Ratto subraya a Joyce
Martes 01 de setiembre de 2015
La autora de Trasfondo y Pequeños hombres blancos comparte sus citas favoritas de ese libro increíble que es el Ulises de James Joyce.
Por Patricia Ratto.
Cap 5 – Lotófagos (p. 79)
"Disfruta de un baño ahora: limpia corriente continua de agua, fresco esmalte, el dulce flujo tibio. Éste es mi cuerpo.
Anticipó su cuerpo pálido reclinado a placer, desnudo, en un vientre de calor, ungido y perfumado por el jabón derritiéndose, lavado suavemente. Vio su tronco y sus miembros lanzados a la superficie, y sostenidos, flotando dulcemente hacia arriba amarillo limón: su ombligo, pimpollo carnoso: y vio los oscuros rizos enredados de su pubis flotando, flotante cabello de la corriente alrededor del indolente padre de miles: una lánguida flor flotante".
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Cap 6 – Hades (p. 94)
"Tu corazón tal vez; pero ¿qué le importa al tipo metido bajo tierra haciéndole raíces a las margaritas? No le alcanza. Asiento de los afectos. Corazón destrozado. Una bomba después de todo, bombeando miles de galones de sangre cada día. Un buen día se atasca y estás listo. Por aquí los hay a montones: pulmones, corazones, hígados. Viejas bombas enmohecidas: lo demás son cuentos. La resurrección y la vida. Una vez muerto estás bien muerto. La idea del juicio final. Hacerlos salir a todos de sus tumbas. ¡Levántate y anda, Lázaro! […] Bueno; es un largo descanso. No se siente más. Es en el momento cuando sientes. Debe de ser terriblemente desagradable. No se puede creer al principio. Debe de ser una equivocación: algún otro. Mire a ver si es en la casa de enfrente. Espere, deseo. Todavía no. Luego la oscurecida cámara mortuoria. Haría falta luz. Murmullos alrededor de uno. ¿Quieres que llamemos a un sacerdote? Luego divagando y vagando. Delirio todo lo que ocultaste toda tu vida. La lucha con la muerte. Su sueño no es natural. Aprieta su párpado inferior. Observar si la nariz está afilada si se hunde su mandíbula si amarillean las plantas de sus pies. Sacar la almohada y dejarlo concluir en el suelo ya que está condenado. […] ¡Bum! Expira. Por fin se fue. La gente habla un poco de uno; se olvidan. No se olviden de rezar por él. Recuérdenlo en sus oraciones. Incluso a Parnell. El día de la hiedra se está extinguiendo. Luego siguen: cayendo en un agujero uno después del otro".
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Cap 8 Lestrigones (p.141)
"Toda la población de una ciudad desaparece, otra la reemplaza, falleciendo también; otra viniendo, yéndose. Casas, líneas de casas, calles, millas de pavimentos, ladrillos apilados, piedras. Cambiando de manos. Este propietario, aquél. Dicen que el propietario nunca muere. Siempre hay un sustituto para el desahuciado. Compran el lugar con oro y sin embargo todavía tienen todo el oro. Lo estafan en alguna parte. Amontonado en ciudades, gastado edad tras edad. Pirámides en arena. Construidas sobre pan y cebollas. Esclavos. La muralla china. Babilonia. Quedan grandes piedras.
Torres redondas. El resto cascajo, suburbios desparramados, mal edificados, las casas hongo de Kerwan, construidas de viento. Refugio para la noche.
Nadie es nada".
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Cap 8 – Lestrigones (p145-146)
"Con el corazón excitado empujó la puerta del restaurante Burton. El hedor hizo presa de su aliento tembloroso: acre jugo de carne, aguachirle de verduras. Ver comer a los animales.
Hombres, hombres, hombres.
Trepados en altos taburetes al lado del bar, los sombreros echados hacia atrás, en las mesas pidiendo más pan no se cobra, engullendo, devorando montones de comida aguada, sus ojos saliéndose, enjugando bigotes mojados. Un pálido hombre joven de cara de sebo lustraba su vaso cuchillo tenedor y cuchara con la servilleta. Nuevo conjunto de microbios. Un hombre con una servilleta infantil manchada de salsa a su alrededor él vertía sopa gorgoteante en su gaznate. Un hombre escupiendo en su plato: cartílago semimasticado: no hay dientes para masmasmascarlo. Chuleta de lomo de carnero a la parrilla. Tragando sin mascar para pasarlo de una vez. Tristes ojos de borracho. Mordió más de lo que puede masticar. ¿Soy así yo? Vernos como nos ven los otros".
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Cap 8 – Lestrigones (p.160)
"Pegadas contra el vidrio de la ventana dos moscas zumbaban, pegadas.
El vino reverberando sobre su paladar se demoraba tragó. Pisando en los lagares racimos de Borgoña. El calor del sol es. Como una secreta caricia diciéndome recuerda. Despertados sus sentidos humedecidos recordaron. Oculto bajo helechos silvestres en Howth. Debajo de nosotros, la bahía cielo dormida. Ni un ruido. El cielo. La bahía púrpura hacia la punta del León. Verde por Drumlek. Verde amarillento hacia Sutton. Campos bajo la superficie del mar, líneas ligeramente oscuras entre los pastos, ciudades sepultadas. Apoyado sobre mi chaqueta tenía su cabello, insecto en un matorral mi mano bajo su nuca, me vas a despeinar toda. ¡Oh maravilla! Fresca y suave de ungüentos su mano me acarició: sus ojos sobre mí no me rehuyeron. Arrebatado sobre ella estaba yo,los labios llenos completamente abiertos, besé su boca. Am. Suavemente puso en mi boca el pastel caliente y masticado. Pulpa asquerosa que su boca había amasado dulce y agria con saliva. Alegría: yo la comí: alegría. Vida joven, los labios que se me daban haciendo mimos. Labios tiernos, calientes, pegajosos de jalea de encía. Flores eran sus ojos, tómame, ojos complacientes. Los guijarros cayeron. Ella estaba inmóvil. Una cabra. Nadie. Arriba sobre los rododendros de Ben Howth una cabra caminando firmemente, dejando caer pasas de Corinto. Cobijada en helechos ella reía en cálido abrazo. Salvajemente me acosté sobre ella, la besé; ojos, sus labios, su cuello estirado, palpitante, amplios senos de mujer en su blusa de velo de monja, gruesos pezones erguidos. Le metí mi lengua ardiente. Ella me besó. Recibí sus besos. Rendida agitó mi cabello. Besada me besó.
