Lata Peinada: literatura latinoamericana por latinoamericanos
Abren nueva sucursal en España en plena pandemia
Viernes 30 de octubre de 2020
Una conversacón con Paula Vázquez, escritora, abogada y también librera, que por estos días inaugura junto a su socio la segunda sucursal de Lata Peinada, en Madrid. "Sólo tenemos libros de autores latinoamericanos. Hay excepción: tenemos todo Gombrowicz, porque lo declaramos argentino".
Por Pablo Braun.
Si hacemos una búsqueda en Google a vuelo de pájaro, encontramos que Paula Vázquez es escritora, abogada, concejala, autora de libros como Las estrellas (Mansalva). Pero en esta entrevista Paula Vázquez será la dueña, junto a Ezequiel Naya, de Lata Peinada.
Lata Peinada, para quien no lo sepa, es una librería que abrió hace menos de dos años en Barcelona. No es una librería cualquiera: vende solamente literatura latinoamericana. Y lo hace en España que es un país, como muchos otros países hispanohablantes, al que esa literatura llega poco y nada.
Ese gesto arriesgado, casi temerario, cobra un valor enorme y se potencia con la apertura de otra librería, de las mismas características, en Madrid. El primero de noviembre habrá dos Latas Peinadas en España. Habrá, entonces, y desde ese día, dos lugares imprescindibles allá.
¿Cómo se gestó la idea de poner una librería en España, y particularmente en Barcelona?
Tanto Ezequiel Naya, mi socio, como yo tenemos un vínculo de muchos años con Barcelona. Los dos vivimos en esa ciudad en algún momento y luego siempre regresamos, casi con cualquier excusa. Ezequiel además hizo la Maestría en Escritura Creativa en la Pompeu Fabra que dirige Jorge Carrión. A la vuelta de ese viaje un día estábamos tomando café y apareció la idea de una librería en Barcelona, un modo de unir nuestro amor por la ciudad con nuestro amor por la literatura. Él regresó a instalarse allá, y yo hago una vida más anfibia: voy y vengo.
¿Por qué venden libros usados, además de nuevos?
No vendemos libros usados, sino “joyitas”: son libros descatalogados y primeras o segundas ediciones, ejemplares que tienen un valor añadido. Libros difíciles de conseguir, que sirven sobre todo para demostrar ese vínculo tan fuerte de los lectores con el objeto-libro. ¿Por qué alguien invierte en comprar una primera edición de Rayuela o de La amortajada, cuando son textos que circulan de forma muy fácil de forma abierta? Sólo se explica porque construimos con el libro un vínculo emotivo. El libro es un objeto perfecto, como la rueda, por eso no puede reemplazarse.
Y ya que estamos, ¿cómo es la proporción de la venta en la librería?
Esta parte del catálogo no es significativa en cuanto a volumen de venta, es como un pequeño nicho de detalle de lujo, un gusto que nos damos. Para Madrid conseguimos –a través de un amigo que es el principal proveedor de nuestras joyitas- una primera edición de Cien años de soledad, un ejemplar que tiene una historia peculiar y maravillosa, como la propia historia de esa primera edición. En algún momento la contaremos. Esta es la parte más artesanal de nuestro catálogo.
¿Trabajan con libros de autores latinoamericanos solamente?
Sí, sólo tenemos libros de autores latinoamericanos. Hay excepción: tenemos todo Gombrowicz, porque lo declaramos argentino y, más importante aún, creemos que es el fundador de buena parte de la literatura argentina que más nos gusta. La decisión del nicho de dedicación exclusiva a lo latinoamericano es un presupuesto básico del proyecto. Es un modo de que la literatura latinoamericana llegue a Europa sin el recorte de la mirada europea: es literatura latinoamericana por latinoamericanos, o por lo menos por argentinos. De hecho fue un desafío para nosotros conocer la literatura contemporánea de Latinoamérica, porque es difícil incluso que circule entre nuestros países. Los grandes grupos, que parecen ser una misma cosa, luego resulta que lo que imprimen en Colombia sólo circula en Colombia y lo que imprimen en Argentina sólo circula en Argentina, y así. Y las editoriales independientes por lo general no suelen cruzar las fronteras nacionales, ni de modo regional y mucho menos al otro lado del océano. Es una autocrítica al tipo de lector que construimos en Argentina: nuestra tradición de lectura está más nutrida de lo yanqui-europeo que de otras literaturas de nuestra región. Por suerte creo que hay cada vez más intentos, como el nuestro, de acceder a lo que se publica en México, en Chile, en Bolivia, en Uruguay.
