El teatro contemporáneo desembarca en las librerías
Por Natalia Gelós
Martes 17 de julio de 2018
Rara Avis y Libretto: dos sellos, una manera de darle otra dimensión al teatro y de abrirle un camino en las librerías. Un paso que tiene como referente a Ariel Farace, con Libros Drama, que hace unos años empezó a editar dramaturgia nacional contemporánea y a poner en otro lugar el trabajo de escritura de los autores.
Por Natalia Gelós.
Por acá, vemos a Deolinda Correa que carga a su hijo en un camino ocre, cortado por el viento Zonda, y dice: “Como la tonada mía tiene algo de llorona voy a hacer el esfuerzo de no ponerme lastimera. Io soy la Deolinda, este es mi hijo y su papá no está, se lo han llevado y a buscarlo voy a salir, porque así lo arreglamos”. Es el comienzo de La madre del desierto, de Ignacio Bartolone.
Por allá, vemos a Romina y a Nelson, bailando en ronda alrededor de una campana.
Romina. Los dulces veranos ya no volverán.
Nelson. Los patios vacíos del orfelinato, recuerdos helados en la tibia mañana.
Sáenz. ¡Queribles momentos surgen ahora!
Ramiro. Y Rancios.
Celina. Y Exactos.
Nelson. Y matéricos
Sáenz. ¡Y deslumbrantes!
Se trata de un momento de La canción de todos los huérfanos de Torremolinos, de Francisco Garamona y Nicolás Moguilevsky.
Ok. En realidad, no vemos. Leemos. Ambas obras, La madre del desierto y La canción de todos los huérfanos de Torremolinos, fueron editadas respectivamente por Rara Avis (Colección Gallinero) y editorial Libretto. Una manera de darle otra dimensión al teatro y de abrir un camino, un paso que tiene como referente a Ariel Farace, con Libros Drama, que hace unos años empezó a editar dramaturgia nacional contemporánea y a poner en otro lugar el trabajo de escritura de los autores. De su editorial salieron títulos como Nada del amor me produce envidia, de Santiago Loza, o Los sensuales, de Alejandro Tantanian. Títulos que de alguna manera traen aire a los estantes dedicados al teatro en las librerías, donde lo que abundaba en texto, más allá de ensayos, eran las líneas de diálogo de los clásicos: Chejov, Shakespeare, los monstruos conocidos.
Con ese mismo espíritu que busca el pulso de lo que está vivo, estas dos editoriales, Libretto y Rara Avis, se montan a esa apuesta. Ramiro Mases y Julieta Massacese empezaron Rara Avis con el ojo puesto en el ensayo, pero él, que es librero, notó que los estantes de teatro eran un panteón de autores, en su mayoría, tan glorificados como lejanos en el tiempo. También tomó nota del interés de los lectores, la consulta cara a cara, y a partir de todo eso abrieron el camino para la colección Gallinero, dirigida por Alberto Antonio Romero. “Tratamos de darle perspectiva federal y corte generacional: sub 40, poniendo criterio. La otra decisión fue que fuera objetos deseables, libros de calidad”, dice Mases, y Romero apunta: “Faltaban más soportes que dieran cuenta de lo que estaba sucediendo en la dramaturgia contemporánea de acá. Buscamos obras que tengan una efectividad literaria más allá de la escena”.
El primer elegido fue Ignacio Bartolone, con una reunión de tres de sus obras: Piedra sentada, pata corrida; La piel del poema; La madre del desierto. Reunidas en La espada de pasto, esta trilogía revisa la gauchesca y la literatura nacional entre derrotas y tierras agitadas. La colección Gallinero se anuncia avisando que “la dramaturgia contemporánea se aprovecha de todo lo que encuentra en su camino, haciendo uso parasitario de formatos, dispositivos, discursos y prácticas artísticas”. Quizá por eso, el segundo título es Luces blancas intermitentes, de Giuliana Kiersz, que arma una línea dramática que corre por aquí y por allá en universos de sentidos que escapan de lo lineal. En este libro, Maruja Bustamente detecta la tensión dramática no en la acción, sino en la descripción de las escenas. “Ya no en el drama, sino en la literatura”, escribe.
