El arte de vivir consiste en matar a la psicología
Por Érik Bordeleau
Miércoles 21 de febrero de 2018
¿Qué relación puede existir entre el anonimato y la resistencia política? Esta pregunta está en el centro de la investigación práctica que podemos rastrear tanto en los movimientos actuales que buscan resistir al biopoder y al mando único del capital, como en la obra de Michel Foucault. Leé un extracto del adelanto de Foucault anonimato, el último libro que publicó Cactus Editora.
Por Érik Bordeleau. Traducción de Andrés Abri.
La relación entre resistencia política y anonimato está, hoy más que nunca, a la orden del día. Una de sus formas de expresión privilegiada en estos últimos tiempos es aquella del justiciero enmascarado que actúa en nombre del bien común y de las minorías oprimidas. Pensemos, por ejemplo, en el movimiento zapatista y el Subcomandante Marcos, quien, oculto bajo su célebre pasamontañas, puede decirse “gay en San Francisco, negro en Sudáfrica, asiático en Europa, chicano en San Ysidro, anarquista en España, palestino en Israel, [...] una mujer sola en el metro a las diez de la noche, un campesino sin tierra, un miembro de una pandilla de barrio [...]” , y a partir de esta posición ubicua declarar que todo aquel que lucha por la justicia social es un zapatista. “Nosotros somos ustedes”, afirman ellos; y por razones tanto oscuras como poéticas, solemos creerles de buen grado. Una tentativa similar de hacer suya la potencia desmultiplicadora del anonimato opera en Anonymous, una constelación de geometría variable de individuos y grupos (cualquiera puede actuar en “su” nombre) que lucha principalmente por la defensa de la libertad de expresión y cuyas primeras proezas se remontan al 2006. Es a ellos, probablemente, a quienes debemos el uso hoy emblemático de la máscara de Guy Fawkes en las manifestaciones vinculadas al movimiento Occupy. Conspirador inglés de finales del siglo xvi , Fawkes inspiró el cómic V de Vendetta (Alan Moore), que fue llevado a la pantalla en 2006 y obtuvo un gran éxito comercial. En el film, un héroe solitario que parece sacado de la época shakespeariana lleva a cabo una guerra de guerrillas personal contra un gobierno fascista en un mundo distópico. Por lo que sé, fue durante el otoño de 2006 en Barcelona que por primera vez un movimiento social retomó V de Vendetta para sí. Al grito de “¡No tendrás casa en tu puta vida!”, el movimiento denominado “V de Vivienda” coordinó una serie de acciones directas (entre ellas la ocupación de un ikea) y al menos dos manifestaciones que reunieron a varios miles de individuos.
El lema de Anonymous evoca inequívocamente el imaginario vengador y justiciero de V de Vendetta : “Somos Anónimos. Somos Legión. No olvidamos. No perdonamos. ¡Espérennos!”. Anonymous pretende de este modo ser la expresión de una fuerza de represalias virtualmente infinita, algo así como el lado oscuro y vengador de una multitud anónima y, por esa misma razón, innumerable. El carácter amenazante de la promesa de justicia retributiva encarnada por Anonymous es reforzada por la referencia a la parábola bíblica del endemoniado de Gerasa. En esta parábola, Jesús se encuentra con un hombre poseído a quien pregunta su nombre con el fin de poder exorcizarlo. El hombre endemoniado responde: “Me llamo Legión, porque somos muchos”. En el segundo tomo de su trilogía sobre el Imperio, titulada Multitud , Hardt y Negri vuelven sobre esta parábola y se interrogan sobre la amenaza que constituye la idea de un número indefinido para cualquier principio de orden:
¿Por qué se llama “Legión” el endemoniado? ¿Quizá porque es dueño de una gran fuerza destructiva? ¿Porque la multitud encerrada dentro de él es capaz de actuar como un solo hom- bre? A lo mejor, la amenaza real de esa multitud de demonios es de un orden más metafísico: como es al mismo tiempo singular y plural, destruye la propia distinción numérica. Recordemos el gran esfuerzo realizado por los teólogos para demostrar que no existen muchos dioses sino solo uno. [...] En el orden político quizá queda más clara la amenaza: desde la antigüedad, el pensamiento político se ha fundado en las distinciones entre el uno, los pocos y los muchos. [La multitud demoníaca ignora todas estas distinciones numéricas. Ella es a la vez una y múltiple]. El número indefinido de la multitud amenaza todos esos principios de orden.
