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Quién es y qué escribió Nell Leyshon, la gran invitada inglesa al Filba Internacional

Un recorrido por la obra de la escritora que visitará Buenos Aires para formar parte del próximo Filba Internacional junto a sus libros, editados por Sexto Piso. 



Por Virginia Ruano



“Nunca escribí de niña ni de adolescente. Empecé a leer de verdad en la adolescencia, pero no escribía. Creo que es importante decirlo porque todo el mundo piensa que las escritoras ya éramos escritoras de jóvenes, pero yo era muy extrovertida y no me interesaba sentarme a solas a poner mis pensamientos por escrito”, dispara la escritora y dramaturga inglesa Nell Leyshon en una entrevista con Sica Romero para El Español. 

Nacida en 1962 en Glastonbury, un pequeño pueblo de Gran Bretaña, desde muy chica se enfurecía frente a los mandatos sociales que indicaban qué debía estudiar una mujer o qué era conveniente que una mujer diga, haga o calle. “Tuve que plantarme frente al sistema escolar para que me permitieran estudiar dibujo técnico, como hacía cualquier chico. Era la única chica de la clase y fui la primera en hacerlo en mi condado, tal vez la primera en todo el país”, recuerda ante la periodista Begoña Alonso mientras revela que estas experiencias serán un antecedente invalorable en el momento de darles voz a sus protagonistas femeninas. 

Eran los años ochenta en Londres, la cultura under hacía lo imposible para sobrevivir al asfixiante gobierno conservador de Margaret Thatcher. Leyshon tenía poco más de veinte años y trabajaba en cine y publicidad, pero sentía que su trabajo era poco creativo. Fue entonces que conoció a Dominique, con quien sigue viviendo, y dio un cambio a su vida profesional. Quería aprender un nuevo idioma y eligió el español.  

Por recomendación de un amigo se fue a estudiar a España junto con Dominique. Precisamente en Madrid se manifiesta su interés por la escritura: “Recuerdo estar sentada frente a mi máquina de escribir, una máquina vieja y hermosa, y pensar: me falta algo. Tengo algo que aprender antes de poder escribir”. Apenas llega a reflexionar sobre qué camino va a seguir cuando descubre que, al mismo tiempo que su querida gata, está embarazada. Con la tenacidad que la caracteriza, decide dos cosas fundamentales: volver a Gran Bretaña para tener a su hijo cerca de su familia y anotarse en la universidad para aprender a escribir. Terminó la carrera de Literatura en tres años, tuvo a su segundo hijo y cuando este cumplió seis meses lo acostó sobre su regazo y empezó a pulsar esas mismas teclas que antes se le habían negado: ahora había aprendido unas cuantas estructuras para armar un texto.  

El deseo de un cuarto propio sobrevoló esos primeros años en los que Leyshon tuvo que arreglárselas para escribir mientras llevaba adelante las tareas de la casa, criaba a sus hijos y daba clases de literatura para adultos. Tanto el dinero como el tiempo escaseaban: “Cuando el tiempo no te sobra aprovechás al máximo cualquier momento libre que puedas dedicarle a la escritura, aunque no sea más que una hora. Eso te da mucha disciplina”, recuerda. 

Al principio escribió obras de teatro. Recibió numerosos premios por varias de ellas. En 2010, Bedlam, ambientada en el famoso psiquiátrico londinense del siglo XVIII que da nombre a la obra y protagonizada por Rose Leslie (suspiran los fanáticos de Game of Thrones), fue la primera obra escrita por una mujer en ser representada en el prestigioso Shakespeare’s Globe Theatre, del cual además Nell Leyshon es miembro del consejo.  

A contramano de los veintipico de años que suelen tener la mayoría de las escritoras y escritores cuando editan su primer libro –salvo excepciones como Toni Morrison o Sherwood Anderson, entre otras–, Leyshon publicó su primera novela cuando tenía 42 años: Black Dirt fue candidata al Orange Prize y finalista del Commonwealth Book Prize. Pocos años después salió Devotion (2008). Su nombre empezó a sonar de boca en boca entre lectores que quedaban fascinados con sus libros, pero sobre todo con la sensibilidad de Leyshon para construir las voces de sus personajes; se percibía que había ahí algo inconfundible y que rápidamente se convertiría en una suerte de marca registrada. El reconocimiento de la crítica y el fanatismo de los lectores surgieron luego de la publicación de la novela Del color de la leche (2012; editada en 2013 por la editorial Sexto Piso con traducción de Mariano Peyrou).   