Teniendo en cuenta que los libros de autores latinoamericanos circulan limitadamente en España, ¿cómo se abastecen de libros para tener un buen catálogo?
Retomo lo que decía antes, una buena parte de nuestra distribución es artesanal y con bastante riesgo: compramos en Argentina, en Chile, en México, en Colombia, de modo directo a editoriales independientes o distribuidoras y luego nos ocupamos de la importación a España. Esto significa mucho más trabajo del habitual para cualquier librería pero también que los libros no tienen posibilidad de devolución, por lo que es una apuesta a libros que queremos tener en nuestro catálogo, a libros que tenemos que conocer para saber vender.
¿Siempre pensaron en "rodear" la venta de libros con actividades culturales? ¿Por qué?
Sí. Solemos decir que Lata Peinada es un espacio de comunidad para la literatura latinoamericana. Más allá del eslogan, sucede que muchos escritores y escritoras que viven en Latinoamérica pasan en algún momento por Barcelona o Madrid, porque están promocionando un libro, porque están invitados a un Festival, a una feria o alguna otra actividad, incluso sólo porque están paseando como turistas. Y entonces pensamos la librería como una mini embajada: un espacio que los pueda recibir, si tienen ganas de presentar un libro, de dar un taller, de hacer un club de lectura, esas son las actividades que más organizamos y, en muchos casos, son directamente los escritores y escritoras quienes se ponen en contacto con nosotros o les dicen a sus editoriales que quieren hacer algo en nuestra librería. Esa identificación es para nosotros una gran alegría.
¿El festival de literatura lationamericana de la librería surgió desde los comienzos o fue una idea que se gestó con la librería en funcionamiento?
El festival surgió desde el comienzo del proyecto, de hecho la primera edición la hicimos a los seis meses de haber abierto y todo a pulmón, porque no tuvimos tiempo de aplicar a subvenciones ni pedir esponsoreos ni nada. Esta segunda edición ya nos encuentra más armados. La primera edición fue como una gran presentación de Lata Peinada en Barcelona: una mirada sobre el “boom” latinoamericano como modo de alumbrar lo que quedó fuera de ese gran foco, los “raros” de la poesía latinoamericana (Thénon, Juan Luis Martínez, Rodrigo Lira), las “escritoras BUM” (onomatopeya de explosión) que es un pequeño chiste interno que quedó como categoría para nombrar a las escritoras contemporáneas del boom que no fueron incluidas en el canon (Elena Garro, Cristina Peri Rossi, María Luisa Bombal, entre muchas otras) y las nuevas generaciones de narradoras latinoamericanas (participaron Ariana Harwicz, Laia Jufresa, Mónica Ojeda, Julia Coria).
¿Qué esperan y cómo cambió la organización y la programación debido a la pandemia? ¿Los favoreció la explosión del zoom al tener más acceso a autores o la esencia puede perderse al pasar al formato virtual?
