Joyce, Beckett y un mundo infinito de formas posibles
Por Laura Crespi
Jueves 10 de junio de 2021
"El itinerario que traza Dupont en este poema largo es en realidad un loop hipnótico y espiralado", escribe Laura Crespi. Una reseña de Joyce y Beckett en la isla de los cisnes, de Mariano Dupont (Huesos de Jibia, 2020).
Si bien este paseo imaginado describe, en parte, un recorrido lineal –que el poeta registra desde arriba y desde una ventana, al parecer la única en la habitación, mientras observa a los dos genios irlandeses del siglo XX caminando y conversando–, el itinerario que traza Dupont en este poema largo es en realidad un loop hipnótico y espiralado. Aquí las peripecias, las tensiones e intereses entre dos personas, poseedoras “de ese ojo, de ese oído”, y sobre esa superficie artificial construida en París un siglo antes, que une el Pont de Bir-Hakeim con el Pont de Grenelle, son proyectadas como en un pequeño film cuya “forma posible” es casi el corto cinematográfico. El autor escenifica ese paseo mítico que hicieran juntos durante un período de sus vidas Joyce y Beckett, por la alameda de los Cisnes, “ida y vuelta, ida y vuelta”. “Hay que imaginar”, propone Dupont. Imaginar qué dicen, qué hacen, y escribe: “¿Usted qué opina, Beckett? ¿Qué piensa? / Beckett dice “yes, yes” y piensa, acto seguido, / en sus palabras, en lo que ya ha borroneado / en un cuaderno: “aquí la forma es el contenido, / el contenido es la forma”. Y también en esto, / que le ha gustado: “El lenguaje está ebrio”. Como imaginar abre “un mundo de infinitos, sí, de formas posibles”, entonces quizás la posibilidad de una literatura esté realmente contenida en ese verso. “Todo pasa, / en el poema, pareciera / en un presente eterno.” El autor escribe ese poema y registra en el extremo, río abajo, de la Isla de los Cisnes, el paseo de dos escritores, uno al final de sus cuarenta, el otro muy joven, conversando. Alrededor el Sena fluye e impacta sobre las viejas piedras enmohecidas. Imagina esa conversación que a su vez es imaginada por estos dos genios locos. Loop magnético, un juego del procedimiento, espiral de la amistad y de la admiración: “Imaginemos, sí, hay que imaginar, / palabras, (…) versos, frases ad vultum tuum, hilachas / que dibujan...”. Y escuchamos la conversación. Oído, ojo. Y también los silencios “que van, como ofrendas, / de un pecho a otro y hacia el éter insensible.” Las palabras no dichas: “la mirada intensa, apuntada al suelo / pero dirigida, indudablemente / al interior, al runrún de su espíritu.”
Así se prolonga este short film con algunas sorpresas imperdibles. Canto, danza y brindis donde el espiral estalla finalmente y abre su emoción en palabras al infinito: “calculado pathos“, “hermoso, hermoso”, el “Work in Progress, / el libro loco de la noche de los tiempos”. Y además es un poema largo, donde ese envión imprescindible para que funcione como tal, es ese cálculo perfecto donde no sobra una palabra. Presentación y música. Repeticiones y reversos, versos repetidos y reformulados, más cargados unas veces, otras menos, con el humor rítmico de este paseo de la mente: “Joyce y Beckett, maestro y discípulo”. ¿Cuándo? 1929, “o 1930, no más allá de 1930”. Pero ¿Cuántas veces? Infinitas. En el éter insensible que también la literatura es.
Crítico, narrador y poeta, Mariano Dupont publicó tres novelas: Aún (premio emecé, 2003), Ruidos (Santiago Arcos, 2008) y Arno Schmidt (Seix Barral, 2014). En poesía Quique (2003), Pampa trunca (2004), Nanook (2010), Marcola (2011) y Bobby Fisher vs. Bobby Fisher (2018) editadas en EDICIONES CADA TANTO. Sus últimos ensayos críticos pueden leerse en el blog revista CUARTA PROSA.