“este es mi libro y estoy escribiéndolo con mi propia mano. en este año del señor de mil ochocientos treinta y uno he llegado a la edad de quince años y estoy sentada al lado de mi ventana y veo muchas cosas. veo pájaros y los pájaros llenan el cielo con sus gritos. veo los árboles y veo las hojas”. Estas son las primeras líneas de la novela, la que escribe es Mary, protagonista de esta historia tan inolvidable como conmovedora. Y no, no es que esta novela no haya sido corregida por nadie y a eso se deban los “errores” de la cita transcripta, sino que se trata de una decisión estética de Leyshon (gran desafío para la traducción que Peyrou supera de manera brillante). La gramática es otra, no responde a los parámetros convencionales, pues hasta hace pocos meses Mary era analfabeta y vivía en condiciones precarias junto a sus padres, su abuelo y sus tres hermanas en una pequeña granja inglesa, dedicando todo su tiempo a los duros trabajos propios del campo. Hasta que un día, por orden de su padre, debe mudarse a la casa del vicario del pueblo para ser dama de compañía de su esposa, gravemente enferma. Un mundo nuevo se abre para Mary a medida que se adentra en su nuevo hogar: conoce lo que son las sábanas, los cubiertos, la ropa limpia. Frente al desconcierto de la mucama que le pregunta cómo puede vivir sin saber la hora, Mary le responde: “nos levantamos cuando hay luz, nos acostamos cuando está oscuro. los animales no tienen relojes y parece que se apañan”. Es inteligente y curiosa, pero sobre todo su picardía la caracteriza y deslumbra a todos los que la rodean. Incluso a quienes se vuelven peligrosos. La conexión de Mary con el entorno es entrañable, todo lo que sabe lo aprendió a partir de la observación de la naturaleza, lo que se ve reflejado en la estructura estacional de la novela. La mujer del vicario fallece, el hijo se va a Londres a estudiar en la universidad, la mucama es despedida. Quedan solos Mary y el vicario, y este decide enseñarle a leer y a escribir con una Biblia, como una manera de entretenerse y matar el tiempo. Quien la libera también la condena, y la tragedia no tarda en desarrollarse.  

“Nunca he podido crear un personaje a partir de una descripción, tiene que ser a través de la voz”, comenta Leyshon cuando le preguntan por la construcción del personaje de Mary. No cabe duda de que esto es así. Uno de los mayores hallazgos de la novela es justamente la voz de Mary y todo su potencial: es una voz que no se va a quedar callada, nunca más, y que pondrá en palabras los abusos más atroces que los hombres comenten contra las mujeres. Como en el caso de Offred, la protagonista de El cuento de la criada, de Margaret Atwood, la escritura se vuelve el único canal posible no solo para dejar un testimonio, sino para activar una denuncia. 

Pocos años después se publica El show de Gary (2015; editada en 2016 por Sexto Piso con traducción de Inga Pellisa). Nuevamente, Leyshon busca darle voz al marginado. En esta ocasión son las memorias de Gary, un ladrón de poca monta que hereda la “profesión” de su padre. Nacido en una familia completamente disfuncional, desde muy joven comete pequeños delitos que van creciendo a medida que él también lo hace. Dos cosas lo caracterizan y lo vuelven un personaje inolvidable: una inteligencia que le hace creer que siempre está un paso delante de cualquiera y un manejo del lenguaje que lo convierte en un encantador de serpientes. Pero sobre todo la fuerza que lo habita, incluso cierta nobleza que le permite sobreponerse a la oscuridad.  

“Siempre se habla de las cosas buenas que aporta la maternidad. Pero hablar de los contras resulta muchas veces un tabú. Si lo hacés, te juzgan, muchas veces sin piedad. Quería hacer una profunda reflexión sobre eso”, se sincera Leyshon cuando le preguntan por la publicación de su quinta novela, El bosque (2019, publicada por Sexto Piso con traducción de Inga Pellisa). A diferencia de sus otros libros, en el inicio el escenario cambia completamente: son tiempos de la ocupación alemana en Varsovia. El pequeño Pawel vive rodeado de mujeres: su abuela materna, su tía Joanna y su madre Sofía, que añora un tiempo para ella, su chelo y sus libros. Los efectos de la guerra no tardan en alterar la vida cotidiana y hacen que madre e hijo tengan que esconderse en el bosque para sobrevivir.  

“Mi voz como escritora es completamente directa, sencilla. Hubo un tiempo en que pensaba que necesitaba ser más complicada, pero entendí que tengo que tener fe en esta sencillez y en esta franqueza”, reflexiona Leyshon sobre su estilo. En estos últimos tiempos se encuentra escribiendo varias novelas más y otras tantas obras de teatro.  

La escuela de canto (2022, publicada por Sexto Piso con traducción de Mariano Peyrou) es su última apuesta y nuevamente recurre a la primera persona para contar una historia fascinante que transcurre en Inglaterra en 1573. Ellyn es una niña que vive en una granja junto con su familia, la miseria y la precariedad se apropian de todo, sin embargo la esperanza y la alegría renacen en el interior de la protagonista tras el nacimiento de su hermanita Agnes: “y yo quería una chica y yo pedí una chica y mi corazón hace se grande como la colina donde estoy”. No hay signos de puntuación y la sintaxis está totalmente trastocada, Ellyn no recibió ningún tipo de educación. La musicalidad que Leyshon logra con esta operación es tal que dan ganas de leer la novela entera en voz alta.  

Un día Ellyn debe ir al mercado y, conmovida por un canto que nunca en su vida había escuchado, entra en una vieja iglesia. A partir de ese momento se despierta en ella un profundo deseo por aprender a cantar así. Los maestros la escuchan practicando y quedan enamorados de su voz, pero no la aceptan porque es una niña. Se corta el pelo, se viste con las ropas de su hermano, se hace pasar por varón. Ingresa a la escuela de canto, pero al poco tiempo todo en su cuerpo indica que el pasaje a la pubertad es inminente.  


Adentrarse en la obra de Nell Leyshon es una experiencia irrepetible, sus historias abordan situaciones desgarradoras, pero a la vez siempre ofrecen una salida posible, que no es sinónimo de un final feliz. Acaso esta sensibilidad sea producto de su mirada tan optimista como realista del mundo: “Te levantás a la mañana y escuchás una noticia terrible, injusticias atroces que suceden en todas partes del mundo. Y hacia la tarde te emocionás con el canto de un pájaro, te detenés a mirar una flor. Todo sucede en el mismo día”. 

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