El fin de la infancia
Miércoles 26 de mayo de 2010
Martín Hadis relee El fin de la infancia, clásico de la ciencia ficción, y acaso la mejor novela del gran escritor del género, Arthur C. Clarke.
Por Martín Hadis. (Foto de Arthur C. Clarke: Wikipedia)
El fin de la infancia es un clásico de la ciencia ficción, y acaso la mejor novela del gran escritor del género, Arthur C. Clarke.
Narra la llegada a la tierra de una raza extraterrestre, los superseñores. Éstos al principio no revelan su identidad ni sus propósitos, y se limitan a tener sus naves flotando sobre las principales ciudades del mundo durante medio siglo.
Cuando finalmente revelan su apariencia, ésta resulta ser bastante peculiar: son más altos y macizos que cualquier persona, y tienen aspecto de demonios, con cuernos en sus cabezas y alas en la espalda. Son, sin embargo, completamente pacíficos. Y han venido a la tierra, no para imponer su voluntad, sino para supervisar el fin de la humanidad tal como la conocemos: un fin del mundo en que todos los niños del planeta se transformarán en una entidad conjunta, fusionando sus mentes en una sola, desatando sus capacidades psi hasta extremos insospechados.
Si bien los superseñores son infinitamente más inteligentes y tecnológicamente desarrollados que los seres humanos, su intervención se limita a crear una sociedad mundial estable y próspera, de manera que cuando la trascendencia de la humanidad llegue, el crecimiento exponencial de las facultades extrasensoriales y telekinéticas de los niños derive en el final esperado, y no en una autodestrucción total.
Así lo explica Karellen, el embajador de los superseñores ante la humanidad que asombrada contempla su propio final:
"Hemos estudiado muchas veces el proceso que se nos ordenó vigilar (...) Pero sólo hemos percibido lineamientos de la verdad. Nos llamasteis los superseñores ignorando la ironía del título. Digamos que sobre nosotros hay una supermente que nos utiliza como el alfarero utiliza su rueda. Y vuestra raza es, la arcilla modelada por esa rueda. ...
La raza humana ha cambiado, con lentitud, durante siglos y siglos. Pero esta transformación que sobreviene es una transformación de la mente, no del cuerpo. Si se la compara con la evolución orgánica, es un cataclismo, algo instantáneo. Ha comenzado ya. La vuestra es la última generación del Homo sapiens.
En cuanto a la naturaleza del cambio, es muy poco lo que podemos deciros. No sabemos cómo se produce, qué impulso emplea la supermente cuando cree que ha llegado el momento. Sólo hemos descubierto que comienza con un simple individuo - un niño siempre - y luego se extiende de un modo instantáneo, como se forman los cristales alrededor del núcleo en una solución saturada. Los adultos no son afectados; el molde de sus mentes es inalterable.
Dentro de unos pocos años habrá pasado todo, y la raza humana se habrá partido en dos. Este mundo que conocéis ya no puede volver atrás, y ya no tiene tampoco futuro.
Han terminado los sueños y las esperanzas de vuestra raza. Habéis dado origen a vuestros sucesores, y vuestra tragedia consiste en que nunca podréis entenderlos, que nunca podréis comunicaros con sus mentes. En realidad no tendrán mentes. Serán, todos, una simple entidad, como vosotros sois las sumas de miríadas de células.
Pensaréis que no son seres humanos, y tendréis razón (...)
Mañana nuestras naves comenzarán la evacuación. No os acusaré si tratáis de intervenir, pero todo será inútil. Esos poderes que ahora están despertando son mayores que los míos; yo sólo soy su instrumento. (...)
Cuando vuestra raza esté totalmente olvidada, una parte de vosotros seguirá existiendo. No nos condenéis, entonces, por lo que estamos obligados a hacer. Y recordad: siempre os envidiaremos"
Arthur Clarke (1917-2008) es autor de otras dos obras cumbres de ciencia ficción: 2001, Odisea del Espacio y Cita con Rama, que reseñaré en un post futuro.