El precipicio de lo cotidiano
Por Gabriela Borrelli Azara
Miércoles 11 de noviembre de 2020
"Se precipita la lengua igual que las horas y los días avanzan en barroca similitud en las vidas de cinco amigas en las que la muerte ha irrumpido": algunas ideas sobre Vikinga Bonsái de Ana Ojeda en la última Feria del Libro de La Rioja.
Por Gabriela Borrelli.
Se precipita la lengua igual que las horas y los días avanzan en barroca similitud en las vidas de cinco amigas en las que la muerte ha irrumpido: intempestivamente, graciosamente, tragicómicamente. Es la sombra de Facundo la que invoca en las primeras líneas, Fecunda más que Facunda, en un historia en las que los lazos maternales son solo un entramado más del lazo más largo, ovillado lejos y luego descarnado: la amistad. Ana Ojeda la barroquea de lo lindo para contar la historia de Vikinga Bonsái o Bombay, Orlanda Furia, Gregoria Portento, Dragona Fulgor y Talmente Supernova. Amis, conectadísimas, #apocalipsicadas, hoy más que nunca en pandemia y nueva normalidad ese apocalipsicadas funciona como guiño premonitorio.
En Boedo, las amigas se juntan, charlan, y la trama que empezó con fragmentos cortos y hasta pequeños aforismos se va amontonando en capítulos como se amontonan los días de una vida. El precipicio son las horas que parecen todas iguales pero no lo son, así como la lengua pareciera la misma pero nunca lo es, es siempre ese pantano que de lejos se ve terso y transitable y que si una se atreve a caminar sobre él, la va comiendo, la va agarrando en su barrosidad para que quedemos empantanadas de las palabras que nos nombran y con las que nombramos.
Vikinga Bonsái está lleno de frases hermosas que viven fuera de los libros, frases hechas se les dicen, y aquí el primer síntoma del marechalazo, a puro estilo del Adán Buenosayres: se fue para arriba como pedo de buzo, decían esos amigos y en Vikinga encontramos: la culpa no es del mate sino del que llena el termo. #Marechalazo para que Ana muestre cual mesa de saldos de feria de libro usado que ese hashtag viviente en las redes sociales tiene mucho que ver con la metáfora jíbaras de las frases hechas, se hace igual que Marechal de dos barrios: Villa Crespo y Boedo, para marcar la erre arrabalera, orillera de clase popular, de lengua guacha y disputada. Vikinga Bonsái es una obra citadina, pero recala en el gran campo travieso de la lengua argentina, de la que Marechal quiso hacer arte y de la que Ojeda sigue haciendo literatura. La lectura de Vikinga Bonsái es trotecito a caballo o el aire caluroso de la ventanilla del bondi en la ciudad. Es también el guiño marechaliano del número cinco: Tesler, Pereda, Shulze, Petiso Bernini y nuestras chicas que son la misma cantidad pero son otras, hijas insurrectas de la sociedad de esa época, hacen propio en el sueño comunitario ante la muerte y practican sin marco teórico la crianza compartida #sevaacaer. Ya que tengo este hashtag a mano me abstengo de celebrar el inclusivo como gesto de afrenta para reservarlo al goce de la leída.