Mónica Müller: "Odio profundamente a las personas que no devuelven los libros"
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Martes 10 de julio de 2018
La autora acaba de publicar Mi papá aleman, una memoria familiar, a través de Seix Barral. Además, es médica especializada en homeopatía y autora del libro Sana sana. La industria de la enfermedad (Sudamericana).
1. ¿Cuál es el objeto más antiguo que conservás?
Creo que es una espuela que mi abuelo Max usó durante la Primera Guerra Mundial. Eso quiere decir que fue fabricada antes de 1914. Siempre me imaginé que mi abuelo era un señor viejo con bigotes, hasta que investigando sobre la historia de mi familia entendí que mientras usaba esas espuelas era un chico de 20 años. Tengo algo amado aún más viejo pero no lo considero un objeto porque es una serie de libros: diez tomos de los Annales de L’ Institut Pasteur de Paris publicados entre 1898 y 1908, con dibujitos preciosos cubiertos con papel transparente y unos textos que describen los experimentos y descubrimientos que los científicos hacían en aquellos años. Raro que mis dos pertenencias más antiguas sean una testigo de la muerte y la otra el testimonio del trabajo por la vida.
2. ¿Qué libro de otro autor produjo en vos el efecto que te gustaría producir en quienes te leen?
Todos los libros de Lydia Davis me provocan en algún momento la inquietud, la risa y la angustia que me hacen identificarme con ella. También me gustaría lograr la ironía de Philip Roth y la observación minuciosa de Nabokov en todos mis textos. Y moriría por poder transmitir un poquito del ronroneo circular de David Foster Wallace, que a partir del caos va creando una catedral de sentido.
3. ¿Lo mejor y lo peor que te dio la literatura?
Creo que leo sin parar para no sentirme sola con las cosas raras que produce mi cabeza. Saber que otros tienen pensamientos perturbados es un consuelo y para mí uno de los mejores efectos de la literatura. Lo peor: meterme distraída en descripciones de escenas de crueldad que nunca, pero nunca más se me van de la cabeza. Ya tengo un reflejo automático ante algunas palabras de los libros e imágenes de los diarios que me permite huir a tiempo. Pero igual basta un dato mínimo para dejarme enferma durante meses o años.
4. ¿Cuál es el libro que más regalaste y por qué?
La biografía de Kaspar Hauser por Paul von Feuerbach que publicó Interzona. Es una versión sin pretensiones y sin hipótesis fantasiosas sobre la vida de Hauser, que siempre me fascinó.
5. ¿Como qué disco suena la música funcional de tu cabeza?
En general suena lo último que escuché porque se me quedan pegadas todas las músicas, sin discriminación. Últimamente escuchamos mucho María Elena Walsh con mi nietita bebé y puedo pasar tres o cuatro días escuchando dentro de mi cabeza El Reino del Revés en un loop infinito. También se me pegan los jingles más horribles que oigo de refilón en la radio de los taxis. El de colchones Piero y el de Marolio suelen ocupar muchísimas pistas de mi cerebro.
6. ¿Cuál fue el color más hermoso que viste en tu vida y dónde aparecía?
No recuerdo cuál era el color, pero seguro que lo vi durante una sesión de psicoanálisis con LSD o con mescalina, drogas que en la década del 60 eran legales y de una pureza fabulosa. Los ácidos eran grandes como un Alka Seltzer y te dejaban estampada en una alucinación salvaje durante doce horas por lo menos. Esos colores profundos, violentos y cambiantes hacían también un efecto táctil y olfativo inolvidables.
7. ¿Con qué escritor o escritora que ya no pisa el mundo de los vivos quisieras tomar un taller literario?
Tal vez con Witold Gombrowicz. No me lo imagino dando un taller, pero si estuviera vivo y lo diera me encantaría escuchar sus críticas a mis textos. Los destrozaría y yo aprendería a ser menos florida y complaciente con las palabras que me enamoran.
8. Un libro que hayas prestado y no te devolvieron.
La maravillosa vida breve de Óscar Wao, de Junot Díaz. Cuánto lo sentí. En el momento exacto en que se lo di en la mano supe que no me lo iba a devolver. Odio profundamente a las personas que no devuelven los libros.
9. ¿Cómo ordenás tu biblioteca? ¿Nos mandás una foto?
Tengo cuatro bibliotecas enormes en mi casa y otra en el consultorio. Las mantengo en un orden alfabético relativo, pero la entropía siempre me gana. En febrero, cuando me tomo vacaciones, las limpio y las ordeno pero sé que muy pronto van a estar desbandadas. Tengo además dos mesas con libros que están en lista de espera o en proceso de lectura, porque siempre estoy leyendo cuatro o cinco libros a la vez. De repente uno de ellos me agarra y no me suelta, entonces lo termino y lo pongo en la biblioteca.

