Ciberiada
Miércoles 30 de junio de 2010
El autor de Solaris alcanza en Ciberiada relatos que parecen sátiras filosas y a veces ensayos eruditos sobre la felicidad, la relación entre humanos y máquinas, y el orden social.
Por Martín Hadis.
Stanislaw Lem (1921-2006) es considerado uno de los gigantes de la ciencia ficción. Nacido en Polonia en el seno de una familia católica, pero de origen judío, sus obras han sido traducidas a más de 40 idiomas y sus ventas han alcanzado casi 30 millones de copias. Acaso la más conocida de sus obras es Ciberiada, una compilación de relatos que a veces parecen sátiras filosas y a veces ensayos eruditos sobre la felicidad, la relación entre los seres humanos y las máquinas, y el orden social.
Los protagonistas de Ciberiada son dos "Constructores", llamados Trurl y Clapaucio. Ambos tienen poderes equiparables a los de verdaderos dioses, pero al final de cuentas parecen estar bastante locos los dos. Trurl y Clapaucio recorren el universo solucionando con sus prodigiosos poderes de creación e invención distintas situaciones que se les presentan. Y, aunque bienintencionados, no dudan en desplegar sus facetas más creativas cuando alguien se niega a pagarles por sus servicios.
El ámbito de los relatos es extrañamente medieval: en los cuentos abundan reyes, princesas y dragones, carruajes, castillos y duelos a capa y espada. Pero se trata de un Medioevo extraño, ya que junto a los dragones aparecen naves espaciales, robots antropomórficos, y una capacidad tecnológica e industrial altamente avanzada.
Mi cuento favorito es la segunda expedición, también conocida por el nombre de "La oferta del Rey Cruelio". Este rey es famoso por su afición a la caza y se autodenomina "El azote de Dios". Transportados hacia su reinado, Trurl y Clapaucio se hayan repentinamente atrapados: el rey Cruelio no los dejará salir hasta que no construyan una bestia que logre matar al mismo rey. Si no logran construir un animal invencible, el rey los matará a ellos. Se enfrentan así a un dilema: si crean algo que el rey logre matar, serán ejecutados; pero si logran crear una bestia que mate al rey, serán ejecutados de todos modos por el sucesor al trono por haber asesinado al rey.
La manera de resolver el problema es realmente delirante: crean un verdadero monstruo, armado con rayos láser, la habilidad de multiplicarse y de lanzar misiles nucleares. Enfrentados el animal cibernético y el monarca en combate, éste último parece vencer a la bestia, hasta que en un último truco la bestia de los Constructores se convierte repentinamente en una banda de policías que presentan al rey con una orden de arresto y se lo llevan sin dejar rastro.
Todos los soldados del rey corren en su búsqueda para arrestar a los tres policías surgidos de la bestia. Deciden arrestar a todos los que se parezcan a esos tres agentes de la ley pero todo resulta inútil ya que "la mitad de las fuerzas del orden arrestó al final a la otra mitad", y el reino se quedó sin policías. Así, los constructores logran imponer sus demandas, cobran sus honorarios, y suben finalmente a su cohete para regresar a su hogar.
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Entre las demás obras de Stanislaw Lem se distinguen las Memorias encontradas en una bañera; los Diarios de las estrellas; y la famosa novela Solaris, acerca de un mundo entero que consiste en un solo ser consciente capaz de realizar terribles milagros, entre ellos la resurrección e imitación de seres queridos y el alucinamiento de los humanos que pretenden entenderlo.
Las obras de Lem miran al futuro distante y a la expansión espacial de la raza humana, pero son al mismo tiempo opresivas y con frecuencia angustiantes. El que lea a Stanislaw Lem se encontrará con un escritor imaginativo que explora cuestiones filosóficas profundas: el futuro de la tecnología, la esencia de la consciencia y la inteligencia, la imposibilidad de comunicarse con otras inteligencias de otro origen, y la desesperación que causa a la humanidad el no lograr comprender el sentido de la propia existencia en el universo.