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Javiera Pérez Salerno: "Pienso en Internet como máquina creativa"

Tecnologías de todos los tiempos

Jardines virtuales, algoritmos, text jockeys, escritura en vivo y oráculos digitales que rescatan versos de Oliverio Girondo: ¿cómo pensar al cruce entre las tecnologías 3.0 con tecnologías medievales como la del libro? "En cualquier rincón de Internet, la literatura puede aparecer", nos responde una de las voces más innovadoras de la escena local.  

 

Por Valeria Tentoni.

 

Javiera Pérez Salerno nació en Tandil en 1981 y estudió Letras en la Universidad Nacional de Buenos Aires: mientras se graduaba, publicaba poemas en distintas revistas literarias y la plaqueta La gran Aventura. Por esos días fue parte de la revista digital El interpretador y de la organización del Salida al Mar, Festival Latinoamericano de Poesía que reunió en las mismas mesas de lectura a poetas como Elvira Hernández y Mirta Rosenberg.

Hace muchos años, además, trabaja como guionista y productora audiovisual. Desde 2014 investiga narrativas no lineales y transmedia que desarrolló para Canal Encuentro. Le interesan los proyectos que cruzan la tecnología y el arte y los desarrolla en diferentes ámbitos —literarios, performáticos, escénicos y periodísticos—. 

En 2010, antes de la popularización del formato ebook, dirigió y editó el Proyecto Latinoamericano de Unión Poética de publicaciones en formato descargable. En 2015, por ejemplo, ideó y produjo En Log in, una performance que cuadranguló en una noche y vía internet a poetas de distintas partes del mundo. Escribió y produjo Asuntos que queman, un ensayo escénico-digital sobre nuestra relación cotidiana con la red y en 2012, en este mismo blog, fue una de las curadoras rotativas de poesía y por acá se pueden ver sus elecciones.

Por estos días, Pérez Salerno es responsable del contenido y la producción de Catálogo, una performance literaria y audiovisual ahora convertida en película, dirigida por Diego Bliffeld. Además, está a cargo de la comunicación en Editorial Caja Negra y es editora digital en #HastaLapista.  

 

 

¿Qué es el oráculo Girondo y cómo lo armaron? 

“Girondo dice” nace de una propuesta que armamos con Natalí Schejtman y el desarrollador Gastón Lozano para Canal Encuentro. Nuestro rol en el área de producciones interactivas de la señal era el de adaptar contenidos educativos al formato de Internet. Para trabajar la dimensión poética del lenguaje elegimos a Girondo, un personaje ideal porque fue el poeta que mejor captó la transición tecnológica de la modernidad. Nos pareció interesante hacerlo dialogar, ahora, con las tecnologías de nuestro presente en este oráculo, una máquina de respuestas aleatorias. Es maravilloso ver cómo muchas de sus impresiones sobre la vida, el mundo y la tecnología siguen funcionando hoy. 

¿Cómo trabajaron los textos que responde el algoritmo?

El backend del oráculo tiene su arquitectura. Por un lado, un trabajo de rastreo y selección de frases a lo largo de toda la obra de Girondo. Y por el otro, una organización bajo un sistema de tags que pone a funcionar el algoritmo y genera respuestas más o menos precisas en relación a la pregunta que hace cada usuarix. No fue una obra de ingeniería, pero nos rompimos bastante la cabeza, nos divertimos mucho haciéndolo y los resultados son muy buenos en la medida en que cada respuesta abre ases de sentido sobre lo que se preguntó. Es efectivo. 

¿Cómo pensar al cruce entre las tecnologías 3.0 con tecnologías medievales, como la del libro? 

Creo que coexisten porque no compiten. Dudo que alguna vez algo reemplace la perfecta tecnología que es un libro. Me interesa pensar a Internet como una máquina de expansión textual, desde donde crear nuevas nuevas líneas narrativas, nuevos recorridos. Empecé a ver esto con el poema de “Spam” de Carlos Gradín a principio de los 2000, una primera experimentación poética a partir de los resultados de Google. El texto estaba dado, pero la magia venía en la forma de editarlos. Desde entonces, pienso en Internet como máquina creativa. Lo usé de esta manera para muchos proyectos. En 2018 en la obra Asuntos que queman, un ensayo escénico cuyo material coreográfico, visual, sonoro y textual estaba casi íntegramente “reciclado” de material extraído de Internet y traducido al escenario. Armé el texto con comentarios de redes, searcheando palabras claves en Twitter, rastreando biografías de Tinder, preguntas anónimas de Curious Cat. Le di forma a esa gran masa textual para que hable de nuestra capacidad de sentir y pensar en Internet: Internet hablando sobre sí misma. Creo que, justamente, la función creativa de Internet es esa, romper con la linealidad del texto, como en estas experimentaciones que armamos en nuestro sitio, o movilizar un poco la noción de autor (¿qué importa quién hizo el meme?) y convertirnos a todxs en potenciales editores textuales en esta parte de la historia. 

Sobre #Hastalapista, ¿de qué se trata el proyecto y cuál es tu lugar ahí? ¿Cómo pensaste a la figura del TJ? ¿Quiénes fueron TJ al momento y cómo se seleccionan?