Romero dice: “El trabajo de Ignacio es de una contundencia literaria enorme más allá de que los textos fueron probados en escena. En el caso de Giuliana, ninguno fue puesto en escena, pero en ella hay algo de pensar la literatura como un campo expandido que nos interesaba”. ¿Y cómo hacen esa búsqueda de autores, si quieren lograr un panorama federal? “Con scoutings medio locos –responde Romero-. Buscar qué pasa en Entre Ríos, por ejemplo. En todos lados pasan cosas, la dramaturgia tiene algo disperso en organizan autoral. Está muy compartimentada. Los dramaturgos no nos juntamos a discutir nada. Sí hay nichos que uno puede reconocer, situaciones… En Buenos Aires está Editorial Libretto, Libros Drama, y en principio la idea era diferenciarse, ofrecer otra cosa. Son las únicas que vienen trabajando en hacer un mapeo de la situación de la dramaturgia. Las editoriales más grandes editan los autores que ya se conocen, el teatro que va a ver mi mamá”.
Los libros de ese tipo son bienvenidos. En el interior, como dice Romero, hay actividad teatral pero el acceso a los libretos contemporáneos no siempre es fácil. Carlina Palacio es actriz y vive en Bahía Blanca. La última obra en la que actuó fue La 45, dirigida por Valeria Vigier a partir de un libreto de Cecilia Propato Carriére. Para ver próximos proyectos, Palacio lee varios textos semanalmente. Acceder a material nuevo, a ideas frescas, desde allá suele ser difícil. Ella cuenta: “No hay tanto material. Los lugares buenos para mí son el Celcit y el Instinto nacional del teatro. Ahí encuentro algo. En el resto de la web si bien se mencionan obras copadas no se pueden descargar. Y así es muy difícil intentar contratar derechos de autor si no pudiste leer el material completo”. Por todo eso, celebra este tipo de editoriales, aunque no se encuentren en muchas librerías: “Está bueno que no sean obras súper consagradas, porque te permite ver por dónde pulsa el teatro nuevo”.
Junto a Marcos Perearnau, Matías Luque dirige editorial Libretto. Hace cinco años que comenzaron este recorrido que tiene al teatro para marcar el paso. Entre sus novedades editoriales se cuenta Clausura del amor, una obra de teatro del francés Pascal Rambert. Son quienes editaron La canción de todos los húerfanos de Torremolinos. Ellos plantean una idea: “Debido a su condición de libreto, el texto teatral nunca llega a ser un libro” ¿Qué quiere decir eso? Luque explica: “El libreto extiende, es más grande, más amplio que el libro, entonces todo eso que queda por fuera del libro es lo que nos interesa, intentar ampliar los límites del libro, las marcas del contexto, su manera de estar en el presente, y a su vez disponible y vulnerable a lo que va pasando. Nos gusta la idea del libreto como material de trabajo, sus referencias y anotaciones. La idea de lo no definitivo, estático. Nos interesa lo que puede aparecer en esas marcas, los registros que quedan plasmados y van modificando el libreto original. Un libro es algo definitivo, que puede llegar a tener las marcas del lector, pero que no cambian el sentido del texto. A fin de año vamos a publicar las tres obras de teatro de Liliana Porter, pero haciendo hincapié en sus libretos, en sus marcas y anotaciones, el registro del trabajo”.
Para Luque, entre los autores jóvenes el teatro se desplazó de la escena teatral. Se filtra en otros territorios: artes visuales, internet, literatura. En ese zigzag, transitan con su brújula para tratar de marcar la huella.
Hay otras editoriales: la colección Teatro de Colihue, Interzona también tiene su colección, Editorial Atuel, Losada, y Blatt & Ríos agrega títulos (como el reciente Luis Ernesto llega vivo, de Fabián Casas). En todos esos rincones, la dramaturgia suma una dimensión más, una manera de desnudarse en escena para ser admirada.