Liniers: "No hay atajo"
Destacados de la conversación por Instagram TV
Viernes 29 de mayo de 2020
Para quienes se perdieron la entrevista en vivo en nuestra cuenta de Instagram TV, aquí dejamos algunos resaltados de la conversación con el autor de Macanudo, que nos respondió desde Vermont, Estados Unidos.
Entrevista Valeria Tentoni. Foto de Nora Lezano.
La semana pasada realizamos la tercera entrevista en vivo por nuestra cuenta de Instagram, aprovechando la herramienta de transmisión en vivo. Después de conversar con Isol y con Mariano Blatt, le tocó el turno a Liniers (Buenos Aires, 1973), quien aceptó responder preguntas desde su estudio en Vermont, Estados Unidos, donde actualmente reside junto a su familia. Fue su actividad académica la que los llevó hasta allá, y el paisaje de bosques y lagos lo que los retuvo. "Estuve dando clases de historia de la historieta latinoamericana. En verdad vine por otra universidad, The Centre for Cartoon Studies, quienes me invitaron por un año, y después caí en una trampa. Es demasiado lindo el lugar como para irte", respondió desde el pueblito de 3000 habitantes en el que se encuentran. Allá está comenzando la primavera.
Charlamos con él acerca de sus inicios como historietista y sus procesos creativos, pero también sobre La Editorial Común, el proyecto que hace casi una década fundó invirtiendo las regalías de Macanudo junto a Angie Erhart Del Campo. La editora busca dar espacio a más plumas en el género, multiplicar las posibilidades para autores locales pero también realizar traducciones (como la de Rania Telgemeir, Coraje, que se encuentra en preventa en estos días).
En La Editorial Común se pueden encontrar, además, todos los libros de Liniers: Bonjour, Macanudo, Conejo de viaje, o los infantiles y premiados Buenas Noches Planeta (ganador del llamado “Oscar de la historieta”, el Premio Eisner) y Los sábados son como un gran globo rojo. Aunque si se le pregunta a su autor, Macanudo tambén puede ser leído por niñas de la edad de Enriqueta: "Puede ser leído en distintos momentos de la vida, como con Los Simpsons: si lo ves de chico vas a ver algunas cosas, y cuando lo ves de grande te vas a encontrar con otras", explicó.
La última publicación de Liniers es Bola negra, un libro asombroso y extraño en el que versiona un cuento del mexicano Mario Bellatin. Está protagonizado por un entomólogo, Endo Hiroshi, un japonés que decide dejar de comer al tiempo que conserva un especimen nunca visto de cierto insecto que recolectó en un viaje. Es el propio Bellatin, en una conferencia, quien queda a cargo de contar su historia, tan sinuosa e inesperada como los caminos que toma Liniers para ilustrarla. La dupla se conoció en un viaje por el sur y desde entonces se envían cartas, que en el caso de Liniers son en formato historieta y se incluyen en esta edición.
Mientras tanto, Macanudo sigue saliendo y en este momento se lee, también, traducido por el propio Liniers, en diarios de Estados Unidos.
"Originalmente yo era una persona muy tímida, en mi adolescencia y post adolecencia era super tímido, medio retirado de la sociedad. Cuando empecé a publicar los libros me obligaba a presentarlos. Me obligaba a hablar con los editores de los diarios. De a poquito me fui sacando la timidez, y después vino la invitación de Kevin Johansen a hacer el show en vivo con él y ahí la timidez se fue del todo. Fue lo mejor que me pasó en la vida, fue muy liberador. El tema de la timidez es que es ego", contó Liniers.
Enriqueta es el personaje lector de la tira, y una vez dijiste que la diseñaste así porque es tímida, ¿los libros son su refugio?
Es que Enriqueta es yo cuando era una niñita. Cuando me empecé a encariñar con el personaje, lo primero que pensé fue en Mafalda y me dije no, ese gol a los ingleses ya está hecho, no voy a hacer otra Mafalda más. Entonces me pregunté cómo era de verdad ser chico, porque Mafalda es genial pero no es una niña, ¡las niñas no hablan de Vietnam y de la ONU! Me pregunté qué me acordaba yo de la infancia, y lo que tengo es un recuerdo de cierta timidez, y de que el mejor lugar, el único lugar donde me sentía seguro, era a la noche cuando me iba a dormir con mi libro de la Colección Robin Hood, y estaba toda mi familia en casa, estábamos todos a salvo. Entonces a Enriqueta la llevé a esa infancia, con su famiia. Yo no tuve gato ni tuve vestidito azul, pero todo lo demás sí. Incluso un osito.
¿Y cómo empezaste a leer? ¿Venías de una familia lectora? Bueno, sos pariente del Virrey, ¿no?
Hay mucha gente que por ahí no sabe, pero el 30% de Buenos Aires es descendiente de Liniers. En esa generación todos tenían de a diez hijos, hijos con amantes, y así, entonces hay muchos Liniers que no están enterados. Pero mi abuelo sí estaba enterado, y me pusieron de segundo nombre Liniers. Cuando empecé a dibujar las historietas pensé que mi apellido, Siri, era una palabra tan estúpida que quién la iba a usar para algo (¡ahora podría estar ganando guita con Apple!). Elegí Liniers. Por eso me quedó el nombre.
¿Y tu familia era una familia lectora? ¿Te alentaron a leer y escribir y dibujar?
