Indagaciones luminosas alrededor de los elefantes
Sobre el libro de José Emilio Burucúa y Nicolás Kwiatkowski
Lunes 13 de mayo de 2019
Una reseña de Natalia Gelós alrededor de Historia natural y mítica de los elefantes (Ampersand), libro que une arte, poesía, historia, filosofía y más: un mapeo intelectual y fantástico del lugar de los elefantes entre la simbología de los hombres.
Por Natalia Gelós.
Un elefante, dos elefantes, mil, infinitos, balanceándose sobre la tela de una araña bicéfala. Más allá de la ingenua referencia, la imagen sirve, porque sobre las cabezas de José Emilio Burucúa y Nicolás Kwiatkowski se trazan líneas ramificadas que hacen honor a las proporciones de su objeto de estudio para traernos este libro que une arte, poesía, historia, filosofía y tantas cosas más bajo el nombre Historia natural y mítica de los elefantes, editado de manera muy bella por Ampersand. Ahí van ellos, entre mapamundis, grabados, tratados de naturaleza y esculturas; atraviesan la Ilustración, la Antigüedad y el Medioevo y nos llenan de maravillas para armar un mapeo intelectual y fantástico del lugar de los elefantes entre la simbología de los hombres.
Que en YouTube se puede ver cómo asesinan en 1900 a uno de ellos, electrocutándolo. Que hay semejanzas con el tapir, y las explican. Que los elefantes blancos son llamados así desde la Antigüedad pero no son blancos, sino de un marrón claro; albinos. Que entre ellos y los rinocerontes se fundó una rivalidad antinatural, impuesta por los reduccionismos del hombre. Que entre los elefantes no hay patriarcas sino matriarcas y hacia ellas conviene mirar. La admiración que despertaban entre los filósofos, la representación de una moral, los pioneros de su estudio. ¿Cuánto más? “Nos interesa reconstruir ese aspecto de nuestra cultura pasada y buscar en él las fuentes para una relación más armónica y menos destructiva con los animales porque creemos que los seres humanos seríamos mejores y nos conoceríamos mejor a nosotros mismos si, en lugar de separarnos de los animales y ponerlos en riesgo de desaparecer, nos interesásemos por comprenderlos y mantenerlos vivos, en una situación de bienestar, en sus ambientes naturales”, escriben los autores. Ese camino, ese entendimiento, se produce con datos, pero también con arte y poesía. Ahí donde se pasean, si se permite el capricho, libros pensados en distintos tiempos pero, en un punto, hermanados, como El peregrino (1967, editado en 2016 por Sigilo), de J. A. Baker; La vida de las abejas (1901), de Maurice Maeterlinck; La invención de la naturaleza (2017), sobre la vida de Alexander von Humboldt, escrita por Andrea Wulf.
¿Qué tiene todo eso en común? El ejercicio naturalista, esa bibliografía como fuente de saber pero también de inspiración, con préstamos de esos procedimientos, para producir algo que alimenta lo literario, la recuperación de una mirada que pone de relieve ese vínculo cultural que armamos con los animales y que nos deja concluir que, en definitiva, en esas aguas somos todos perpetuos aprendices. Libros que tienen información, que son más o menos líricos pero que nos acercan un mundo plagado de belleza, de datos que abren puertas a caminos que sí o sí nos llevan a la magia del mundo animal.
La religión, la guerra y la ceremonia ¿qué lugar ocupan nuestros queridos paquidermos en esas categorías? Entre letras negras y grises, para marcar los fragmentos que pueden interesar a los lectores más jóvenes, el libro avanza por los pasillos de la historia de la manos de estos dos investigadores que saben cómo llegar hasta las partes más interesantes, con erudición pero sin perder el atractivo. Hay ilustraciones, cartografías, tratados, encontrados en los archivos de centros de investigación de todo el planeta, reunidos entre jornadas de investigación y exposiciones, alcanzados por colegas que sabían la empresa que tramaban los autores, y hay incluso diálogos con el mundo virtual: referencias a mapas online, por ejemplo, a eso que ocurre más allá de esas páginas y de los pergaminos. Oriente, Occidente, nada queda por rastrear. Indagan en las raíces de Ganesha, en sus historias más luminosas y también en las más sombrías. Es un libro sobre la historia del conocimiento, una historia de la observación. Colosal e intenso, sabe cuándo dar un respiro para no apabullar. De las ideas al cuerpo, de lo concreto a lo ideal.
Veamos por ejemplo eso que dicen sobre la trompa del elefante, ese órgano extraordinario, “capaz de moverse con sutileza y finura tales que recoge objetos diminutos y frágiles sin dañarlos, limpia los ojos propios y ajenos, acaricia a otros individuos, les llama la atención y les transmite mensajes con sólo introducirse suavemente en sus bocas”. Hay espacio para todo en este libro, hasta para la descripción detallada.
Hacen falta estos libros. Todo eso que forma lo que llamamos mundo natural guarda tantas sorpresas y espera a ser redescubierto. Burucúa y Kwiatkowski nos recuerdan esa necesidad y nos abren la puerta para seguir en busca de más, de todo eso que está ahí afuera, dispuesto a maravillarnos.