Se habían recibido originalmente 200 novelas, que fueron postuladas por más de un centenar de editoriales pero también por por los mismos autores. Ejemplares viajaron a los integrantes del jurado desde de Ciudad de Buenos Aires, de Salta, Chubut, Córdoba, Santa Fe, Chaco y Neuquén, entre otras provincias. "La pandemia y sus consecuencias reafirmaron que este año un premio tenía la misión de guiar la lectura de miles de personas que, aunque sea por un ratito, necesitaban escapar de este presente que se sentía tan ficcional", explicó Catalina Labarca por Filba, y agregó que en ningún momento pensaron en suspender el concurso, si bien a poco de anunciarlo llegó la noticia de la pandemia. "Esperamos que el premio sirva para darles una segunda circulación a cada una de las diez novelas finalistas", agregó.

Primero, de esas 200 se seleccionó una lista larga de diez que luego bajó a cinco en segunda instancia: la novela ganadora compitió entonces con ¡Felicidades! de Juan José Becerra (Seix Barral), La masacre de Kruguer de Luciano Lamberti (Literatura Random House), Las malas de Camila Sosa Villada (Tusquets Editores) y Quemar el cielo de Mariana Dimópulos (Adriana Hidalgo editora).

El jurado compuesto por Eugenia Almeida, Luis Chitarroni y Beatriz Sarlo seleccionó finalmene la novela publicada por Baltasara Editora como la primera en recibir este premio en el país. "Es una primera novela que pone en escena un paisaje apocalíptico", explicó Almeida, encargada de comunicarlo en vivo. "Un apocalipsis que posiblemente ya esté aquí". El último Falcon sobre la tierra de Juan Ignacio Pisano (Baltasara Editora) se quedó con la victoria.

Almeida anunció la novela ganadora en una ceremonia online: "El proceso de elección fue muy difícil porque un jurado busca un consenso y partíamos de miradas muy distantes entre sí, miradas literarias y sobre el mundo. Entre las diez novelas de la lista larga hay algunas novelas que personalmente me deslumbraron. Tuvimos discusiones muy interesantes, mucho debate y un trabajo muy intenso y creo que esa es una muy buena noticia porque habla de la heterogeneidad de las obras que se presentaron y del valor que hay en esa diversidad. Refleja la enorme riqueza de nuestra literatura en este momento".

"La narración llana es serenamente compleja, por eso aquello que se cuenta de ninguna manera resulta basto o plano. No hay palabras que puedan ser usadas en su contra. La historia se cuenta y nada sobra. Se expande, se agranda. El lenguaje justo, adecuado, y este libro excesivo y sobrio, exuberante e insuficiente, son los mejores testigos de la ficción que parece faltar y, sin embargo y sin lugar a dudas, prevalece e incluye la verdad puesta en juego", expresó Luis Chitarroni y leyó Almeida en su nombre. Lo mismo hizo con las palabras de Beatriz Sarlo: "Pisano escribe con precisión, y una proximidad que nunca cae en el sentimentalismo. Sus ancianos, sus niñas huérfanas, sus pobres no están allí para enternecernos sino para sorprendernos por su resistencia y su capacidad para inventar nuevos usos de objetos y técnicas que, en la ciudad, ya son obsoletos. Para ellos, en cambio, son el presente y la única forma del futuro".

Pisano agradeció el premio y se lo dedicó a su hijo, a la vez que relató un camino de formación en el que reconoció como maestros a Inés Garland, Pablo Ramos, Leandro Ávalos Blacha y Paula Jimenez España. Pisano, Doctor en Letras por la Universidad de Buenos Aires, contó que además a muchas de las novelas con las que compitió la suya las enseña en clase.

El autor compartió también algo acerca de la experiencia de escritura, su vínculo desde la infancia con el automovilismo y el deseo de contar una historia distópica. "La idea era situarme en un espacio identificable con la Argentina. En mi cabeza tenía un paisaje de conurbano de Buenos Aires o de provincia, tenía un ámbito rural en la cabeza, y ahí entra otra de las cosas con las que yo trabajo que es la gauchesca. La mezcla de todas esas cosas empezó a ingresar en la novela. Durante su escritura tuve una banda de sonido, Los antiguos, una banda de heavy metal argentino, y esa melodía funciona un poco en la cadencia, en el tono de la novela. La otra decisión importante fue la de la voz narradora femenina. La novela se fue escribiendo de forma fragmentaria, y tuvo todo otro proceso de reescritura. Tuve a Leandro Ávalos Blacha como lector privilegiado, quien me fue acompañando con devoluciones. Para mí la literatura es una actividad intersubjetiva, relacional, colectiva, y un interlocutor me parecía fundamental", dijo.

Por su novela ganadora, Pisano recibirá un premio de 300.000 pesos, además de una estatuilla diseñada especialmente para el Premio.

"En tiempos de pandemia y cuarentena, la participación tan masiva al Premio Novela Fundación Medifé Filba refleja la importancia de la industria editorial y, al mismo tiempo, la necesidad de un premio que proyectamos como un estímulo y un reconocimiento a la creación literaria y al oficio de hacer libros", concluyeron desde Fundación Filba, y anunciaron que el año que viene habrá segunda edición.

Daniela Gutiérrez, gerenta general de Fundación Medifé, por su parte dijo: "Este tiempo nos ha puesto en la experiencia concreta. Estamos en un momento de transición y en ese contexto para Fundación Medifé nos sirvió mucho pensar en el trabajo colaborativo y en reforzar las alianzas. Una de ellas es con Filba: son los mejores aliados para meternos en este mundo del libro. No nos interesa solo financiar proyectos sino meternos en esos proyectos y trabajarlos desde adentro y construimos un hermoso equipo para recuperar la mejor novela del año anterior. Fue una experiencia muy interesante para nosotros y muy rica".