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Juan Laxagueborde: yendo de la vida a la obra y de la obra a la vida
Y su libro Tres personas
Lunes 12 de abril de 2021
Publicado por Ivan Rosado, el último libro del ensayista y sociólogo recorre vida y obra de los poetas Juana Bignozzi, Darío Cantón y Elsie Vivanco, autores que "inventaron una intimidad extraña al común".
Por Valeria Tentoni.
Publicado por Ivan Rosado, el último libro del ensayista y sociólogo recorre vida y obra de los poetas Juana Bignozzi, Darío Cantón y Elsie Vivanco, autores que "inventaron una intimidad extraña al común", según escribe en el prólogo. "Hay en estas evocaciones de Laxagueborde una suerte de conversión del anacronismo en novedad: como si contar las vidas de escritores como vidas de artistas hiciera de la escritura una performance, un hacer inespecífico", anota en la contratapa Ezequiel Alemian.
Con obra de la artista visual Celina Eceiza en portada, Tres personas comienza "preguntándose por la presencia de lo nuevo en lo anterior". Vivanco (1936-2021), Bignozzi (1937-2015) y Cantón (1928-): autores que comparten un tiempo pero no parecen pertenecer a ninguna generación, tal como advierte el crítico cultural, autor de libros como Tulio Halperin Donghi y Max Gómez Canle. Además docente e integrante de distintas revistas culturales, la última Segunda Época, Laxagueborde aceptó responder algunas preguntas por correo.
¿Por qué elegiste a estos autores para el libro, qué los reunió?
Me parece que lxs tres tienen curiosidades propias y una relación por momentos extraña con sus épocas, con sus contextos. Pero también con los cafetines, con los estilos que fueron imperando, con las corrientes, con la industria cultural, con los grupos y las distintas sociabilidades que fueron atravesando a lo largo de sus vidas. Compartieron ciudad, cierta década de nacimiento y sin embargo son difíciles de agrupar tras la palabra generación.
¿Ves continuidades de sus obras en las generaciones presentes? Bignozzi, Cantón y Vivanco son, a su manera, autores del borde: su lugar en la biblioteca argentina no ha sido central, y quizás ese sea un modo de la libertad que se buscaron. ¿Lo ves así? ¿Cómo mapearlos?
Algo de lo que decía recién. No lo veo tanto en términos de mapas o panoramas o generaciones. Sé que hay algo arbitrario de juntarlxs bajo ese "tres personas". Quise pensar una serie que los pusiera a la par. Reunirlos en una trinidad laica. Estoy de acuerdo con esa idea de que pertenecen más al entorno que al centro. Es eso lo que posibilita que sigan siendo leídos de manera no canónica. Por lo menos creo que así los leí yo, tratando de bordear lo que hicieron y hacen, enfocando algunos aspectos de sus libros y de sus biografías, pero sin la intención de ponerlos en algún lugar específico de la cultura argentina.
¿Por qué elegiste autores como vos llamas "del entorno"? Hablás de que ofrece más libertad hacerlo, ¿de qué se trata esa libertad? ¿De qué se trata la falta de libertad que implicaría elegir autores más canónicos?
La cuestión del cánon siempre es un tema. Podría decir dos cosas: que el cánon existe solo como pretexto para conversar y proponer otras perspectivas o señalar otros esquemas de cánones. Por otro lado, a veces es más difícil, más tortuoso, hablar de lo que se habló mucho, a riesgo de repetir lo que se sabe o de no sentirse movilizado para curiosear. Es ahí donde proponer una tríada de personas, con esas vidas y esas obras no tan centrales, me permitió en sí mismo una forma de indagar y de descubrir cosas. El libro de alguna manera es también un juntadero de "datos" o de cruces entre personas y contextos, que fui descubriendo a medida que lo escribía.