Teníamos pensada una segunda edición en la que, gracias a una subvención, íbamos a poder traer a escritores de Latinoamérica. Por la pandemia esto no fue posible, pero adaptamos el programa a lo que sí podemos hacer. No creemos que el zoom pueda reemplazar las formas de encuentro que suelen darse en los festivales, los talleres y las presentaciones de libros. Pero sí puede ser una herramienta más. Por eso, decidimos hacer el festival de forma mixta: siempre habrá un escritor o escritora participando desde nuestra librería, y ahí montamos un escenario y sillas –con distancia y al aire libre, ocupando la calle frente al local– para quienes quieran acercarse a la librería. A la vez, la conversación ocurre vía zoom, en conexión con escritores y escritoras que están en Latinoamérica. Todo eso se proyecta en una pantalla en la librería y se retransmite por nuestro canal de YouTube. Por supuesto, esto hace más sencillo contar con muchos autores que están en Latinoamérica, pero no queríamos privarnos de tener una versión de encuentro, la que se puede en este momento.
Hablando de la pandemia, ¿cómo impactó en el funcionamiento de la librería la aparición del Covid? ¿Tuvieron que cerrar? En la "nueva normalidad", ¿cómo se reinventaron? ¿Cambiaron las formas de venta?
En la primera etapa de la pandemia tuvimos que cerrar, casi dos meses. Esa etapa fue la peor, fundamentalmente por la incertidumbre de no saber si íbamos a poder volver a abrir y en qué condiciones, sostener las fuentes de trabajo, etcétera. En España todo se precipitó y la decisión de la cuarentena se dio cuando había mil casos diarios y cientos de muertos. Entonces era muy difícil pensar alternativas. Durante ese tiempo no hicimos nada, ni siquiera venta online, había una especie de “zona gris” en la legislación, que algunas grandes librerías aprovecharon, porque las librerías no estaban autorizadas a trabajar pero sí se permitía la venta online, aunque los libros claramente no son bienes “esenciales”, por más amor que uno le tenga al libro. Entonces abrimos cuando la legislación nos permitió expresamente abrir, al principio con horarios reducidos y sistema de turnos. Sumamos los pedidos a través de WhatsApp y los envíos gratis en el barrio. Pero fundamentalmente lo que pasó es que la comunidad de clientes de Lata Peinada se volcó a sostener el proyecto. La cuarentena fue buen momento de lectura y eso, sumado a las ayudas de Catalunya destinadas específicamente a los espacios culturales, ayudó a que pudiéramos seguir trabajando.
Y siguiendo con la pandemia, y entendiendo que en épocas de crisis y cambios lo más común es achicarse o no arriesgar, ¿por qué abren una segunda librería? ¿Y por qué en Madrid? ¿Qué expectativas tienen?
La idea de una sucursal en Madrid estaba también desde el inicio. Pensamos que Madrid es un mercado mucho más orgánico para nuestro proyecto, porque en Catalunya, como es natural y lógico, una gran cantidad de gente sólo quiere leer en catalán, y ese es un límite para nosotros. También creemos que en Madrid hay asentados más escritores y escritoras latinoamericanas que en Barcelona. Quizás precisamente por el mismo límite de mercado. La verdad es que la decisión de hacerlo en medio de la pandemia es sólo un acto de fe o un argentinismo: tratar de torcer un momento de crisis extrema a nuestro favor. Desde el punto de vista más básico, los precios en Madrid bajaron muchísimo, y nos ofrecieron un crédito a empresas culturales con muy buenas condiciones. Antes de la pandemia estábamos buscando alternativas para que el proyecto de Lata Peinada continuara creciendo. Y creemos que Madrid es el camino para lograrlo. Como todo, es una apuesta, que ahora requiere de mucho mucho trabajo para poder lograr lo que necesitamos: que los lectores de Madrid sepan que en nuestro espacio van a encontrar libros que no se consiguen en otras librerías, que tenemos un fondo que conocemos y que nos da mucho placer recomendar lecturas, hacer que los libros de muy buenos escritores y escritoras lleguen a lectores a los que no estaban destinados. Nos hace felices ver el pequeño impacto que hemos tenido en este tiempo, en lectores que descubrieron desde Zelarayán hasta Luis Chaves o Carmen Ollé, y siempre es una gran alegría que libros de editoriales latinoamericanas que trajimos especialmente sean luego editados en España por editoriales españolas. Ojalá podamos hacerlo nosotros en un futuro.