Yo. Y yo ahora.
Pegadas, las moscas zumbaban".
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Cap 9 – Escila y Caribdis (p.180)
"Caminamos a través de nosotros mismos, encontrando ladrones, fantasmas, gigantes, ancianos, jóvenes, esposas, viudas, hermanos enamorados. Pero siempre encontrándonos a nosotros mismos".
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Cap 10 – Sirenas (p 229)
"En el silencio del aire una voz cantó para ellos, baja, no lluvia, no murmullo de hojas, como ninguna voz de cuerdas de caramillos o comoesquesellaman dulcémele, llegando a sus oídos quietos con palabras, quietos corazones de su cada uno recordaban vidas. Bueno, bueno de escuchar: el pesar de cada uno de ellos pareció apartarse de ambos cuando empezaron a escuchar. Cuando empezaron a ver, perdido Richie, Poldy, misericordia de la belleza, escucharon de quien menos lo esperarían lo más mínimo su primera misericordiosa palabra amorbueno buenamor.
El amor que canta: Viejo y dulce canto de amor".
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(p 229)
"¿Las palabras? ¿La música? No: es lo que está detrás.
Bloom hacía lazos, los deshacía, anudaba y desanudaba.
Bloom. Inundación de cálido yimyam lámelo secreto fluía para fluir en música, en deseo, oscuro de absorber, invadiendo. Titilándola, tecleándola, taladrándola, traspasándola. Top. Poros a dilatar dilatando. Top. La alegría la sensación la tibieza la. Top. Para verter sobre canales vertiendo chorros.
Corriente, chorro, chorroalegre, arietequetopa. ¡Ahora! Lenguaje del amor".
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Cap 11 – Cíclope (p. 274)
"El amor ama al amor. La nodriza ama al nuevo farmacéutico. El policía 14A ama a Mary Kelly. Gerty MacDowell ama al muchacho que tiene la bicicleta. M. B. ama a un rubio caballero. Li Chi Han ama a la besadora Cha Pu Chow. Jumbo, el elefante, ama a Alicia, la elefanta. El viejo señor Verschoyle, el de la trompetilla acústica para la oreja, ama a la vieja señora Verschoyle, la del ojo revirado. El hombre del impermeable marrón ama a una dama que está muerta. Su Majestad el Rey ama a Su Majestad la Reina. La señora Norman W. Tupper ama al oficial Taylor. Usted ama a cierta persona. Y esa persona ama a otra persona, porque todo el mundo ama a alguien, si bien Dios ama a todo el mundo".
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Cap 12 – Nausícaa (p. 299)
"¡Ah!
Son demonios cuando les está por venir eso. Aspecto oscuro diabólico, Molly a menudo me dijo que sienten las cosas una tonelada de pesadas. Ráscame la planta del pie. ¡Oh, así! ¡Oh, eso es exquisito! Lo siento yo también. Es bueno descansar de vez en cuando. Quisiera saber si es malo ir con ellas entonces. Seguro desde un punto de vista. Corta la leche, hace saltar las cuerdas de violín. Algo de hacer marchitar las plantas leí en un jardín. Dicen además que si la flor que lleva se marchita es una coqueta. Todas lo son. Me atrevería a decir que ella sintió que yo. Cuando uno se siente así a menudo se encuentra con lo que se siente. ¿Le gusté o qué? Se fijan en cómo viste uno. Siempre saben quién las ronda: cuellos y puños. Bueno los gallos y los leones hacen igual y los ciervos. Al mismo tiempo podrían preferir una corbata desanudada o algo así. ¿Los pantalones? ¿Y si yo cuando estaba? No. Hay que hacerlo suavemente. Les disgusta lo áspero y lo repentino. Un beso en la oscuridad y nunca lo cuentan. Vio algo en mí. Quisiera saber qué. Me preferiría a uno de esos pegajosos poetas engominados robacorazones impecables".
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Cap 18 – Penélope (p. 600)
"…oh y el mar el mar carmesí a veces como el fuego y las gloriosas puestas de sol y las higueras en los jardines de la Alameda sí y todas las extrañas callejuelas y las casas rosadas y azules y amarillas y los jardines de rosas y de jazmines y de geranios y de cactus y Gibraltar cuando yo era chica y donde yo era una Flor de la Montaña sí cuando me puse la rosa en el cabello como hacían las chicas andaluzas o me pondré una roja sí y cómo me besó bajo la muralla mora y yo pensé bueno tanto da él como otro y después le pedí con los ojos que me lo preguntara otra vez y después él me preguntó si yo quería sí para que dijera sí mi flor de la montaña y yo primero lo rodeé con mis brazos sí y lo atraje hacia mí para que pudiera sentir mis senos todo perfume sí y su corazón golpeaba como loco y sí yo dije quiero sí".
Todas las citas fueron tomadas de Ulises, de James Joyce, traducción de Salas Subirat en la edición de Santiago Rueda.