Reescribir la maternidad
Por Natalia Viñes
Viernes 20 de noviembre de 2020
¿Cómo construir otro relato sobre la maternidad? En esta nota se trenzan tres libros para internarse en ese universo: Marina Yuszczuk y su poemario Madre soltera, Jane Lazarre con en El nudo materno y Esther Vivas en Mamá desobediente. Un recorrido que se profundiza en librerías.
Por Natalia Viñes.
“Soy esa clase de monstruo”, son algunas de las palabras que encuentra Marina Yuszczuk al escribir sobre la maternidad en su poemario Madre soltera (Premio Indio Rico de poesía 2013). “En definitiva, la madre es la única culpable” escribía Jane Lazarre en los 70, en El nudo materno. “Las mujeres hemos desaparecido tras la figura de la madre”, dice Esther Vivas en Mamá desobediente.
Los tres libros se publicaron este año, período al que seguramente le seguirá una nueva bibliografía sobre lo que significó ser madre en cuarentena. Los dos primeros vuelven después de un tiempo, y todo indica que seguirán volviendo una y otra vez. El primero, originalmente salido en Mansalva y ahora de la mano de Blatt & Ríos, incluye además los poemarios de la autora La ola de frío polar y Lo que la gente hace; el segundo es un evento que hizo posible la editorial Las afueras. El tercero es una novedad de editorial Godot y ya es un acontecimiento. Se publicó primero en España, el año pasado, con una gran repercusión.
En estos textos las tres autoras buscan otras maneras para hablar de la maternidad. Cuentan su experiencia, usan palabras que no están autorizadas, hablan de lo que no queda bien hablar, y tratan de ir un poco más allá: construir otro relato sobre la maternidad, o al menos dejar de hablar de ella como se hizo hasta ahora. En cualquier caso advierten que su significado no debería ser cerrado, y que el actual e histórico no las encarna cuando les acontece: “Ser literal es una forma de la locura y ahora quiero darle la bienvenida”, escribe Yuszczuk.
Esta generación de libros (de la cual estos tres son apenas una muestra) si bien vienen circulando desde hace un tiempo, ahora comienzan a trazar un recorrido con más fuerza. Aunque la idea de maternidad fue cambiando a lo largo de la historia —incluso Esther Vivas, en Madre desobediente, hace un interesante y esclarecedor recorrido sobre la concepción de “maternidad” que tuvieron los feminismos hasta ahora—, aún hoy, el concepto sigue teniendo que cumplir con al menos dos requisitos inamovibles: responder a una idea del bien que es totalizadora y con la que debemos coincidir todas las personas (de cualquier credo, ideología y costumbre); y no corresponderse con la real experiencia. Antes que nada, la idea de madre hasta ahora debió ser, por sobre todas las cosas y pese a todas sus variantes, indiscutible.
Para hablar de maternidad, el primer verso de Madre soltera incluye la palabra "error". Esther Vivas desde el título de su libro, Mamá desobediente, declara de qué modo se posicionará frente a lo que podría considerarse un error. Lazarre comienza sus memorias en El nudo materno diciendo: “Estaba aterrada”. ¿Se puede hablar de maternidad sin justificar o medir la distancia de esa palabra con lo que se espera de ella?
Antes de la ola verde que llegó para quedarse y que significó un cambio de época en la lucha contra el patriarcado, una proliferación de libros, o relatos en otros formatos, se reunían bajo títulos como Mujeres asesinas, Mujeres locas, Mujeres oscuras. Las tipologías prometían mostrar perfiles “curiosos” de mujeres que se corrían de la imagen de la mujer “correcta”. Después de eso, la idea de mujer se facetó en mil pedazos para ampliarse hasta el infinito. Ni asesinas, ni locas, ni oscuras, ni cuerdas, ni luminosas: mujeres. Madre soltera, Madre desobediente, El nudo materno, son relatos que parecen transitar ese camino y suelen referirse a ellos como “maternidades disruptivas”. Sin embargo, uno de los grandes poderes de su narrativa reside en que justamente no están hablando de una maternidad distinta a la conocida hasta ahora, sino de la misma. “Yo parto de la base de que todo lo que está pasando no se puede escribir” dice un verso de Marina Yuszczuk en Madre soltera. Y dice también que no quiere quedar atrapada en la banalidad del lenguaje, quiere hablar una lengua delicada, quiere decir qué es lo que le pasa sin tener que decir “hace meses que no duermo dos horas seguidas”. Dice que no quiere cubrir el corazón del problema de un “pelaje duro y espeso”, sino darle un corazón.
