La poesía de los noventa condensada en un documental atípico
La vida que te agenciaste, de Mario Varela
Miércoles 05 de setiembre de 2018
Matías Moscardi escribe alrededor de una atípica biopic sobre una revista de poesía de los noventa que apenas duró dos números, la 18 Whiskys. "Una revista literaria parece ser precisamente eso: un grupo de personas enamoradas del vacío de la literatura", encuentra en las entrevistas a Fabián Casas, Laura Wittner, Juan Desiderio, Rodolfo Edwards, Jorge Aulicino y más.
Por Matías Moscardi.
La vida que te agenciaste es un documental dirigido por Mario Varela, una atípica biopic sobre una revista de poesía de los noventa que apenas duró dos números: la 18 Whiskys. A comienzos del año salió en Netflix una comedia dramática sobre la revista de humor National Lampoon (1970-1998). Las revistas literarias, que siempre fueron objetos de difícil abordaje para la crítica, aparecen acá narradas, comprendidas y definidas desde la perspectiva de sus integrantes: una serie de vidas puestas a funcionar con un objetivo en común. Una revista literaria parece ser precisamente eso: un grupo de personas enamoradas del vacío de la literatura.
La revista se transforma en una vida coordinada por otras: anécdotas, encuentros, disputas, decisiones mínimas, relatos memorables, textos poéticos, viajes, todo entra en el documental de Mario Varela como parte de ese dar cuenta del latido esencial de la 18 Whiskys. ¿Cómo calificar un documental de estas características? Por momentos parece una road movie, por momentos un documental literario clásico, por otros una película policial en donde Varela busca por el mundo a Daniel Durand y jamás lo encuentra.
Hay algo emocionante en todo esto: ¿cómo tantas personas pueden haber sido afectadas y modificadas por una revista de poesía que, además, duró solo dos números? Lo que nos muestra el documental es que la revista cambia la vida de todos para siempre.
Hace poco, estaba hablando con un amigo sobre los años que fui a un psicoanalista lacaniano. Le comentaba que tenía fobia a los sapos y que infinidad de veces hablé del tema en terapia. «¿Y qué era al final?», me preguntó él. «Nada», le contesté. Y él me tiró, como si fuera una mezcla de Freud y el señor Miyagui: «¡Te psicoanalizaste!».
Algo del vacío del deseo aparece en el documental de Varela: ¿para quién se escribe? ¿qué sentido tiene editar? ¿Sigue existiendo la trascendencia literaria o estamos condenados al más hermoso de los olvidos? ¿Qué importa? Lo que nos dice el documental parece ser que no hacemos las cosas para que sean importantes, sino que existe un devenir importante de lo que podemos hacer, sea lo que sea: el mismo Varela no volvió a publicar más después de aquella época, pero su vida como cineasta se ve implicada y modificada por haber formado parte de ese grupo.
¿A quién podría interesarle este documental? En principio, parecería destinado a especialistas en el campo poético. Pero sería una error caer en esa primera impresión: si cambiamos poesía por una cadena de taxis, por una pizzería milenaria, por un grupo de skaters, el saldo es el mismo: las prácticas más invisibilizadas y menores son, a veces, más potentes que una donación multimillonaria de Angelina Jolie. Recuerdo que en una época solía circular un cartel que se volvió famoso; decía: «los Ramones salvaron mi vida». Es exagerado, lo sé. Pero también es cierto. Algo de esa energía que modifica los destinos aparece en cada entrevista: a Fabián Casas, a Laura Wittner, a Juan Desiderio, a Rodolfo Edwards, a Sergio Raimondi, a Jorge Aulicino. En cada testimonio se escucha el volantazo vital de ese acontecimiento.
Dicho de otra manera: una revista no está hecha de papel; como recordaba Michel Foucault en La arqueología del saber (1969): «Por más que el libro se de cómo un objeto que se tiene bajo la mano, por más que se abarquille en ese pequeño paralelepípedo que lo encierra, su unidad es variable y relativa. No bien se la interroga, pierde su evidencia». El documental de Varela interroga, precisamente, los límites de una publicación para adentrarse en las aristas vitales, en su musculatura, su sistema óseo, su sangre, su pulso: Varela interroga esa publicación como una vida en sí misma.