Cómo representar una vida
Sobre Conjunto vacío, de Verónica Gerber Bicecci
Lunes 27 de marzo de 2017
"La escritura de Gerber Bicecci tiene el desparpajo y el desorden de la bitácora personal y sus dibujos se convierten en una serie de síntesis visuales que condensan su historia": Leonardo Sabbatella lee la novedad de Sigilo.
Por Leonardo Sabbatella.
Conjunto vacío (Editorial Sigilo) es un objeto narrativo y visual que pareciera devolverle por partes iguales la inocencia y el desenfado a la tradición de la novela experimental. El trabajo de Verónica Gerber Bicecci se pregunta por cómo representar una vida y cómo revelar las “relaciones y funciones que no son del todo evidentes”.
En Conjunto vacío coexisten dos lógicas superpuestas, por un lado los fragmentos de escritura en los que una mujer cuenta su pasado (principios amorosos, trabajos atípicos e historias familiares) y, por otro lado, la serie de dibujos que grafican a través de una teoría de los conjuntos las distintas situaciones que vivió la protagonista. Quizás el punto más atractivo del funcionamiento en sincronía de estas dos lógicas sea que en ningún caso una es subsidiaria de la otra. Los textos no son meros epígrafes, ni los esquemas simples ilustraciones. Más bien habría que decir que la escritura de Gerber Bicecci tiene el desparpajo y el desorden de la bitácora personal y sus dibujos se convierten en una serie de síntesis visuales que condensan su historia en un trazo al mismo tiempo abstracto e infantil.
Gerber Bicecci se define como “una artista visual que escribe” y hasta se inventa un gentilicio ligado a la grafía: “garabatana”. En Conjunto Vacío monta una especie de autobiografía extraña en la que por momentos pareciera tener la capacidad de tomar distancia y verse de afuera, de escribir sobre ella y dibujarse en un diagrama como si fuera un objeto de estudio externo. Hija de exiliados argentinos y artista mexicana con ambliopía (uno de sus ojos deforma lo que ve), Gerber Bicecci escribe sobre una mujer que sufrió de niña la desaparición de la madre que un día se fue sin dejar rastro (desaparición que no es la del terrorismo de Estado pero con la cual la autora compara diferencias). Una de las virtudes de Gerber Bicecci es la de conjugar distintos tipos de sensibilidades (social, amorosa, estética, familiar, histórica) en un mismo registro, en un tono que vuelve orgánica a una novela de fragmentos discontinuos y arbitrarios.
Hace unas semanas, durante una entrevista, José Emilio Burucúa decía que lo propiamente humano no es el lenguaje (característica compartida con otros animales) sino la capacidad de producir imágenes. Los diagramas de Verónica Gerber Bicecci parecieran nacer de esa capacidad distintiva del humano para hacer que “por fin aparezca lo que no podemos ver”.