Mariana Enriquez: "No creo que tengan demasiado valor literario la honestidad y el desgarro"
#MartesEternos
Viernes 20 de marzo de 2020
El pasado 10 de marzo dábamos por inaugurado el Ciclo #MartesEternos y la primera (y por ahora única) invitada fue la autora Mariana Enriquez. En un diálogo junto a Lala Toutonian, la escritora repasó su última novela, Nuestra parte de noche (Anagrama). Los ciclos por el momento quedaron suspendidos, ¡pronto nos reencontramos!
Por Lala Toutonian. Foto Olivia Gallo.
El pasado 10 de marzo dábamos por inaugurado el Ciclo #MartesEternos y la primera (y por ahora única) invitada fue la autora Mariana Enriquez. La escritora repasó su última novela, Nuestra parte de noche (Anagrama).
La mayoría quienes asistieron llegaron libro en mano (y quienes no, lo compraron en la librería) y conocían bien las desventuras de Gaspar y su padre con la Orden. Navegar en las oscuras aguas de la novela nos devuelve a la superficie con un brillo de digno de un aura de victoria: habremos superado la hiperventilación que produce la lectura.
La idea era hacer la charla en el bar de la librería pero dada la masiva concurrencia de los lectores, el evento se llevó a cabo en la terraza del Bar Eterno y quedaron abajo escuchando los que llegaron un poco más tarde. Aquí dejamos algunas pocas preguntas de las que se articularon en el encuentro, para quienes se lo perdieron.
“Realmente hay muy poco de real en la novela”, fue una de las líneas más contundentes de Enriquez en un momento de la extensa charla que tuvo en vilo a las más de cien personas. “Lo poco de verdad está muy, muy, muy desfigurado”, siguió.
“Hace poco me preguntaron si era una biografía codificada y, a ver, ¡convocan a un demonio en la página 5! Entiendo que hago un numerito, me visto de negro, pero cómo vas a pensar que es real”, dijo.
¿Te gusta la autoficción?
Sí, si está bien hecha. Como todo. No me gusta hacerla yo personalmente. Además, en el ámbito del periodismo la hago con mis columnas que siempre son autorreferenciales. Pero van anécdotas reales en el medio, se deforman un poco tiempo y espacio para no involucrar gente pero dentro de los códigos del periodismo. Muy impresionista y lo más realista que se pueda en esa circunstancia, en las crónicas. El libro de viajes a cementerios es un libro de no ficción, tiene algunas cosas retocadas para que tengan una unidad todas las anécdotas, considerando que son crónicas de viajes. El cementerio de Lima lo visité en el marco de la Feria del Libro, pero eso no lo cuento. No creo que tengan demasiado valor literario la honestidad y el desgarro. Eso está implícito en la ficción. No hace falta hablar de uno mismo cuando en realidad ya lo está haciendo. Toda esta novela está hecha de cosas que me obsesionan, no tienen por qué saber más de mí que eso que está ahí expuesto en formato de ficción. Me parece que hay gente haciendo buena literatura con eso y gente que no está haciendo nada bueno con eso. Que no hace literatura con eso, directamente. Creo que las redes sociales son ideales para eso, hay que usarlas para eso.
En esta novela metiste todo lo que te gusta. Un cuento apura a cerrar, a concluir la historia, pero acá, en la novela, tenías todo el tiempo del mundo. Escribiste más de 666 páginas...
Sí, y era más larga. Lo que pasa es que las novelas van cambiando a medida que una las va escribiendo.
E involucraste también elementos de la historia local y reciente, ¿por qué?
Me importaba que resonara con la historia argentina. Eso yo lo hago en todo lo que escribo, me parece imposible que una persona que escribe desde acá no escriba con la historia, la política y la sociedad en la cabeza. No lo puedo entender. Lo que yo hago es tomarlo desde el género. Al principio me pregunté si sería una falta de respeto, ¿qué voy a hacer, tratar a los desaparecidos como fantasmas? Pero después me dije: si a mí el género no me parece menor, el texto no será menor tampoco. Y ya.