#Hastalapista es una transmisión especial que hacemos un grupo de amigxs y gestores culturales desde que empezó la cuarentena, comandados por Dj Villa Diamante y Carla Sanguinetti, y que sale en vivo por Youtube. Los domingos a las 22:00 hacemos un día de empacho digital donde conviven experimentaciones sonoras, musicales y visuales. En ese contexto entran los TJ, o text jockeys, la versión textual del DJ. Cada noche, un invitadx diferente escribe en vivo. Esos textos, combinados con la música y las visuales, generan un obra performática muy interesante. Buscamos entre los TJs a personas que trabajen con el lenguaje pero no solamente escritores, pensamos el texto de manera expansiva y lúdica. Desde poemas propios, fragmentos de diarios íntimos, tweets, versos de la Ilíada, todo puede ser textjockeado, solo depende de la propuesta del quien mira y entrega esos samplers textuales. Por la pista pasaron periodistas como Lucas Garófalo y Romi Zanellato, escritores como Flavia Calise, Valeria Meiller o Tálata Rodriguez pero también proyectos y personajes que usan el texto para intervenir poéticamente en la realidad, como el Oráculo de las Capturas de Pantalla, Iván Chausovsky o Iti el hermoso.  

En una de las emisiones, Tálata Rodríguez escribió un capítulo de una novela digital: ¿cómo fue esa experiencia?

La propuesta de Tálata fue comenzar, en vivo, la escritura de una novela e ir tomando sugerencias que los usuarios fueran dejando en el chat. Es una novela de acción rutera muy interesante que sigue escribiendo en un drive al que todxs pueden acceder. Esta forma de escribir colectivamente o incluir voces de otros no es nueva, Burroughs ya lo usaba en su técnica de cut up, como muchxs recordarán. Oulipo también experimenta en este sentido, con sus famosas restricciones. Lo que cambia es el soporte y las posibilidades que da lo digital. No creo que la escritura vaya a cambiar, creo que en una libreta, en el timeline de Twitter, en un reblog de Tumblr, en cualquier rincón de Internet, la literatura puede aparecer. No importa el género, ni quién hable, ni dónde se escriba. Importa el texto. 

¿De qué se tratan tus intervenciones en Caja Negra Editora? ¿Qué son los jardines virtuales? 

Trabajo desde hace unos meses en el área de Comunicación de Caja Negra Editora, junto a un equipo hermoso de personas pensando y haciendo textos físicos y también interesantes lecturas a través del sitio y sus redes. En nuestro blog estamos pensando y releyendo desde diferentes voces algunas de las coyunturas filosóficas actuales en torno a al covid, el capitalismo de plataformas, el virus, los cuerpos, las pistas de baile. La sección “Jardines virtuales para el confinamiento” surgió como una primera reacción para hacerle frente a la pandemia. Queríamos liberar algunos textos del catálogo pero no así nomás, buscamos generar sentidos y lecturas alrededor de ellos. Así llegamos a esta forma, la de los Jardines, donde se pueden encontrar capítulos enteros seleccionados de algunos libros de la editora pero puestos en relación con otros materiales que los expanden o complementan. Cada entrada del jardín es una activación para recorrer pero también un espacio para llevar la mente hacia otras direcciones y salir del principal tema que nos ocupa por estos días. Volver a entrar al arte, al pensamiento, al cine y a la música. Los jardines están curados por todo el equipo de Caja Negra. 

¿Qué idea de lectura y de escritura creés que está formándose en el sistema de todos estos proyectos que propulsás? 

Creo que una de las mejores cosas que trajo el pensar Internet como máquina textual es poner en crisis la idea de originalidad, de que un chispazo creativo te va a agarrar en algún momento y sentarse a esperar que eso suceda. Bueno, muchas veces no sucede. Pero estamos rodeados todo el tiempo de contenidos que pueden samplearse, reactualizarse, versionarse, modificarse. Y eso puede ser un gran material para trabajar. El historial de navegación puede dar un recorrido para un cuento, por ejemplo. Hace unos años vino al Malba Kenneth Goldsmith y dio un curso que se llamaba “Perder el tiempo en Internet”. Una de las actividades que nos hizo hacer fue llenar un carrito de amazon con lo más caro que pudiéramos comprar. Elegimos desde tecnología hasta diamantes y obras de arte, y nos dimos cuenta de que esa selección ya era un relato posible. 

¿De qué se libera la literatura cuando se sube a las pantallas? ¿Y a qué se ata?

Quizá se libere de la solemnidad, una cárcel que arruina todo lo que toca. Solo eso ya me parece algo valioso. A qué se ata no sé, como en todas las expresiones artísticas hay cosas buenas y malas, pensamientos claves y sihitpostque no sirven para nada. Esta obra, por ejemplo, una de las primeras que conocí en internet me sigue pareciendo perfecta. Y es algo que solo puede vivir en internet, en este soporte. Lo importante, creo, es entrenar el ojo para encontrar tesoros. Hacer nuestra propia edición. Autoeditarse con criterio, armarse un recorrido, pensar el contenido que uno absorbe, sobre todo en esta cuarentena tan llena de propuestas. Puede ser un ejercicio muy liberador.

 

 

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