Nueve preguntas a Ana López

1. ¿Cuál es el objeto más antiguo que conservás?

Los objetos más antiguos que tengo son todos libros, muchos de filosofía, otros de teatro español, de mi bisabuelo paterno. Pero mi objeto antiguo preferido es un diccionario de sinónimos de Editorial Sopena que tiene la firma de mi abuelo materno y una fecha: 14/3/45. En el 45, mi abuelo tenía treinta y cinco años y trabajaba como contador en una compañía de seguros. Mi madre todavía no había nacido. Debajo del título del libro hay una especie de epígrafe que dice: “Obra indispensable para facilitar el trabajo literario y enriquecer el estilo”. Siempre me pregunto por qué lo compró. Y me encanta haber recibido esa herencia caprichosa por quién sabe bien qué azar de los repartos y mudanzas.

2. ¿Qué libro de otro autor produjo en vos el efecto que te gustaría producir en quienes te leen?  

Zama, sin duda. Esa sensación de ir quedándose sin aire. 

3. ¿Lo mejor y lo peor que te dio la literatura?

La escritura siempre me hunde en un sitio bastante turbio y oscuro; la lectura siempre me salva. Creo que esa es una buena síntesis de cómo vivo la literatura. 

4. ¿Cuál es el libro que más regalaste y por qué?

No sé si tengo un libro más regalado. Regalo siempre libros, pero del listado de los que considero indispensables trato de elegir pensando en el lector… De todos modos recuerdo haber regalado mucho Hablando del asunto, de Julian Barnes; La lluvia antes de caer, una novela de Jonathan Coe que adoro y que hace bastante está en falta; Un cuarto propio, de Virginia Woolf y Maldición eterna a quien lea estas páginas, de Puig.

5. ¿Como qué disco suena la música funcional de tu cabeza?

La música funcional de mi cabeza es inconfesablemente ecléctica. La música funcional de cuando escribo tiene dos discos preferidos: You must belive in spring, de Bill Evans y cualquier compilación de Chet Baker en la que esté Almost blue. 

6. ¿Cuál fue el color más hermoso que viste en tu vida y dónde aparecía?

Turquesa. Mi primer jefe tenía una lapicera con pluma con la que firmaba los recibos de sueldo con tinta de ese color. No tengo idea de dónde la conseguía.

7. ¿Con qué escritor o escritora que ya no pisa el mundo de los vivos quisieras tomar un taller literario?

Con Flannery O´Connor. O con Onetti. Aunque saldría llorando de esos talleres, seguro.

8. Un libro que hayas prestado y no te devolvieron.

Muchísimos. De todos, el que más lamento es una edición hermosa y llena de mis notas de Los Adioses.

9. ¿Cómo ordenás tu biblioteca? ¿Nos mandás una foto?

Mi “biblioteca central” siempre pretende algún orden entre colección, autor, origen y tema, que termina haciendo agua sin que eso me genere conflicto alguno. Tengo también una biblioteca pequeña, más cerca de la cama, que llamo “La biblioteca del amor”, donde están mis preferidos: los de la vida, y los del momento, por lo que es una biblioteca bastante mutante.