1. ¿Cuál es el objeto más antiguo que conservás?

Un plumín de mi papá. Está cubierto de delicados hilos de seda que conforman un entramado. Puede leerse en un costado “Almacén Porta” porque así se llamaba el lugar del pueblo (Minas, en Uruguay), donde lo compró. Me encanta esa mixtura entre la suavidad de los hilos y la marca. Mi papá practicaba caligrafía con ese plumín cuando llegaba de trabajar como electricista, algunas noches.

2. ¿Qué libro de otro autor produjo en vos el efecto que te gustaría producir en quienes te leen?  

Pienso que entre todos los efectos posibles (¡son tantos!), me quedaría con ese extrañamiento en el orden del lenguaje de Si hubiéramos vivido aquí, de Roberto Raschella, porque te corre de eje y te lleva a un mundo enrarecido, fuera del tiempo y del espacio. Sin embargo, sería difícil para mí conseguirlo ya que no trabajo específicamente en ese sentido. Es algo realmente admirable.

3. ¿Lo mejor y lo peor que te dio la literatura?

Lo mejor que me dio la literatura es la siguiente escena: una persona lidiando con la palabra para dejar tallada su experiencia, imaginación o forma de mirar el mundo en un libro -o la pared de una cueva-, sin olvidar que ella, la cueva y el mundo tienen sus días contados. Esa chispa vital que se encuentra en el cruce entre la aventura humana y el arte. Lo peor que me dio la literatura: el pago de multas por sobrepeso de equipaje.

4. ¿Cuál es el libro que más regalaste y por qué?

Hubo una época en que pensé que todas mis amigas que amaban la poesía tenían que leer Agua Viva de Lispector. En otras oportunidades, regalé diferentes títulos de John Berger, porque siento que toda persona debe leer algo de él.

5. ¿Como qué disco suena la música funcional de tu cabeza?

En mis mejores momentos suena como Navega de Fandermole, o como algún álbum de Lhasa de Sela. En los peores… como una clase de música con niños aprendiendo a tocar flauta dulce y triángulos.

6. ¿Cuál fue el color más hermoso que viste en tu vida y dónde aparecía?

No fue uno. Fue una sinfonía: el campo de tulipanes de Trevelin (Chubut) en noviembre pasado. Sentí un placer visual único. Y no era tanto por la belleza de esas flores tan definidas en sus formas, sino por la belleza del color.

7. ¿Con qué escritor o escritora que ya no pisa el mundo de los vivos quisieras tomar un taller literario?

No me considero buena alumna. Por eso si tengo en cuenta que es alguien a quien admiro le propondría que, en vez de tomar taller literario tuviéramos charlas semanales y por ellas le pagaría igual. Por ejemplo: Denise Levertov o Wislawa Zsymborska. 

8. Un libro que hayas prestado y no te devolvieron.

Así como tengo muy mala memoria para títulos, argumentos, citas de fragmentos y otras cuestiones en torno a lo que leo, también lo tengo para los préstamos. De pronto busco un libro y no lo encuentro… seguro que lo presté, pero ya no sé a quien, ni cuando. En este mismo momento me doy cuenta que esto sería mejor no decirlo… El otro día me pasó eso con El discurso vacío de Mario Levrero. ¿Quién lo tendrá?

9. ¿Cómo ordenás tu biblioteca? ¿Nos mandás una foto?  

Los estantes centrales, a la altura de la vista, son para la poesía. Está separada en Argentina, Latinoamericana y Del mundo. Trato de conservar el orden alfabético, pero eso es lo primero que hace agua. Ese esquema también es para la narrativa, pero en el estante superior, un poco más alejada de la visión inmediata. Después hacia abajo hay filosofía, historia y otras cuestiones; y muy arriba, es la Tierra de la Confusión. En otra biblioteca más pequeña, tengo la literatura infantil que empecé a comprar en los últimos tiempos.