Para que no desaparezca la memoria
A 40 años del Golpe
Jueves 24 de marzo de 2016
La antología Golpes. Relatos y memorias de la dictadura, compilada por Victoria Torres y Miguel Dalmaroni (Seix Barral), está compuesta por textos inéditos de autores argentinos nacidos entre 1956 y 1973. Un ejercicio de la memoria sobre la última dictadura militar.
Por Patricio Zunini.
Desde Gabriela Cabezón Cámara hasta Martín Kohan, pasando por Inés Garland, Carlos Ríos y Sergio Olguín, la antología Golpes. Relatos y memoria de la dictadura (Seix Barral), compilada por Victoria Torres y Miguel Dalmaroni, dibuja un mapa de tragedias íntimas en tiempos de dictadura. La cantidad de participantes no es azarosa: son 24, como los días de marzo de 1976, cuando las Fuerzas Armadas tiraron el gobierno de Isabel Perón.
El prólogo escrito por los compiladores parte de una cita de Saer. En la novela Lo imborrable, Saer dice que las calles están desiertas por el frío o por la hora o seguramente por los tiempos que corren, y ellos señalan que “«Los tiempos que corren» son los de la dictadura genocida que aterrorizó a la Argentina entre el 24 de marzo de 1976 y el 10 de diciembre de 1983». Ese primer párrafo, y todo el prólogo en sí, es una exacerbación de la consabida denuncia histórica. Escriben: “momentos siniestros”, “tiempos ominosos”, “comandos de la muerte”, “ejecuciones en la vía pública”, “torturas”, “Guerra de Malvinas”. Escriben: “terrorismo de Estado”, “trauma colectivo”, “nunca más”. Son demasiados refuerzos juntos en pocas líneas. La necesidad de trazar una línea divisoria y dejar muy claramente quiénes somos nosotros, los buenos, y quiénes ellos, los malos, contamina la identidad del libro. Golpes debería pensarse como algo más que un ejercicio —sano, preciso, imprescindible— de memoria.
Con todo, es un gran libro que merece ser leído con detenimiento. Todos o casi todos los textos —ficciones, memorias, ensayos— son inéditos. Todos o casi todos son excelentes. Como sus autores: Aníbal Jarkowski, Eduardo Berti, Mariana Enriquez, Sebastián Martínez Daniell, Patricia Ratto. Con el criterio de selección de haber nacido antes del golpe —algunos tenían tres años, como Alejandra Zina; otros menos de veinte, como Federico Jeanmaire—, dicen los compiladores, que le dieron «forma escrita a alguna porción de ese archivo mental y emocional personalísimo donde los recuerdos y las anécdotas del conflicto social, histórico y vital resultan siempre trabajados por la imaginación, por los sueños y las pesadillas». De esta manera, la mayoría de los textos está en primera persona y vinculado a un recuerdo personal. Los mejores o, si se quiere, para no ser tan tajante, los más efectivos, son, como suele suceder en una antología, los textos breves. Hay una seguidilla entre Carlos Gamerro, Juan José Becerra, Sergio Chejfec y Mario Ortiz, que sencillamente es de no creer.
Desde el 10 de siempre de 1983 —es decir: desde siempre—, la sociedad argentina mantiene una relación conflictiva con la dictadura. Ojalá que un libro como este en una fecha como esta sirva para recordarnos que la política de Derechos Humanos no le pertenece a un gobierno si no que es una obligación del Estado.
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