Inés Kreplak, creadora de la primera biblioteca al paso en Buenos Aires
Dejar un libro, llevarse otro
Miércoles 28 de febrero de 2018
Además de publicar su primer libro, Confluencia (Alto Pogo), la docente y editora Inés Kreplak se las ingenió el año pasado para fundar la primera biblioteca al paso local, proyecto autogestionado de lectura comunitaria en el que cada quien se lleva un libro y deja otro en un punto de su barrio. Hoy son más de 20 en todo el país y aquí un mapa actualizado de las réplicas.
Por Valeria Tentoni. Fotos y mapa Inés Kreplak.
Inés Kreplak nació en Buenos Aires en 1987 y estudió Letras en la Universidad de Buenos Aires. El año pasado, la editorial Alto Pogo publicó su primer libro, Confluencia, libro que navega entre la crónica de sus expediciones al Delta y el Tigre, su viaje a Europa, un duelo familiar y la exploración personal, como apunta Hernán Vanoli en la contratapa, de "los límites y las potencias de un padecimiento".
Docente universitaria, Kreplak se desempeñó además en el ámbito público con proyectos de promoción de la lectura tan valiosos como, por ejemplo, la edición de la colección Leer es futuro del Ministerio de Cultura de la Nación: libros de autores emergentes cuyas portadas eran realizadas por ilustradores jóvenes de todo el país, distribuidos gratuitamente en bibliotecas y escuelas. Ese proyecto, como tantos otros, se discontinuó con el cambio de gestión, justo después de presentarse la segunda tanda de la colección.
Como cuenta en esta entrevista, fue justamente después de dejar su trabajo en el ministerio que una "abstinencia de proyectos socioculturales" la empujó a buscar nuevos horizontes y apareció, en un viaje, la idea a replicar: las Little Free Libraries. "Dejá un libro, llevate un libro" es el slogan, simple, de intercambio: un puente a la lectura compartida y al fortalecimiento de las comunidades.
¿Qué modelos tomaste para armar la biblioteca al paso?
Había estado trabajando en la promoción de la lectura en varios proyectos desde el Ministerio de Cultura. Conocía algunas experiencias en plazas y estaciones de trenes en México, Colombia y Chile, pero fue cuando viajé a Chicago a visitar a una amiga mía que vi las Free Libraries en un barrio llamado Oak Park y volví con ganas de armar una en mi barrio.
¿Qué te movilizó a armarla?
Primero la abstinencia de proyectos socioculturales, luego de dejar mi trabajo en el Ministerio de Cultura por el cambio de gobierno. También, la idea de generar o colaborar en la construcción de una comunidad en mi barrio y la posibilidad de pensar que, contra toda lógica que se impone desde afuera, el libro sigue trascendiendo la idea de objeto de valor económico. Va mucho más allá.
¿Dónde pusiste la primera?
La primera está en Parque Chas, pero hoy son más de veinte en todo el país. Son proyectos autogestivos que genera cada comunidad. A veces la idea surge desde una escuela, un jardín de infantes, grupo de vecinos y vecinas, una persona privada de su libertad que estudia carpintería, arquitectas, artistas plásticas, maestras, etc.
¿Cómo fue la experiencia? ¿Cómo reaccionaron los vecinos?
La experiencia es hiperpositiva. Al principio, las personas adultas reaccionaban desconfiando. Escuchaba que decían "esto debe ser una trampa" o "¡qué es esto, ¿una pajarera?!". Después, cuando en el portal del barrio circuló que era un proyecto que existía en Europa y Estados Unidos decían "esto es muy europeo". Quizás, sin darse cuenta de que no era europeo, estaba en su barrio y era de acceso para ellos y ellas también. Los nenas y las nenas, cuando no están tan teñidos por el discurso de los adultos, aceptan más naturalmente las propuestas nuevas. Así que eso me emocionó de entrada, cómo los chicos chiquitos les enseñan a sus padres qué es la Biblioteca y cómo funciona. Ahora está naturalizado su presencia en el barrio, funciona bastante bien y han surgido muchas iniciativas de nuevas bibliotecas, a partir de la difusión de la Biblioteca al Paso de Parque Chas.
¿Qué libros circulan en la biblioteca al paso? ¿Qué dejan, qué se llevan?
Circula de todo y quizás ahí es donde más trabajo hay que hacer. Algunas personas, quizás sin darse cuenta o sin mala intención, dejan cosas que no quieren o que están por tirar a la basura y para no tirar un libro, lo dejan en la biblioteca. No es la idea. La idea es intercambiar cosas que valen la pena leer. A veces tengo que hacer una limpieza y tirar manuales de informática de los años 80 o libros de ejercicios de inglés completados con lapicera, pero otras veces me emociono mucho porque encuentro libros hermosos, de editoriales de las llamadas "independientes", libros de poesía. Incluso el otro día un amigo trajo tres libros y se llevó un libro muy específico sobre pensamiento político que estaba buscando hacia mucho tiempo y no conseguía. Eso es hermoso.
¿Cómo fue la progresión de réplicas? ¿Te reuniste con quienes las arman?
En muchos casos creo que la idea ya venía gestándose y cuando vieron que estaba la de Parque Chas y que funcionaba bien, se animaron. Ahora, según tengo conocimiento hay más de 20 en todo el país. Pero seguramente de muchas no esté enterada. Intento difundir todas las que conozco, acá y en otros países, en el Facebook de la Biblioteca al paso. Por esa vía me piden consejos, intercambiamos experiencias y en algunos casos como con la gente de las bibliotecas de Colegiales o de Agronomía nos juntamos, nos conocimos, intercambiamos experiencias y apoyo mutuo.
¿Qué importancia tiene la lectura para vos, que además sos escritora y editora?
Para mí la lectura es fundamental. Fue mi refugio durante la infancia y es una gran compañía en mi vida adulta, además de una herramienta para superar grandes dolores. Aprendí mucho leyendo, básicamente a empatizar, a ponerme en el lugar de otros y otras; a ser independiente, imaginar realidades que pueden no ser imposibles. Estudié Letras, escribo, trabajo como editora y como docente así que esa pasión se transformó también en un modo y un medio de vida. Por supuesto que me he tenido que desviar un poco de la vocación absoluta, ojalá pudiera dedicarme solamente a la literatura, pero, en términos amplios, vivo de leer, de escribir y de pensar la literatura. En ese aspecto, no me puedo quejar.
Mirá el mapa de bibliotecas al paso que armó Inés, ¿hay alguna cerca de tu casa?