Cómo leer un gran país: la hora de la federalización en la literatura argentina
Rutas argentinas
Viernes 04 de junio de 2021
¿Cuántos libros maravillosos esconden las rutas argentinas? ¿De cuántas lecturas nos estamos perdiendo? Concursos, festivales, ofertas académicas, distribuidoras y estrategias de desparramo en Argentina. Conversamos con María Teresa Andruetto, Selva Almada, Mariana Enríquez, María Negroni y Amalia Sanz para pensar una literatura federal.
Por Valeria Tentoni.
Octava en el ranking de los países más grandes del mundo, la República Argentina tiene una superficie de 2.766.890 km² repartidos en un 23 provincias y una Ciudad Autónoma. Sin embargo, "Dios atiende en Buenos Aires" se repite una y otra vez en estas tierras, y eso incluye al buen mal dios de la literatura.
Aunque puede que esto, tímidamente, esté comenzando a cambiar. Desde hace un tiempo, son varios los proyectos que contemplan la dificultad de leer y ser leídos que tienen quienes se dedican a escribir más allá de la Avenida General Paz. La pérdida, claro, no es sólo para quienes escriben: privarse como lectores del acceso a una literatura es un daño hipotético, sí, pero concreto cuando pensamos en que hay quienes podríamos habernos perdido, por caso, de una poesía como la de Juan Carlos Bustriazo Ortiz, si no hubiese sido por la terquedad de sellos como El suri porfiado.
¿Cuántos libros maravillosos esconden las rutas argentinas? ¿De cuántas lecturas nos estamos perdiendo? El paradigma parecería estar virando en ese sentido y abandonando, al fin, cierto tono asistencial que autoras y autores del "interior" han padecido durante demasiado tiempo.
Algunos de esos libros maravillosos todavía no han sido escritos, parece intuir María Negroni, quien este año y tras las experiencias virtuales a las que forzó la pandemia acaba de lanzar una nueva diplomatura en escritura creativa para postulantes que no vivan en AMBA desde la Universidad Tres de Febrero, universidad en la que coordina desde hace unos años ya la Maestría en Escritura Creativa y de la que se han graduado varias escritoras y escritores que hoy vemos publicando primeros y segundos libros. "La maestría lleva más de ocho años de existencia, y todos los años recibíamos entre las postulaciones pedidos de gente que vive en el interior del país, preguntándonos si no podíamos hacer una maestría on line. Con la pandemia nos vimos obligados todos a trabajar en forma virtual y apareció la idea de hacer una diplomatura exclusivamente para postulantes que no viven en el AMBA, en colaboración con Fundación Medifé. Tuvimos muchísima respuesta, a pesar de que es la primera vez que lo hacemos: se presentaron más de 151 personas y hay un comité de selección", explica Negroni. "Tenemos muchísimos casos de grandes escritores y escritoras que han vivido en las distintas provincias del país. Hay gente muy talentosa que está escribiendo en lugares que no son la Capital Federal", agrega la autora de Archivo Dickinson.
Más allá de las ofertas formativas, hay como dice Negroni escritores en tareas por toda la nación. Sus libros ya han sido escritos, pero no han sido publicados: en ese caso, los concursos juegan un papel clave. El Fondo Nacional de las Artes, en su Concurso de Letras pasado, celebró justamente la participación desde todos los puntos del país: "Con casi 2300 textos enviados desde todas las provincias argentinas se logró el objetivo de federalizar más que nunca la convocatoria. Hemos recibido con enorme satisfacción 891 novelas, 713 libros de cuentos, 571 de poesías, 33 de ensayo y 80 de novela gráfica, género debutante en esta nueva edición del certamen", indicaron. La autora de Nuestra parte de la noche, Mariana Enriquez, al frente del área de Letras, explica: "Toda la gestión del Fondo trata de focalizarse en una mirada más federal, de poner atención especial en las provincias. En mi área por ahora lo pude hacer en un sólo concurso, pero fue interesante ver cómo al otorgar premios regionales aumentaba la recepción de trabajos desde las provincias". Otro de los concursos que proponen federalizar participaciones es el reciente Concurso Sara Gallardo de novela publicada de escritoras mujeres de todo el país, en el Centro Cultural Kirchner.
Por su parte, y mientras convocan a la segunda, la primera edición del Premio Fundación Medifé - Fundación Filba arrojó como ganador un libro publicado por editorial rosarina, Baltasara, y esto no es casual: en el diseño de la convocatoria se habían propuesto incluir autores de todas latitudes. "El hecho de que la primera ganadora del premio fuera una novela publicada por una editorial de las llamadas independientes y fuera de Buenos Aires, si bien no fue algo buscado, nos sorprendió positivamente. La búsqueda del premio es volverle a dar visibilidad a lo más destacado y relevante de la producción literaria argentina de todo un año, con lo cual es natural, pero también imprescindible que la convocatoria contemple y sume a autores y autoras de todo el país. La pandemia nos obligó a abrir la posibilidad de que se pudieran mandar libros en formato digital, lo que también ayudó a federalizar el premio", explica Amalia Sanz, por Filba, fundación antes conocida por sus festivales. Y entre estos festivales podemos anotar al Filba Itinerante, la edición viajera del Filba Nacional e Internacional que se hace a partir de 2012, "con el objetivo de fortalecer vínculos culturales entre las distintas ciudades del país y enriquecer el intercambio narrativo, poético y de ideas a nivel federal", explica.
