividad y sus posibilidades. Lo kitsch tiene que ver con lo cotidiano, siempre. Lo kitsch es el relámpago de lo cotidiano. 

Cuando una artista, escritora o poeta logra conectarse con el corazón de las cosas que la mueven en la vida cotidiana, el sueño de una vida vivida en toda su intensidad está al alcance de la mano. El kitsch, con su sensibilidad por lo efímero, el drama, los sentimientos, las preocupaciones diarias y la creación de lo bello a partir de lo que ya existe (esas cosas que realmente están alrededor de una), es capaz de generar un procedimiento artístico completamente revolucionario. 

A pesar de todo esto, para algunas personas el kitsch fue por mucho tiempo un término difícil de usar para describir obras de arte valiosas. De algún modo, la idea de lo kitsch tiene muchas cosas en común con el espíritu de los noventa. La ironía es una de esas cosas, sin duda presente en la obra de Pavón. En los noventa, el mundo se enfrentaba a un nuevo milenio. La ansiedad tenía que ver con la importancia que se le daba a la marca temporal del número 2000. Y, sin embargo, a pesar de los horrores que seguían ocurriendo en todo el mundo, en los noventa también había una esperanza por el futuro. El lenguaje de Pavón sostiene esa esperanza. Incluso si la hace convivir con un terror que también está presente en lo cotidiano. Este es el drama de lo real, el relámpago de lo real en la vida de todos los días. 

La obra de Pavón no necesariamente es kitsch. Pero tiene esta esperanza en lo cotidiano que puede asociarse al término con facilidad. En toda su obra, en especial en su poesía, los gestos guiados por el espíritu colectivo, como los de Microcentro o Belleza y Felicidad, están siempre en el centro de sus elecciones lingüísticas. En su escritura, Pavón siempre se quita el sombrero ante quien lee, prestándole atención tan de cerca como atendería a las necesidades de una persona real. Todo se trata de una performance que se desarrolla a partir de una tensión entre quien escribe y quien lee, entre el momento y el tiempo, entre el cuidado y la indiferencia. Pero, en realidad, los poemas de Pavón siempre te cuidan. 

Su personaje (feroz, dulce, extraño) está presente en toda su obra, siempre a la espera de un nuevo día para crear. Hay una atención amorosa en sus versos. Aunque parezcan muy perso-nales y preocupados por sus propias circunstancias particulares, muestran un interés sincero por la forma en que la lectora o el lector pueda llegar a comprometerse con lo que está escrito en la página. Esta hermosa contradicción da lugar a una poesía que no se parece a la de nadie que esté escribiendo actualmente. 

Si hubiese nacido en otra época, quizás Pavón hubiera sido considerada una poeta confesional. Y habría sido una etiqueta equivocada para definir su obra. Aunque por otro lado, la etiqueta de confesional ha estado casi siempre mal puesta. De hecho, en el fondo, es una idea de la que desconfío intuitivamente. 

Y sí. El propio término confesional está lleno de problemas conceptuales. Poetas norteamericanas del siglo XX, como Sylvia Plath y Anne Sexton (que son referentes de la poesía llamada de esa forma), supieron jugar muy bien con la idea del tabú. En un poema “confesional”, si es que creemos en esta categoría, las y los poetas hacen declaraciones que parecen venir de la intimidad, con la esperanza de establecer con quien lee una conexión que las sostenga para siempre en el espacio del poema. 

Pero no. La poesía de Pavón no es confesional. Es hiperrealista. Está comprometida con el yo y los espíritus que la rodean, obsesionada con el paisaje y el conocimiento que pueda encontrarse en él, y decidida a confeccionar un bello tapiz de imagen y sonido sin que importe lo que pueda costar. Los poemas de Pavón se basan en la creencia de que todas las personas (que leemos) estamos interconectadas de una forma íntima, y que nos cuidamos unas a otras. Y también en la creencia de que un poema no necesita atrapar a la lectora. Sólo necesita invitarla a entrar. 

