El regreso de un clásico imbatible: Dafnis y Cloe
Jueves 04 de abril de 2024
"La obra de Longo de Lesbos, de quien solo conocemos el nombre y su posible pertenencia a la llamada segunda sofística, ha resistido victoriosa al paso del tiempo y los cambios de modas y corrientes estéticas".
Por Alfredo Eduardo Fraschini.
La obra de Longo de Lesbos, de quien solo conocemos el nombre y su posible pertenencia a la llamada segunda sofística,1 ha resistido victoriosa al paso del tiempo y los cambios de modas y corrientes estéticas. Tal vez deba buscarse la clave de esa resistencia en la elemental sencillez con que está concebida, tanto en su expresión como en sus motivos temáticos. Su lenguaje directo, sin la riqueza de un clásico pero sin los rebuscamientos morfosintácticos de un alejandrino, con una sutil elegancia que por momentos lo muestra como prosa poética, es el vehículo más adecuado para la narración de una historia que, si bien se muestra ingenuamente adornada de situaciones insólitas, transita por los carriles de una poética realidad cotidiana.
La vida de los pastores, limitada casi exclusivamente al trabajo, con un receso invernal y una breve expansión de primavera, es el medio en que se desarrolla esta historia del despertar del amor adolescente. Hay una fuerza vital, en la naturaleza que rodea a los protagonistas, acorde con la fuerza instintiva que empuja a ambos a amarse. Una belleza elemental tiñe a todos los objetos, paisajes, plantas y animales, que culmina en las personas de Dafnis y Cloe. Es la persistencia de los primitivos dioses paganos, vitales e instintivos, símbolos de las fuerzas naturales.
Estructura
La novela consta de un proemio y cuatro libros. En el proemio el autor describe una pintura que vio en una gruta, en Lesbos. Esa pintura, a la que llama “historia de amor”, resume los elementos esenciales del argumento de la novela. A la manera de una trasposición de arte, de la imagen a la narración, él contará esa historia, con la ayuda de los dioses y la información que obtendrá en otras fuentes.
Los cuatro libros desarrollan la historia de Dafnis y Cloe, dos niños que fueron abandonados por sus padres y criados por pastores, y que finalmente encontrarán sus verdaderas identidades, a partir de las prendas que fueron halladas junto a ellos en el lugar del abandono.2 Él será pastor de cabras, y ella, de ovejas.
A medida que pasa el tiempo, y en esto importa mucho la sucesión de las estaciones, ya que cada una de ellas provoca distintas sensaciones y sentimientos en los jovencitos, va creciendo un sentimiento amoroso que parte de la belleza corporal que impresiona la vista, se va asentando con el acercamiento, los besos y las caricias, luego la proximidad de sus cuerpos desnudos, y culmina con el encuentro sexual, luego de la boda. Dos personajes guían este proceso. El viejo Filetas les explica los primeros pasos, y Licenia, una mujer con experiencia, el tramo final de la relación, porque tanto Dafnis como Cloe manifiestan una total inocencia y un total desconocimiento de su sexualidad.
El desarrollo de la historia está enriquecido con algunos de los elementos que el autor vio en la pintura: la incursión de ladrones, el ataque de los enemigos. Y otros que, en general, parecen impedir la realización del amor entre los jóvenes.
Tres momentos de la narración tienen carácter maravilloso. En el libro primero Dafnis es raptado por piratas, y junto con él, los bueyes de Dorcón. Cloe guía a los bueyes mediante una melodía de la siringa, y ellos se lanzan al mar y provocan el vuelco de la nave, con lo que Dafnis logra su libertad. En el libro segundo, durante el ataque de los metimnenses, Cloe se salva por la intervención de Pan, que con el sonido de su siringa provoca una serie de prodigios en el mar, como la rotura de los remos, y la aparición de delfines que destrozan las naves. En el tercer libro, las Ninfas ayudan a Dafnis a encontrar una alta suma de dinero que se halla escondida cerca del cadáver de un delfín.
Pero el final es feliz. Los niños abandonados son, en realidad, hijos de poderosos, y su boda es la culminación de una historia de amor algo complicada.
El marco escénico
La isla de Lesbos no aparece en textos pastoriles anteriores a esta novela. Los de Teócrito se ubican en Sicilia, su tierra natal; los de Virgilio, seguramente en alguna región de Italia; en la Bucólica IV invoca a las Musas de Sicilia, sin duda por ser esta isla la cuna de la poesía pastoril. Por el conocimiento general de la geografía de Lesbos podría pensarse que Longo nació, o por lo menos vivió, en el lugar en que ubica a su narración.
