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10 razones para leer a Salinger

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"La obra de Salinger es, como dije más arriba, una pieza extraordinaria del canon estadounidense, comparable en valor artístico a Las aventuras de Huckleberry Finn". Recuperamos una nota que Guillermo Belcore escribió para el blog en 2010, a días de su partida.

 

Por Guillermo Belcore.

J. D. Salinger falleció el 27 de enero de 2010. Desde entonces, se han publicado millares de obituarios, exégesis y ditirambos en todos los idiomas de la Tierra. ¿Qué más puede decirse fresco y cautivante sobre el Greta Garbo de las letras estadounidenses, tal como lo bautizó The New York Times? Pido unos minutos a los lectores de este blog para meditar acerca de las virtudes del aislamiento y luego esbozar algunas razones que propician la ingesta de un escritor indispensable del siglo veinte.

Cómo se sabe, la obra de Salinger -como la de Safo o la de Rulfo- cabe en la palma de la mano. Una novela corta y tres libritos de relatos le bastaron para arraigarse en el canon occidental. Aún hoy se venden no menos de doscientos cincuenta mil ejemplares por año de El cazador oculto. Desde hace más de cinco décadas, vivía recluido en un granja de treinta acres en Cornish, New Hampshire. Cuando se afincó allí, su cabaña no tenía electricidad, agua corriente ni calefacción. Defendió su privacidad con una escopeta en la mano y con implacables abogados. En honor a la verdad, no fue el único ermitaño famoso en las letras de la Unión. Thomas Pynchon, Emily Dickinson y Harper Lee tampoco han podido soportar el mundo.

Hoy, cuando tantos escritores de primera, segunda y tercera categoría se desviven por la adulación, la exposición mediática o las sinecuras de cualquier tipo, uno no puede sino admirar a un sabio que después de haber escrito lo que tenía que escribir eligió preservarse de las caprichosas bocas de la Fama. Acaso, el señor Salinger haya tenido siempre presente que sentarse en forma anónima en una cafetería o en un restaurante es uno de los placeres más grandes de la vida. Gente maliciosa considera, en cambio, que era un cobarde que tenía pánico de fracasar con un nuevo libro. Se sospecha que el anacoreta de Cornish escribió en realidad quince novelas.

No creo, empero, que la feroz misantropía sea una condición sine qua nom de la mejor producción literaria, si bien crear ficción es una actividad por naturaleza solitaria que demanda introspección y tranquilidad. Siempre me ha dado sarpullido ver a los artistas de la escritura comportarse como estrellas de rock, o como jugadores de fútbol, o como políticos o periodistas profesionales, en muchos casos confirmando que se puede ser un genio en determinado oficio intelectual y al mismo tiempo un completo idiota en otra materia. De lo que sí estoy seguro -por experiencia personal- es que aquella persona que elija dedicarse a la reflexión crítica debe buscar el aislamiento, como una forma de preservar su libertad intelectual. Nadie debería comentar un libro de un autor con el que haya confraternizado. En algunos diarios y revistas, se tiende a lo contrario: se encargan las reseñas a los amigotes de los escritores.

 

El decálogo

Volvamos al señor Salinger. Tengo en casa, en la biblioteca principal, tres de sus cuatro obras. Las publicó el sello Edhasa en 2004 y, tal como exigía el autor, no contienen fotos, ni comentarios en la contratapa, ni prólogo, ni nada de nada. Pero son, como diría Yeats, uno de esos monumentos del intelecto que nunca envejecerán. Ningún lector que se precie de tal debería ignorar El cazador oculto (o El guardián entre el centeno); Nueve cuentos; Levantad carpinteros, la viga del tejado y Seymour: una introducción. He aquí pues mis argumentos:

  1. La obra de Salinger es, como dije más arriba, una pieza extraordinaria del canon estadounidense, comparable en valor artístico a Las aventuras de Huckleberry Finn.
  2. Holden Caulfield, el antihéroe adolescente que protagoniza El cazador oculto, es uno de los personajes imprescindibles de la literatura universal.
  3. Salinger capturó el sentir de una generación. Como destacan los expertos, su única novela es un documento histórico valiosísimo que describe la juventud desencantada mejor que cualquier análisis de no ficción.
  4. Nueve cuentos incluye una de los mejores relatos de todos los tiempos. “Un día perfecto para el pez banana” nos sitúa frente a un misterio realmente estremecedor: el suicidio por razones inexplicables.
  5. Salinger ofrece una visión espiritual, incluso teológica de la realidad. En sus relatos se filtra Buda, Tao y hasta Kierkegaard.
  6. Sin ser un gran estilista, desarrolló una escritura personalísima y tuvo el coraje de experimentar. La crítica destaca su ironía, su capacidad para crear historias dentro de las historias, su maestría en el lenguaje no literario, es decir el que habla la gente común. La lectura de Salinger es deliciosa.
  7. Salinger amó a sus creaturas con la deferencia que, acaso, nos dispensa Dios. La familia Glass fue su obsesión.
  8. Perfeccionó las técnicas de la complicidad hasta sacarles brillo. La identificación con los personajes resulta inevitable.
  9. En el cuento “Teddy” hay un niño que acaso haya descifrado el universo. Los sentimientos no son dignos de confianza. Nacemos y morimos miles de veces. Es necesario meditar y llevar una vida espiritual.
  10. Salinger es un clásico. Borges diría que el largo tiempo ha decidido leerlo como si en sus páginas todo fuera deliberado, fatal, profundo como el cosmos y capaz de interpretaciones sin término.

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