Quizás sea una tradición literaria argentina la de explorar entre los límites de los géneros literarios, como de alguna forma hace Pavón. Buscar que el lenguaje se empape de lo que ya es para ver lo que puede ser. La poesía de Pavón revela que nunca vamos a llegar más allá de la tierra, y tampoco de lo real. ¿Para qué escribir como si lo contrario fuese posible? Una vez que nos rendimos ante los milagros de la realidad, las posibilidades de la vida creativa se vuelven infinitas. 

La red de poetas de la que Pavón forma parte es mucho más grande de lo que puede resumirse bajo el nombre de un movimiento, o bajo alguna de las palabras con las que pueda definirse una poética. La obra de Pavón es mágica. Está impregnada de las palabras de muchos otros poetas y escritores y escritoras contemporáneos y clásicos (algunos de los cuales ella misma tradujo) como Ariana Reines, Alfonsina Storni, Gwendolyn Brooks, CAConrad, Bhanu Kapil, Marina Šisvetaeva, Miyó Vestrini, Fred Moten, Diane di Prima, Jack Spicer y Chris Kraus. Estos escritores y escritoras, que logran sostener un lenguaje en medio de la exaltación cotidiana de una humanidad interconectada, son los pares, los coetáneos de Pavón.

Ahora los y las fans de la poeta pueden sostener este libro en sus manos y disfrutarlo. En él, se nota cómo estos escritores y escritoras influyeron en su obra de una forma poderosa. En “Un hotel con mi nombre”, Pavón escribe: 


Trajiste la birome más pesada para nuestro paseo por la ciudad 

ahora desarmo la pulsera de Dios. 

Vi los brotes de las flores “no las conozco” 

que estaban como dispersos en un colchón de hojas duras.

¿Es esto inspiración? 

No


Este poema hace que nos preguntemos qué es realmente la inspiración. En él, se niega la respuesta que a la vez se ofrece. Y todos nos quedamos con el anhelo y la pregunta en la mente: “¿Es esto inspiración?”. No hay respuesta. Y si la hay, como nos dice el poema más adelante, se encuentra en las “flores de puntos/ que eran constelaciones” y “los árboles/ (…) moviéndose como espadas en el aire”. Como en otros poemas de esta colección, la respuesta es la naturaleza y su infinita divinidad y propósito. 

En otro momento del libro, la segunda parte de un poema titulado “Últimos poemas del invierno”, Pavón escribe:


Sigo sujeta a la Tierra 

los pies descalzos sobre el musgo 

las uñas un poco desgarradas y quebradizas 

el cabello castigado 

pero tengo algo dorado que me favorece. 

Señores del supermercado: gracias por existir 

aunque me gustaría más comprar al aire libre 

en un mercado callejero, al aire libre no me gusta la iluminación. 

lo que llevo en la bolsa de papel color madera 

es un pedazo de carne cruda. 

Toda la mañana la carne cruza conmigo la ciudad 

es una excepción que hoy haya sol porque 

estamos en el invierno más desolado. 

Cuando llego al departamento me golpea 

con todas las fuerzas la pesadez de un hogar. 

¿Será porque siempre las siento vacías que odio las casas?


Con palabras así, Pavón se convierte en una poeta sanadora, una gran poeta, una poeta para guiarnos a través de la vida y más allá. Este poema, que insiste en la exposición del cuerpo al aire libre, insiste también en la magia, y en que la magia puede manifestarse en lo cotidiano. El poema, que pone atención a la belleza de “los pies descalzos sobre el musgo”, “las uñas un poco desgarradas y quebradizas”, “el cabello castigado”, hace que tenga “algo dorado que me favorece”. 

Cecilia Pavón es una poeta sobresaliente. También es una poeta de la amistad. Crea poemas que son nuestros amigos. Poemas que son, como dice Sylvia Plath, un “cuenco lleno de capullos rojos” que “florecen por puro amor a mí”. Los poemas de Pavón florecen por puro amor a nosotros. 

Yo amo esta obra. Me encantan estos poemas. Me encanta el espíritu que hay detrás de ellos y el lenguaje que guardan. Amo a la persona que escribió estos poemas, y amo los millo-nes de acontecimientos que hicieron que estos poemas fueran escritos. Amo este libro. 

Entonces, a quien esté leyendo ahora este libro: espero que florezcas con el espíritu de estos notables poemas. Una luz interminable los acompañará en el camino.

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