"La idea siempre fue salir de CABA y recorrer distintos destinos del país: el primer encuentro fue en la ciudad de Bahía Blanca, y después vinieron Santa Fe, Azul, Mar del Plata, San Rafael, Bariloche, La Cumbre y Santiago del Estero. Ahora toca Santa Rosa. La búsqueda del festival es acercar a los lectores de cada destino la mejor producción nacional y, al mismo tiempo, establecer puentes eficaces para unir el ambiente cultural local con el resto del país. A la vez, se intenta dar visibilidad y difusión en todo el país a las producciones locales y poner en marcha iniciativas propias que van creciendo con el tiempo y enriqueciendo a la comunidad local", agrega Sanz, y confiesa que al momento de "salir a las rutas" por primera vez hace casi una década "honestamente no conocíamos antecedentes de este tipo".
La distribución es otro de los problemas que enfrenta una literatura como la nuestra, de grandes superficies: entre las últimas ideas efectivas para atenderlo está Salvaje Federal, que mapea la biblioteca argentina en literatura fluvial, montaraz, andina, pampeana y patagónica. "Pensamos la literatura argentina como una mapa interactivo y heterogéneo: un entramado de voces y miradas particulares y universales al mismo tiempo. Y a Salvaje Federal como un sistema de postas que conecte", explican. La escritora entrerriana Selva Almada es una de sus creadoras, y cuenta: "Primero surgió el proyecto de abrir una librería. Después, pensando qué tipo de librería podía ser, nos dimos cuenta de que no era sencillo encontrar literatura editada en las provincias en las librerías porteñas y que en muchas ciudades del país tampoco había librerías por lo que esa literatura muchas veces pasaba desapercibida incluso para quienes podían leerla en su misma región. A partir de allí fuimos (y seguimos) pensando nuestro catálogo, que está compuesto por editoriales de las provincias pero también por editoriales de Buenos Aires que publican autorxs de las provincias. Hasta ahora los libros vienen a Buenos Aires y desde aquí parten a distintos puntos del país: la idea es que en un futuro no tengan que salir desde aquí si no lograr una logística más simple, que el libro salga de su lugar de origen a su destino". El equipo de Salvaje Federal se completa con Natalia Peroni, Maricel Cioce, Raquel Tejerina y Carla Gorlero, y se conocieron en un taller que coordinaba la autora de No es un río.
"Mal que nos pese, Argentina sigue siendo un país muy centralista y a veces da la impresión de que lo que no pasa por Buenos Aires 'no existe'. Como escritora y provinciana tengo un contacto permanente con escritorxs de distintas regiones, ferias, festivales, sé que hay una literatura muy interesante que sucede a espaldas de Buenos Aires", dice Almada. Salvaje Federal además organiza entrevistas, mesas de diálogo y lecturas. "Una literatura secreta para la gran metrópoli".
Maria Teresa Andruetto, desde Córdoba, hace un diagnóstico similar al de Almada: "Quizás aquello por lo que más bregaría es por la federalización, me parece que falta inclusión ahí. Me parece que hay más inclusión de gente de distintos sectores sociales y de géneros, por ejemplo, que una federalización. Hay escritores buenos en las provincias, sobre todo narradores, que no logran ingresar a ese caudal de distribución nacional. Digo sobre todo narradores porque la poesía tiene otras estrategias de circulación, y ahí me parece que sí. Yo hago siempre un esfuerzo muy grande por buscar escritores que no sean del triángulo Buenos Aires - Santa Fe - Córdoba, por decir, que es la zona con más ingreso de escritores al caudal nacional. Me refiero a gente que escribe y vive en las provincias, esto que he hecho yo. Ahora hay virtualidad, y ahora yo tengo mucho reconocimiento, pero cuando no lo tenía y no había virtualidad, escribir en Córdoba era estar en el coto provincial. Es importante romper ese techo de cristal -porque hay muchos techos de cristal, no sólo de género sino también los que tienen que ver con los géneros literarios o los que tienen que ver con la escritura en lugares que no sean los centrales del país. Aunque ha cambiado un poco con la virtualidad, ahí necesitamos más federalización", explica.
Y, desde Córdoba, sigue: "Yo creo que el problema tiene que ver más con la distribución de pequeñas editoriales de provincias, lo que pasa es que las distribuidoras grandes se llevan una tajada enorme, entre el 50 y el 60%, es mucho. Las distribuidoras grandes son de los grupos editoriales, entonces distribuyen lo de ellos y a los otros les sacan un tajadón. Hay otros que distribuyen editoriales pequeñas con otros cobros y eso permite que lleguen a lugares y hay otros emprendimientos también. Me parece interesante que los lectores sepan estas cosas. No solamente es el tema de cuánto toman, sino que toman solamente una cantidad de ejemplares: si es una edición chica, no lo toma una distribuidora grande, entonces hace falta distribuidora chica que tome pequeños sellos, buenos, de calidad, y que los distribuya selectivamente. Una cosa que a mí me parece que las provincias podrían hacer es tener una distribuidora gratuita para lo que se produce en su provincia culturalmente. Libros, obras de arte, etcétera. Para que esa gente que hace esos esfuerzos en las provincias, editando o exponiendo, puedan salir del coto provincial. Si no, todo queda reducido a ese coto", concluye Andruetto.
De paso, Andruetto recuerda que nuestra dificultad es a la vez signo de buena salud: "Lo que ocurre es que es muy potente la literatura argentina, por eso hacerse un lugar no es tan sencillo: hay una gran producción y hay mucho de calidad".
Una dificultad es un sol, repetía la viajera Hebe Uhart citando a Simone Weil.