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Un festival que cruza poesía y teatro

Entrevista a Mariana Mazover, su creadora

Arranca la segunda edición de Pequeña Voz, un festival de teatro independiente hecho con una selección de las voces más destacadas de la poesía joven. Conversamos con su responsable, Mariana Mazover, curadora de las actividades performáticas que indagan en nuevos formatos de experimentación y promoción de la lectura: "Trabajar con poesía reorganiza el problema de la palabra en la escena".

 

Entrevista Valeria Tentoni. Fotos Bruno Basile.

 

Pequeña Voz es un festival de teatro independiente hecho con poesía, que contempla actividades pagas pero también algunas gratuitas en Buenos Aires y feria de libros, más una cobertura hecha por poetas devenidos cronistas, entre muchas otras cosas. Dos semanas de programación se podrán esperar del 19 al 28 de febrero, y conversamos con su creadora, Mariana Mazover, para que nos cuente de qué van.

El programa ya está on line, e incluye posibilidades como miniaturas teatrales hechas con poesía, que cruza 8 poetas con 8 directores. "A cada director se le asigna un libro de poemas para que produzca una obra corta – la miniatura- a partir de esos textos. Luego, combinamos dos de esas obras breves en un díptico, con el fin de armar al mismo tiempo un diálogo entre estéticas y poéticas; y una obra mayor, producto de ese encuentro. Este díptico, de una hora de duración, montado en dos salas diferentes por las que el público deberá desplazarse, es lo que verá el espectador durante las funciones". Cecilia Pavón, Francisco Garamona, Félix Bruzzone, Martín Rodríguez, Santiago Venturini, Eloísa Oliva, Noe Vera y Carlos Godoy son los poetas invitados de esta edición. También habrá música con poesía, y se presentarán las obras Todo Piola de Gustavo Tarrío, sobre el poema homónimo de Mariano Blatt, y Ave del Paraíso (Flor Tropical), el estreno de la nueva obra de Maruja Bustamante, realizada a partir de la obra poética de Gabriela Bejerman.

Entre otras cosas, en el Parque Lezama habrá acampe de Lectura de Libros Completos, a cargo de un colectivo de poetas y performers integrado por Martina Juncadella, Rita Pauls, Lucas Olarte, Catalina Berarducci, Pablo Petkovsek, Aniela Condori, Tani Covezzi, Santiago Nerone Jaqueline Goldbert y Elisa Palacio, que busca crear experiencia en torno a la lectura compartida. Juana Bignozzi será la poeta leída en esta sesión.

Mazover nació en Buenos Aires en 1979 y es dramaturga, actriz y docente.

 

¿Cómo surgió la idea del festival y cuándo? ¿Se fue ampliando en esta nueva edición?

Pequeña Voz nació, como proyecto, en agosto o septiembre de 2016. La primera edición fue en febrero 2017, pero varios meses antes comenzó a delinearse el proyecto. La verdad es que, como todos mis proyectos, nació de mi obsesión del momento: estaba leyendo desde hacía un año, bastante compulsivamente, poesía contemporánea, joven. Y creo que fue un modo de comenzar a armar y situar mi relación con esas lecturas, con esos libros, y también de resolver cierto embotamiento que había producido en mí la (por llamarla de alguna manera) dramaturgia clásica. También, hacía un tiempo que yo en mis seminarios y mis proyectos como directora venía explorando la creación a partir de variables textuales no-dramáticas. Si bien siempre trabajé en relación a la literatura, especialmente a la narrativa, estaba probando específicamente con cartas, poemas, diarios íntimos, crónicas, buscando nuevas formas de pensar la construcción escénica, y entonces del cruce de esas cosas, nació Pequeña Voz. De crear un espacio de exploración de este modo de producir lenguaje y discurso escénico, de la necesidad de pensar, de poner a prueba la idea de reescritura como escritura (esto me interesa mucho: yo la llamo escritura ecológica. Una escritura entre el reciclado y el afano, la reapropiación de lo ya escrito, a partir de las resonancias que esos textos producen en quien reescribe) y también de la necesidad de aullar: "¡paren! ¡la posta de la escritura la tiene la poesía!". Mi fantasía es bien divulgacionista: imagino a las hordas de personas que salen corriendo a buscar los libros de Marie Gouric, Clara Muschietti, de Francisco Garamona y de todos los demás que pasaron por el ciclo. Hice dos ediciones el año pasado, en otra sede, en un Caserón en Boedo y entonces pensé, luego de esas dos experiencias, cómo hacer crecer el proyecto. Y lo primero fue: en Timbre. Cuando nos juntamos con el equipo de producción, en Mayo del año pasado, fue inmediatamente surgiendo la posibilidad de expandir el formato y sumar actividades, producir realmente una ocupación total del espacio, y exprimir el cruce: al clásico ciclo de Miniaturas Teatrales que se producen especialmente para Pequeña Voz sumamos programación invitada, y el ciclo de lecturas El Origen de las Especies, performances, feria de libros independientes, y hasta vamos a regalar fanzines con textos de todos los autores que participan. Esto fue posible, entre otras cosas, por la energía de todos los que participan – es un festival 100% autogestivo y cooperativo – sin todos ellos, sin el teatro que apoya la producción – es una co-producción- que aporta la infraestructura para que todo pueda suceder, sería imposible imaginar hacerlo.

