Tres microrrelatos de Daniil Jarms
El primer libro de La Tercera Editorial
Jueves 01 de noviembre de 2018
Tomados de El cuaderno azul y otros escritos, que reúne una selección de los cuentos, notas y poemas que Daniil Jarms -nacido en San Petesburgo en 1905- escribió durante años de pobreza, hambre y persecución política, y que siguió escribiendo incluso ante la certeza de que nunca los vería publicados.
Por Daniil Jarms. Traducción de Santiago Featherston.
INCIDENTES
Un día Orlov se atragantó al comer puré de arvejas y murió. Krylov, al oír esta noticia, también murió. Y Spiridónov murió por su cuenta. Y la esposa de Spiridónov cayó de la alacena y también murió. Y los hijos de Spiridónov se ahogaron en un estanque. Y la abuela de Spiridónov se volcó a la bebida y se perdió en el camino. Y Mijáilov dejó de peinarse y contrajo sarna. Y Kruglov dibujó el retrato de una dama sosteniendo un látigo en la mano y se volvió loco. Y Perejrióstov recibió cuatrocientos rublos a través de un giro telegráfico y se dio tantos aires al respecto que lo echaron de su trabajo. Toda buena gente, pero no saben mantener la calma ante la adversidad.
VIEJAS TAMBALEANTES
Como era demasiado curiosa, una vieja se tambaleó y cayó de su ventana; cayó a la calle y se hizo pedazos. Otra vieja se asomó a la ventana para ver a la que se había caído pero, como era demasiado curiosa, también cayó y se hizo pedazos. Luego una tercera vieja cayó de su ventana; y una cuarta, y una quinta. Cuando la sexta vieja cayó de su ventana me aburrí de mirarlas y caminé hasta el Mercado Maltsev, donde, se decía, alguien le había regalado a un ciego una bufanda tejida.
SONETO
Me sucedió algo inesperado: de pronto olvidé qué número iba primero, si el 7 o el 8. Fui a visitar a mis vecinos y les pregunté qué pensaban al respecto. Cuán grande fue su sorpresa, y la mía también, cuando se dieron cuenta de que ellos tampoco podían recordar el orden numérico. Se acordaban de 1, 2, 3, 4, 5 y 6, pero habían olvidado qué venía después. Nos dirigimos a la tienda que está en la esquina de las calles Známenskaia y Basséinaia, y consultamos a la cajera. La cajera sonrió tristemente, extrajo un pequeño martillo de su boca y, moviendo levemente su nariz, dijo: –En mi opinión, el 7 viene después del 8, pero solo cuando el 8 viene después del 7. Agradecimos a la cajera y salimos del negocio con una profunda alegría. Pero después de considerar detenidamente las palabras de la cajera, el desconsuelo volvió a nosotros, ya que nada de lo que nos había dicho tenía sentido. ¿Qué podíamos hacer? Fuimos al Jardín Botánico y contamos árboles. Pero cuando llegamos al número 6, dejamos de contar y empezamos a discutir: algunos creían que a continuación venía el 7, otros que seguía el 8. Podríamos haber discutido largo rato. Pero entonces, afortunadamente, un niño se cayó de un banco del parque y se rompió la mandíbula. Esto nos distrajo de la discusión. Después de eso, todos se fueron a casa.