¿Por qué elegiste escribir Madre soltera a través de la poesía?
Yo era poeta, escribía poesía, me pareció la forma "natural" para empezar a ponerle palabras a lo que estaba viviendo pero además, no había relato posible, todavía. Me interesó de la maternidad, de esos primeros meses y todo el proceso de embarazo/parto/puerperio/amamantamiento, que es eminentemente físico, el hecho de que fuera nuevo. Nuevo como pocas cosas en la vida son nuevas, al punto de que una no tiene palabras. Lo mismo que la primera vez que ves un muerto. Y entonces la manera de empezar a decir algo tenía que ser a través de un libro muy fragmentario, muy exploratorio, lleno de preguntas y de silencios. No hay una forma que atraviese Madre soltera de principio a fin, hay pequeños poemas, frases sueltas, algún poema en prosa, algún despunte de relato, formas que intuitivamente iba encontrando para poder volcar las distintas experiencias y sensaciones pero también para dejar establecido que no todo lo que estaba pasando se podía, o se dejaba, decir. Pasaron varios años y todavía recuerdo esos meses de transformación con asombro, me maravilla. Haber podido vivirlos, en primer lugar, y también escribirlos y haber podido conjugar escritura y vida de esa manera, me parece una gran suerte.
Mamá desobediente es un ensayo político en clave feminista sobre la maternidad con datos, testimonios de mujeres, análisis histórico y periodístico, narrado en primera persona, en donde la autora cuenta buena parte de su experiencia materna durante los primeros años de la vida de su hijo. Habla de lactancia, parto, crianza, diferencias sociales, sexo, fertilidad, trabajo, paternidad. “El mito de la madre perfecta, de hecho, solo sirve para culpabilizar y estigmatizar a las mujeres que se alejan de él”, dice la autora, Esther Vivas, y agrega: “La maternidad es prisionera de discursos normativos bipolares y estereotipados (...) La culpa siempre es nuestra”.
El libro detalla cómo cada acontecimiento que involucra a la maternidad está atravesado por un paradigma que se corresponde plenamente con el funcionamiento de un sistema capitalista y patriarcal. Vivas es periodista, socióloga, especializada en análisis político y consumo crítico. Participó activamente en el movimiento antiglobalización y el movimiento antiguerra. De los tres títulos, el de Vivas sin dudas es el que está atravesado y sostenido por un tono urgente: “A ver si se entiende” podría ser el subtítulo.
¿Qué barrera se estaría atravesando con tu libro?
Mamá desobediente es un libro que pone encima de la mesa la necesidad de establecer vínculos estrechos entre maternidades y feminismos, que no son conceptos opuestos sino que van íntimamente vinculados, ya que la maternidad o será feminista o no será. La maternidad o bien es defendida desde el feminismo en clave de derechos, derecho a poder decidir sobre nuestro cuerpo, nuestro embarazo, nuestro parto, nuestra lactancia, o acaba siendo un terreno lleno de violencia. Y al mismo tiempo considero que hay que plantear la crianza como una responsabilidad colectiva. No solo de la mujer que tiene hijos, sino de mujeres, de hombres y de la sociedad en general, dice la autora desde Barcelona.
En El nudo materno (1976), Jane Lazarre relata su embarazo y primeros años de maternidad. Con destreza logra no esconderse de lo que se pregunta, de lo que la confunde, de lo que no desea. “Sentirme sola, significaba como mínimo, sentir algo”. “Las otras madres habían atravesado la misma crisis que vivo yo ahora, y si su experiencia había sido tan demoledora como la mía, callaban”. “Yo era el jefe. Pero quería desembarazarme de la mitad de las responsabilidades”. Para Lazarre hablar de maternidad es indisociable de hablar de su sexualidad, su pareja, de ella como hija, de sus estudios, su carrera, el resto de su vida, y de las formas del amor. No hay, en el libro, una “certeza” sobre lo que define qué es ser madre, sino una pregunta que atraviesa toda la obra.
Vivas, Yuszczuk y Lazarre allanan nuevas formas de indagar sobre la maternidad, preguntarse o responderse qué ejercemos con ella, o quiénes somos con ella. En todos los casos, el gesto es tomar la palabra y barajar de nuevo: “no me gusta/ que una cosa que es nuestra quede afuera/ colgada de pequeños broches” (Madre soltera).