¿Por qué cruzar poesía y teatro? ¿Qué se dan estas artes entre sí?

A mí hay algo que me interesa particularmente: trabajar con poesía reorganiza el problema de la palabra en la escena. Qué lugar tiene la palabra, el lenguaje verbal, en el amalgama de lenguajes que integran lo teatral. Pone a la palabra en el epicentro de la exploración, y al mismo tiempo, como motor de la construcción, me resulta muy productivo. Por otro lado, la poesía produce mucha libertad formal al dramaturgo, porque, a diferencia por ejemplo de la narrativa, la poesía, un libro de poesía, no tiene adherido de un modo tan pregnante una narración, un cuentito. Si bien trato de elegir en el proceso curatorial libros cuyo unidad sea marcada, no es que ya tienen un cuentito impregnado que le llega ya dado al director. Entonces se da esa paradoja de que están los textos disponibles, pero el dramaturgo/director es el tiene que crear el teatro: tiempo, espacio, voces articuladas en torno al movimiento dramático. Y lo que ello da por resultado me parece fascinante y productivo para el teatro: cómo narrar cuando la palabra no es el vehículo de la narración, el soporte de la información articulada. Creo también que crea nuevos espectadores. No es que esto sólo lo hace la poesía, creo que lo hace cualquier escritura teatral que no intenta gobernar el sentido ni reproducir las convenciones narrativas de una dramaturgia clásica, digamos de canon moderno/naturalista/realista. Yo encontré por vía de la poesía, esto. Y ojalá que el teatro le de nuevos lectores a la poesía, en el sentido del descubrimiento de qué es la poesía contemporánea. Creo que muchos que ven Pequeña Voz algo de eso descubren: esa cosa cercana, para todos, o más bien, no sé si para todos, pero para cualquiera, de la poesía. Que no es esa cosa elevada, escolar, solemne, o inaccesible. Si algo hace el teatro es ponerla en un lugar de algo muy vivo, encarnado, y encantador. De "¡Oigamos qué belleza esto, por dios!"

¿Cómo se conformaron las duplas y cómo trabajaron?

Las duplas son producto del proceso curatorial. Yo cuando empiezo a armar una edición hago dos cosas: listado de directores y pila de libros que tentativamente podrían estar. Y empiezo a armar matchs, para decirlo tinderiamente, en mi cabeza. Pienso "tal director con tal libro, explota". Es una comunión de mundos lo que busco: es tratar de ver cómo pueden ligar dos imaginarios, dos tonos, dos mundos sensibles. Entonces contacto a uno u otro, y si aceptan, armo el dúo, y paso el material. Yo los pongo en contacto, y en general, los autores no quieren participar de nada del proceso, salvo algunos que sí lo han hecho. Vienen directo a ver el trabajo terminado, yo a veces les voy chusmeando. Yo tengo 4 o 5 instancias de contacto, de supervisión del material, donde veo primero texto articulado, y luego ensayos, y tenemos en cada instancia un proceso de devolución con los directores. Entonces ahí vamos profundizando la cuestión, y voy contándoles a los autores, cuando se da la situación, cómo viene todo.

¿Qué podrías decirnos del resultado? ¿Qué es lo que ocurre en esas miniaturas?

Y, son obras en las que yo me quedaría a vivir. Un grupo de personas, actores, director, trabajando en torno a un libro, es una imagen para mí bastante salvadora. A mí hay algo que me conmueve mucho, que es cuando se produce un buen encuentro entre poeta y director. Más allá de lo que pase con el público. Para mí, hay algo ahí que es del orden del don, del regalo. Eso creo que es lo perdurable.Para mí, es la prolongación de la experiencia de la lectura, es como haber estirado lo máximo posible ese tiempo con esos textos. Para los espectadores, se produce también una experiencia que es novedosa, por supuesto. Por el formato de díptico, por el contraste que se produce entre las dos obras que lo conforman, y por el ejercicio que propone, de poner en suspenso la necesidad de entender racionalmente punto a punto una historia. Hay algunas miniaturas donde es más identificable el relato, en el sentido aristotélico de la cuestión, y otros donde es más difuso, esa experiencia es la que a mí me interesa promover en los espectadores, esa apertura, ese desarmado de las convenciones narrativas.

 

 

 

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