Nueve preguntas a Cynan Jones
Cuestionario fijo
Martes 14 de julio de 2020
El autor de Tiempo sin lluvia (Chai Editora) nació en la costa oeste de Gales en 1975 y es el autor de cuatro novelas más, publicadas en más de veinte países. Hoy responde nuestras nueve preguntas.
Foto de autor por Bernardine Jones.
1. ¿Cuál es el objeto más antiguo que conservás?
Una piedra lisa con un agujero redondo y gastado en el centro que encontré en las costas de un río cerca de Betws-y-Coed en el norte de Gales. Yo tendría unos ocho o nueve años y estaba en un curso de observación de aves. Una de mis compañeritas dijo que encontrarse una piedra agujereada era señal de buena suerte y esa misma tarde vi los tres tipos de especies de pájaro carpintero que tenemos en Bretaña. Yo nunca antes había visto un pájaro carpintero. Conservo la piedra desde entonces.
2. ¿Qué libro de otro autor produjo en vos el efecto que te gustaría producir en quienes te leen?
Comencé a escribir por el amor a la lectura y el impacto que me produjeron los grandes libros. Así que, por supuesto, ¡al principio yo quería generar efectos de todo tipo! Traté de intentar escribir como Brett Easton Ellis, o Dylan Thomas, o Italo Calvino, o Albert Camus... entre otros. Al tratar de imitar a tantos escritores tan diferentes, aprendí mucho. Pero una vez que comencé a encontrar mi camino, creo que uno de los sentimientos que más me preocupó generar fue el de pertenencia, y de justicia hacia mis personajes. De todos los escritores, sentí esto más profundamente en el trabajo de Steinbeck. No en uno solo de sus libros, sino a lo largo de su obra.
3. ¿Lo mejor y lo peor que te dio la literatura?
La conciencia de que no soy único, ¡algo que puede ser a la vez bueno y malo!
4. ¿Cuál es el libro que más regalaste y por qué?
Siento que tengo una relación con los libros que leo, tanto cuando me gustan como cuando no, así que me cuesta mucho prestarlos o regalarlos una vez que los terminé de leer. Prefiero comprar y regalar una copia nueva, como un regalo, y frecuentemente me encuentro pensando en qué libros regalarle a qué amigos del mismo modo en que les cocinaría algo si viniesen a cenar. Entre los últimos que vengo regalando más, está el de Margaret Craven, I heard the owl call my name, o Killochries del poeta escocés Jim Carruth. También un maravilloso texto zoológico de Caspar Henderson llamado El libro de los seres apenas imaginables.
5. ¿Como qué disco suena la música funcional de tu cabeza?
No me gusta la música de fondo. Cuando escucho música, la quiero por todas partes. Quiero estar en ella. Quizás por este motivo, no suele sonar música en mi cabeza (tiende a ahogar las palabras. Prefiero el sonido del mundo a mi alrededor. Mientras escribo esto suenan la canción de un mirlo, una brisa enérgica, el tictac del calentador eléctrico del cobertizo en el que estoy sentado.
Dicho esto, sí hay momentos en los que mi cabeza está completamente llena de música. No en el fondo, pero justo detrás de mis ojos, afectado todo lo que viene a través de ellos y todo lo que pienso. Una droga que altra la mente. El último disco que recuerdo así fue Recomposed de Max Ritcher, una reescritura de las cuatro estaciones de Vivaldi. ¡Irreal!
Como dije antes, me cuesta mucho prestar libros, pero sí intenté sobreponerme a eso en mis jóvenes veinte ¡y todo lo que conseguí fue probarme que no tengo que prestar los libros! Hubo dos libros que presté y nunca volvieron: Relato soñado de Arthur Schnitzler -y a un tipo con el que casi armamos un negocio, resultó ser un delirante maníaco depresivo. El otro libro fue Bajo el sol jaguar de Calvino, a un viejo amigo. Cada vez que lo visito veo el libro en su bilioteca y él jura y perjura que es su propio ejemplar.
9. ¿Cómo ordenás tu biblioteca? ¿Nos mandás una foto?
Vivo en una cabaña de madera que construimos hace años, al lado del lugar en que crecí. No hay mucho espacio. Solía haber un cuarto de escritura, pero hace unos dos años tuvimos un bebé, así que ahora esa es su habitación. Los libros que estaban ahí ahora están por todas partes. Muchos de los libros de cuando era más joven todavía están en lo de mi madre, hay libros en mi cobertizo de escritura, libros en la cabaña que renovamos para alquilar a turistas (era prácticamente una ruina cuando llegamos), libros en cajas y libros en las paredes de la cabaña, algunos de ellos en doble fila, en estanterías profundas, lo que se siente como un mal servicio. No hay un orden discernible, salvo el del momento en que los fui leyendo, pero mi hija, fascinada con los libros como está, los saca y los reordena a su gusto. La alineación se reorganiza. A pesar del caos aparente, podría decir que sé dónde está cada uno de los libros que tengo.