Mi viejo es abogado, y su visión del mundo mientras yo iba creciendo era que las carreras en serio eran derecho, medicina, contabilidad... Yo tenía en el inconsciente que iba a ser abogado. Pero ellos nunca hablaban de su trabajo, mi papá no hablaba con entusiasmo de los contratos que había firmado ese día, pero sí me hablaba con entusiasmo de los libros y las películas, y mi mamá lo mismo. Mi mamá era más de Kafka, mi papá era más de Tom Clancy, y los dos me tiraban puntas para leer. Yo me acuerdo de tener 16 años y querer "recibirme" de los libros de Robin Hood o de Stephen King -a quien amo- y de ir a la biblioteca de mi viejo y agarrar a todos los autores con nombres raros que encontraba. "Voy a leer en serio"; me decía. Me acuerdo de haber elegido libro de Solzhenitsyn, Gabriel García Márquez y Salinger, por ejemplo. Del ruso no entendí nada, pero Salinger y García Márquez fueron bien.
Efectivamente iniciaste Derecho, comunicación, en algun momento rompiste para dedicarte a lo tuyo, ¿te acordás de ese momento?
Sí, porque mi viejo tenía eso: elegí la carrera que te guste, pero de algo tenés que vivir. Entonces estudié Derecho y Ciencias de la Comunicación, publicidad: era la parte de atrás de mi cerebro diciéndome de algo tenés que vivir. Y en un momento me dije: estoy cometiendo un error en los cálculos. Me acuerdo de pensar qué pasaria si yo fuese hijo de Amalita Fortabat yno tuviese que pensar en plata, ¿qué haría? Y me acordé que en el colegio dibujaba historietas. Así que me anoté en un taller de historietas y fue un momento de revelación. No solamente porque me reecontré con la historieta, que me encanta, sino porque rápidamente me sentí muy cómodo entre los historietistas, les tomé mucho cariño. La gente que conocía en el mundo de la publicidad era distinta, y en el mundo de la historieta eran todos adorables, nadie pensaba en hacer las cosas, las revistas, guiado por el dinero. En esa epoca había pequeñas tribus: Lápiz Japonés, Sergio Langer, Isol, era un grupito más intelectual, después estaba ¡Suélteme!, entre otros, Dani The O, Pablo Fayó, Diego Parés
Igual que Isol, ¿arrancaste con fanzines?
Sí, en esa época, en los 90, en Argentina a nadie le interesaba la historieta. Sí a todos les interesaba, como siempre, el humor gráfico: estaba Maitena, Quino seguía, Rep, Fontanarrosa. Pero en los 90 la historieta había desaparecido: había cerrado la Revista Fierro, la Editorial La Urraca, ya no salía Las puertitas... Era tirarse a la pileta viendo que no había agua. Entonces de toda esa generación cada uno salió a dibujar lo que se le antojó. Nadie dibujaba para entrar a la Revista Humor o a la Revista Fierro, porque no existían. Todo el mundo dibujaba lo que se le cantaba la gana, para sí mismo. Es una generación muy rica en ese sentido, cada uno es muy personal, no se parecen en nada. Todo el mundo salió a hacer su propio camino y se armó una generación que a mí me da mucho orgullo, porque bancaron ese momento. Cinco años después estaba Internet y uno podía armar algo que se viera, pero en esa generación eran fanzines y nada más.
¿Y seguís trabajando en acuarelas, como entonces?
Sí, no porque tengo nada contra las computadoras. [Manda un saludo Tute] ¿Ves? Lucas Nine y Tute, los dos, salieron con tinta china en las venas, los dos al principio tenían sus influencias, de sus padres, lógicas, pero los dos encontraron la forma de hacer lo de ellos. Es que no hay atajo. Lo que hicieron Tute y Lucas fue sentarse a dibujar y a encontrar su camino. Yo también tengo todas mis influencias, que están clarísimas, pero la única manera de encontrar algo que es tuyo, dehacer que todas esas influencias no terminen siendo una versión mala, es sentarse a trabajar y trabajar.
¿La primera tira tuya fue Bonjour?
Sí, la primera que quedó, porque hasta ese momento había fanzines o por ahí metia alguna historietita en una revista suelta. La primera cosa que quedó fue Bonjour, y Bonjour era yo tratando de llamar la antención. Por eso los dibujos son cada vez más raros, la idea más bizarra que se me ocurría en la semana la ponía en la tira. Y después el dibujo más complejo que había logrado esa semana lo ponía. ¡Una pequeña batalla fue!
Es una investigación también sobre los límites del humor, hay un humor negro muy jugado, despues en Macanudo ya no lo vemos.
El humor de shock me encanta. Me encanta. Ahora, el problema de hacerlo es que es shockeante las primeras diez veces. No podés mantener todo el tiempo ese nivel. Llega un momento en que es muy difícil de sostenter. Bonjour es la tira que yo quería hacer para llamar la atención, es mi tira adolescente, pero la historieta que yo quería hacer era Macanudo. Macanudo fue eso: dejé de pensar en que me miraran los otros, y dije: voy a hacer la historieta que me gustaría leer a mí.
También hay otro cambio: en Bonjour te dibujabas de modo más representativo, hablabas con los personajes, y luego te convertiste en conejo.
La cosa meta me gusta, romper la cuarta pared siempre es graciosa. Cuando empecé a dibujar el conejo en Macanudo lo hice porque me precía que había un registro de humor más que no estaba investigando, que era el de las cosas que son reales. Hay cosas que son cómicas si efectivamente pasaron. Por eso ponía "Las verdaderas aventuras de Liniers", eran cosas que me pasaban de verdad. Si yo eso lo invento no es gracioso: necesitaba al conejo. Yo creo que la única regla que sí rompe Macanudo es que no mantiene un único registro de humor. A veces es absurdo, a veces es de observación, a veces es humor negro, a veces politico: eso supuestamente no se hace en una tira diaria. En ese sentido, Macanudo se porta mal.