Nueve preguntas a Natalia Zito

1. ¿Cuál es el objeto más antiguo que conservás?

Tengo una pequeña colección de máquinas de escribir. La más antigua es una Underwood portátil, de 1919. Está sobre un mueble, justo al entrar a mi casa, por lo que convive con las llaves y cosas de último momento. Una suerte de aula de secundario nocturno donde todos tienen menos de treinta, son bulliciosos y desordenados y la tratan como uno más, sin reverencias por sus cien años; y a ella le encanta. Es una de las pocas máquinas que tienen solo tres hileras de teclas, por eso puede ser muy pequeña.

2. ¿Qué libro de otro autor produjo en vos el efecto que te gustaría producir en quienes te leen? 

La vida en sordina, de David Lodge forma parte de esos tres o cinco libros irreversibles. El entusiasmo que me generó su lectura revive cada vez que lo recuerdo, incluso por sobre la trama. Pero todavía más, perdura lo que la novela me puso a pensar: el malentendido en el matrimonio, ese modo en que las cosas se saben sin decirlas, esa pequeña cuota de sufrimiento cotidiano que aceptamos sin siquiera mencionarlo. Supongo que eso me gustaría generar, algo irreversible.

3. ¿Lo mejor y lo peor que te dio la literatura?

Lo mejor, una manera de andar por este mundo, un lugar, la posibilidad de existir sin que me todo me resulte o demasiado absurdo o asfixiante.

Lo peor, la certeza de que no me va a alcanzar la vida para leer todo lo que quisiera.

4. ¿Cuál es el libro que más regalaste y por qué?

El mundo, de Juan José Millás. Porque hay momentos en los que uno necesita regalarle el mundo a alguien; y también (supongo, por la época en que lo regalé) porque es una novela que muestra con detalle cómo alguien se convierte en escritor como un destino lógico e inexorable, sin posibilidad de haberse convertido en ninguna otra cosa.

5. ¿Como qué disco suena la música funcional de tu cabeza?

Mi cabeza alterna entre Appetite for destruction, de los Guns N' Roses (especialmente Welcome to the jungle) y Wave, de Jobim.

6. ¿Cuál fue el color más hermoso que viste en tu vida y dónde aparecía?

El violáceo de la piel de mis hijos en ese primer instante en el que es evidente que se trata de dos cuerpos. Sin embargo, cinco minutos antes parecía estar sola con el terror de lo que estaba a punto de suceder.

7. ¿Con qué escritor o escritora que ya no pisa el mundo de los vivos quisieras tomar un taller literario?

Con Albert Camus y Clarice Lispector. Deberían dejarlos regresar para dar un taller juntos. Sería un hit.

8. Un libro que hayas prestado y no te devolvieron.

Soy yo la que atesora El conde de Montecristo desde hace muchos años y no me decido a devolverlo.

9. ¿Cómo ordenás tu biblioteca? ¿Nos mandás una foto?   

Es un orden que va fracasando cada vez más. Un gran criterio original mantenía divididos los libros de psicoanálisis y salud mental de todo lo referido a la literatura. Pero esos mundos, como mis dos profesiones, son cada vez más el mismo asunto. En la biblioteca de mi casa aún se mantiene esta división y la literatura está más o menos dividida entre argentinos y extranjeros, pero por ejemplo, los uruguayos y chilenos cuentan como argentinos. Sobrevive algún estante de clásicos que no se mezclan con los mortales. Pero desde que tengo mi estudio, la biblioteca (que ahora son dos) se volvió dinámica e itinerante. En la biblioteca del estudio se nota que no hay tal división en mi cabeza. Entonces hay un estante de no ficción, seguido de literatura de todas las procedencias, encima de un estante donde Freud y Lacan conviven con teoría literaria y literatura. Suelo tener, además, un estante de lo que quiero leer y otro de lo que me gustó mucho. Estos últimos rompen todos los criterios que dije antes.