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Anotación para un jueves lluvioso de marzo

Luciano Lamberti
Sobre el estado de la literatura argentina
“Se necesitan malos poetas” pedía Fogwill en un poema que está destinado a perdurar en el oído colectivo. ¿Se necesitan malos narradores?, se pregunta Luciano Lamberti: “se necesitan cuentos y novelas que nos lleven de la nariz hacia lo que no queremos ver, hacia lo atroz de la experiencia, hacia el futuro, hacia lo que todavía no tiene ni tendrá nombre para esta relativamente nueva especie humana.”

Por Luciano Lamberti.

“Se necesitan malos poetas” llamaba Fogwill, en un poema hermoso, de esos que están destinados a perdurar en el oído colectivo, y que el propio Fogwill le dejó simplificar a la Coca Cola porque era parte de su estilo (y porque debe haber necesitado la plata; ¿quién no?). Yo no sé si es lo que se necesita, no sé qué pedía Fogwill con ese pedido, no sé si era irónico o sincero, no sé prácticamente nada. Sé que se necesitan poetas como Elena Anníbali, de quién me entero hace unos días que sacó un libro en Ediciones del Dock, ojalá todos puedan leerlo una y otra vez. En su blog pueden leer algunos, pero después cómprense el libro, se los pido por favor, hagan feliz a una buena poeta y buen editor. ¿Quería decir, Fogwill, que se necesitan poetas que sean puro corazón, que no estén midiendo su carrera, que se entreguen al abismo con los ojos abiertos? ¿Quería decir que se necesitan malas personas que actúen como malos poetas? ¿Qué quería decir con malos? ¿Qué quería decir, en general?

¿Y narradores, se necesitan? Se necesitan. Narradores que no se miren el ombligo. Que no experimenten a la bartola. Que no escriban para el público universitario que, como ellos, estudió Letras o alguna carrera afín. Se necesitan cuentos y novelas que perturben, emocionen o diviertan, pero que nunca te dejen indiferente, o con la sensación de que no entendiste pero algo debe tener porque lo recomienda mucha gente, con grandes carreras universitarias. ¿Buenos o malos narradores? ¿Buenas o malas personas? Se necesitan cuentos y novelas que nos lleven de la nariz hacia lo que no queremos ver, hacia lo atroz de la experiencia, hacia el futuro, hacia lo que todavía no tiene ni tendrá nombre para esta relativamente nueva especie humana. Se necesitan escritores que transmitan el placer de la lectura en su propia escritura. Se necesitan escritores felices.

Se necesita plata, también. Se necesita un mercado para la literatura argentina, o mundial, ya que estamos. Se necesita dinero para que los escritores puedan vivir de lo que escriben, aunque sea estrechamente, en bohardillas que den a un río contaminado. Se necesitan también escritores que se banquen ser pobres por unos años, usar fósforos en vez de encededores. Se necesitan escritores valientes, osados y un poquito demenciales. Se necesitan espejos de nuestra miseria y nuestro esplendor.

¿Y qué es lo que no se necesita? No lo sé. No sé prácticamente nada. Tengo un dolor acá, al costado, y él habla por mí. ¿Y qué dice? Dice: no se necesita otra novela sobre el padre. Ya estamos hartos de novelas sobre el padre. Dejemos de echarle la culpa al pobre viejo que hizo lo que pudo con lo que tenía. O que fuera una basura, no importa. No se necesita otra novela sobre mi vida como pobre ni como drogadicto. Todos esos: a terapia. No se necesita otra apuesta estética por la lástima. No se necesita otra novela realista densa que se detenga en la morosidad de los gestos. Escriban El limonero real, si pueden. No se necesita otra novela del delirio airiano. No se necesita, tampoco, otra novela sobre la dictadura. Especialmente una que deje muy en claro quiénes eran los malos y quiénes los buenos. No se necesita una novela policial sobre la dictadura. (No se necesita otra novela policial: ya hay demasiadas). Si llego a leer otra novela sobre la dictadura soy capaz de ponerme a llorar, con lágrimas sumamente reales. Ya se escribieron todas las buenas novelas sobre la dictadura. Se escribieron hace años. Se escribieron cuando escribir novelas sobre la dictadura implicaba cierto riesgo. ¿Respiración artificial? Fue escrita durante la dictadura. ¿Nadie nada nunca? Fue escrita durante la dictadura, queridos amigos, cuando quemaba en las manos, cuando era peligroso. Claro que eso no veda la necesidad de escribir novelas sobre la dictadura después de la dictadura. Pero va a tener aire a “Esto lo escribí para que lo comenten en el diario del domingo” y también “Esto me salió ideal para que lo investiguen en la universidad”. No se necesita otra novela peronista. Se necesita una novela antiperonista, o se necesitó hasta el 10 de diciembre pasado, y yo no la vi, no me la mostraron, no me enteré. ¿Dónde están los escritores antiperonistas cuando se los necesita? ¿Donde están los Copi, los Lamborghini? ¿Dónde está la obra de teatro prohibida sobre Cristina caminando en tanga rusa por los arrabales? ¿Dónde el Echeverría que muestre una violación perpretada por los comandos kirchneristas?

No sé qué se necesita. No sé que hay en el futuro. Trato de verlo pero quedo encandilado, como siempre. Entonces cierro los ojos y la luz perdura un instante antes de desaparecer.

***

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