Me parecía que se podía pensar la palabra búsqueda, o la palabra investigación, más cercanas a la interpretación o la tradición crítica que a los métodos sociológicos o las técnicas o los formalismos. En ese sentido buscar sería más una especie de juego o de artificio interpretativo que una función disciplinar, profesionalista. El malestar sería una sensación inmediatamente anterior a la búsqueda como crítica de una manera de hacer o leer.
Vida y obra: ¿qué podés decirnos de ese lazo? ¿Con qué preguntas al respecto comenzaste?
Me cuesta acordarme con qué preguntas empecé. Sí me doy cuenta que me interesa pensar esas vidas y esas obras como dos espacios superpuestos pero no integrados. Yendo de la vida a la obra y de la obra a la vida, en el medio se va formando una especie de surco. Quise ver qué había ahí, leer ese surco como un objeto que decía algo más que la suma de las vidas y las obras.
Escribís sobre artes visuales habitualmente. En la contratapa Ezequiel Alemian incluso alude al cruce entre poesía y artes visuales, ¿cómo lo pensás?
Lxs poetas y lxs artistas visuales no dejan de ser algo bastante parecido, personas que hacen lo que quieren con el lenguaje que eligen. Esta pobre y vaga definición me alcanza para justificar que me interesen las dos cosas. A la hora de pensar el cruce entre las dos, si miramos las últimas décadas, el resultado está cantado: Liliana Maresca, Roberto Jacoby, Fernanda Laguna, María Guerrieri, Claudia del Río, Fabio Kacero, Mariana López, Martín Legón, Laura Códega, Lucrecia Lionti, por nombrar algunxs que me gustan específicamente y que hacen o hicieron las dos cosas.
Mancilla, Segunda Época: ¿Por qué seguís apostando a construir pensamiento desde el formato revista?
Son maneras de hacer algo con otrxs, son proyectos grupales donde poder discutir o pensar o arriesgar cuestiones que nos parece que valen la pena de ser leídas y escritas. Esa apuesta es grupal y es una manera de pasar el tiempo haciendo con otrxs, poniendo un poco en cuestión la neura individual.
También das clases junto a Horacio González, ¿cómo creés que te marcó como ensayista su proximidad, qué cosas te proponés y te propusiste aprender de él?
Sí, doy clases con él. Me marcó como alumno y como lector; y hace unos años tengo la suerte de trabajar con él. No sé si me propuse, más bien aprendo todo el tiempo de su manera de leer (de interpretar) y de su generosidad. Algo bastante difícil de definir, pero que Fernanda Laguna sintetizó en un texto de su libro Espectacular, en donde habla de un encuentro que tuvo con Horacio González, cuando este era director de la Biblioteca Nacional. González dijo que lo que había hecho Fernanda en esa muestra de la biblioteca demostraba que "todo tiene que ver con todo". Fernanda tomó esa frase como una especie de epifanía que la marcó para pensar "en el infinito de las posibilidades". Entonces, quizá haya algo de eso, de una manera de mirar o estar atento a poner una cosa al lado de la otra y lograr formas que vengan de esa manera extraña, artística, de cruzar objetos.
Escribís ensayos y das clase sobre eso también, ¿qué tiene el ensayo para ofrecer como espacio de ideas? ¿Por qué te interesa el género?
El ensayo es algo muy difícil de definir y Argentina es un lugar con una tradición amplia y rarísima de ensayistas. Quizá me sirva pensar por qué me interesa el género a partir del título de un libro de la década del cuarenta, de Romualdo Brughetti, ensayista y crítico de arte: "El descontento creador". Pero tampoco es solo eso, no es solo descontento el ensayo. Puede partir, paradójicamente, de la situación inversa: de cierta alegría por algo o de cierta valoración, sin que haya un problema previo que reclame ser continuado.
Por último, ¿qué ensayistas de tu generación te interesa leer?
Muchxs y seguro me olvide de varixs. Pero diría Lucrecia Palacios, Mariana López, Claudio Iglesias, Carlos Gradin y mis compañerxs de revista: Agustina Muñoz, Santiago Villanueva y Maruki Nowacki.