La mayoría de ataques atribuidos a Anonymous consisten en acciones llevadas a cabo en Internet. El 24 de diciembre de 2011, por ejemplo, la base de datos informática de Stratfor Global Intelligence, una agencia de inteligencia especializada en análisis geopolíticos y en ocasiones apodada “The Shadow cia ” (“La cia en la sombra”), fue pirateada por hackers aparentemente vinculados al grupo Anonymous y que actuaban en el marco de la operación AntiSec o “Anti Security”, puesta en marcha a principios de año por el grupo Lulz Security o LulzSec 3 . A Stratfor le fueron robados más de 90.000 números de tarjetas de crédito, así como la lista, hasta entonces secreta, de sus clientes, entre los cuales figuran organismos como el Pentágono, fuerzas de policía, bancos, universidades y muchas grandes empresas. Como un regalo de Navidad, los Robin Hood del ciberespacio desembolsaron luego un millón de dólares a diversas obras benéficas. Para demostrar su buena fe, se encargaron de publicar las capturas de pantalla de las transacciones efectuadas. Esta primera forma de relación entre anonimato y resistencia polí - tica, concerniente a acciones subversivas concertadas y más o menos puntuales, es quizá la que de manera más espontánea se nos viene a la mente. A este anonimato de primer grado o estratégico, a través del cual se trata, en suma, de disimular la identidad a fin de maximizar la eficacia de una intervención, de escapar a eventuales persecuciones judiciales o de evitar exponerse en condiciones consideradas desfavorables, se añade un segundo, de un tipo más profundo y difícil de asir. Él duplica ocasionalmente el primero, pero no se limita a este, y se refiere al modo de presencia en el mundo de aquel que lo experimenta. Un elemento singular del ataque AntiSec del 24 de diciembre lleva a pensar que sus autores son sensibles a esta dimensión experiencial de la relación entre anonimato y resistencia política: en la página web desfigurada de Stratfor, además de haber divulgado los datos personales del director de tecnología de la agencia, los hackers publicaron el texto completo de L’insurrection qui vient , un ensayo político redactado por el Comité invisible y publicado en 2007 por ediciones La fabrique y en 2009, en inglés y en español, por ediciones Semiotext(e) y Melusina respecti - vamente. El libro, que se volvió célebre a raíz del caso Tarnac y de la 15 I. El arte de vivir consiste en matar a la psicología delirante reseña que Glenn Beck hizo sobre aquel en la emisión de Fox News, ha ejercido una influencia considerable en todo el mundo y ha encontrado eco en medios sumamente diversos. Varios movimientos recientes de ocupación estudiantil en Estados Unidos y otros lugares del mundo (pienso, entre otros, en aquellos de la universidad de Berkeley y la New School for Social Research en 2009) claramente llevan su marca.
La elección de publicar ese texto y no otro es, por lo tanto, todo menos anodina. Más allá de su llamado al bloqueo y a la desviación de los flujos económicos (el ataque del 24 de diciembre es un ejemplo de esto), el interés principal de La insurrección que viene reside precisamente en su tentativa de articular los dos modos de relación entre anonimato y resistencia política que acá nos interesan. En primer lugar, en el plano de la organización colectiva, el texto invita a “rehuir la visibilidad” a fin de “convertir el anonimato en posición ofensiva” con miras a una libertad de acción máxima. Sin embargo, y no sin humor, en medio de estas consideraciones estratégicas se cuela un comentario dirigido a aquellos que temen que semajante práctica del anonimato menoscabe su necesidad de reconocimiento personal: “Solo ver la cara de quienes son alguien en esta sociedad puede ayudar a comprender la alegría de no ser nadie” 7 . Que la expresión “ser alguien” aparezca en cursivas resulta significativo: remite a un desarrollo teórico que se da desde las primeras páginas y que cuestiona cierta idea de la libertad tal y como es expresada de manera ejemplar en el slogan de Reebok, I am what I am (nombre de una campaña lanzada en 2005 que se volvió “actitud de marca” el año siguiente). Que esta fórmula haya servido originalmente para expresar el imperativo de anonimato exigido por el dios del libro del Éxodo no es la menor de las ironías. Si antaño ella pretendía advertirnos sobre las fuerzas performativas del lenguaje (“No pronunciarás el nombre de Dios en vano”, reza el tercer mandamien - to), el sentido de esta fórmula se ha invertido completamente y actúa en nuestros días como una orden espectacular a movilizarse en cuanto individuo en el mercado de los placeres de la existencia. Para una buena parte de nuestros contemporáneos, I am what I am aún suena como la expresión de una promesa de libertad y de disfrute absolutos. La fórmula anuncia la afirmación sin compromiso de nuestra individualidad y la celebración de la diversidad. Ella susurra: “Nadie debería poder decirles cómo comportarse; ustedes deberían poder expresarse como mejor les parezca”. La promoción corporativa de la libertad no parece tan mal asunto después de todo... Ahora bien, el verdadero sentido de esta expresión se halla en otra parte. De una manera sutil e insidiosa, ella ordena, imperiosa: “¡Exponte!”, todos los días, en todo momento. Porque después de todo, “lo que aparece es bueno, [y] lo bueno es lo que aparece”, ¿no es así?
De hecho, el sentido profundo de “Soy lo que soy” se ilumina cuando se reformula de la siguiente manera: “Solo soy yo”. Esta nueva formulación actualiza la impotencia difusa que yace en lo que solo parece ser, a primera vista, la expresión gloriosa de una afirmación soberana de sí misma. “Soy lo que soy” expresa así la miseria inconfesada de ese individuo privado y en déficit de pertenencia que puebla las franjas horarias finamente recortadas del tercer mundo global afectivo.
Desde esta perspectiva, mi libertad termina allí donde empieza la de los demás, como lo sugiere el célebre refrán liberal. Por el contrario, La insurrección que viene se inscribe en la línea de Bakunin y otros anarquistas, para quienes “la libertad de los demás extiende la mía hasta el infinito”. La práctica del anonimato promovida por La insurrección que viene consiste, entonces, tanto en garantizar una libertad de acción máxima en el plano de la acción colectiva (anonimato estratégico) como en adoptar un modo de existencia que desconfía de la idea metafísica de una libertad entendida como pura capacidad de desvinculación (anonimato experiencial). Esta concepción del anonimato busca intensificar políticamente el ser-en-el-mundo. “Necesito devenir anónima. Para estar presente. / Cuanto más anónima soy, más estoy presente” . Es una práctica del anonimato de este orden la que atraviesa y anima la obra y la vida de Michel Foucault.
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Continúa en Foucaul anonimato, Cactus editora