El ámbito en el que transcurren las composiciones pastoriles de Teócrito y de Virgilio es lo que se ha dado en llamar un locus amoenus, esto es un lugar agradable, encantador. En él se combinan determinados elementos de la naturaleza: la hierba, los árboles, las aves, los insectos, el ganado, y el agua. “El agua, bajo sus múltiples formas –dice María Conejo Arostegui– va dando vida a una variada gama de sensaciones, evocaciones y aventuras reales e imaginarias, que enriquecen la obra a la vez que confieren una relativa ‘realidad’ al ambiente pastoril. Encontramos por ejemplo que el agua propicia la belleza en las diferentes manifestaciones de la naturaleza, desde la hierba hasta el hombre; refresca en el verano, y se transforma en obstáculo en el invierno; sana las heridas del cuerpo, pero abre heridas en el alma, acarrea dichas y provoca infortunios”.
Esta exaltación de la naturaleza se manifiesta en la minuciosidad con que Longo menciona esos elementos. Las plantas, flores y frutos: alfalfa, tomillo, madroño, hiedra, cebada, césped, encinas, pinos, mirtos, arrayanes, olivos, cipreses, laureles, plátanos, rosas, jacintos, lirios, violetas, narcisos, correhuelas, manzanas, higos, uvas, peras, granadas. Los animales de distintas especies: cabras, ovejas, vacas, toros, lobos, zorros, perros, liebres, golondrinas, perdices, cisnes, palomas, halcones, águilas, patos, avutardas, gansos, mirlos, tordos, grajos, estorninos, ruiseñores, abejas, cigarras, langostas. El agua: fuentes, ríos, el mar que rodea a la isla.
A esto se suman los detalle de la vida pastoril: el hábitat, la casa, el campo, la relación entre los pastores y los dueños de la tierra; la alimentación, leche, vino, pan bazo, queso tierno, miel, pastelillos, frutas; las costumbres, apacentar, recoger juncos, armar jaulas y trampas, tocar la flauta, cantar, honrar a las deidades rurales.
Los personajes
La pareja Dafnis-Cloe marca un protagonismo que no decae en ningún momento del relato. El resto de los personajes merece una doble clasificación: por un lado, los personajes reales –los padres adoptivos y los padres biológicos de Dafnis y de Cloe, los pastores Dorcón, Filetas, los metimnenses– frente a los míticos, como Pan, las Ninfas, Eros, Eco, Siringa, Dioniso; por el otro, dentro de los reales, los “buenos” y los “malos”, los jóvenes y los ancianos. Algunos de ellos, como Gnatón y Sofrosina, se remontan a personajes de la Comedia Nueva de Menandro, Plauto y Terencio. Sus nombres tienen a veces una carga significativa importante.
El nombre Dafnis – que se asocia con el término griego daphne, el laurel – remite a una larga historia de carácter pastoril. Teócrito (Idilios I y VII) y Virgilio (Bucólicas V y VIII) toman al personaje de este nombre cuya leyenda aparece explicada por varios comentaristas antiguos.6 Diodoro Sículo ubica su nacimiento en Sicilia, en una gruta consagrada a las Ninfas, lo señala como hijo de Hermes y de una ninfa, y destaca sus condiciones musicales.7 Claudio Eliano dice que era muy bello, y lo caracteriza como vaquero amado por Hermes, o tal vez, hijo de ese dios.8 Mauro Servio Honorato afirma que era el más hermoso entre los pastores y efebos. Los tres comentaristas coinciden en que fue castigado por una ninfa que se enamoró de él y le exigió un pacto de fidelidad que el joven no cumplió. El castigo fue dejarlo ciego. Otra tradición afirma que fue convertido en piedra (Ovidio, Metamorfosis, IV, 276-278). Dejando de lado el asunto de la muerte, los caracteres de ese personaje coinciden en gran medida con los del Dafnis de la novela.
El nombre Cloe, que en griego significa “verdor”, en especial, el de la hierba, es un epíteto de la diosa Deméter, protectora de los sembradíos. Tiene como antecedente literario al personaje femenino que Horacio menciona en sus Odas. En I, 23, Cloe es una joven en edad de ser amada, que huye del poeta como un cervatillo que busca a su madre en el monte. En III, 9 es una joven de Tracia, rubia, de voz dulcísima, que sabe tañer la cítara. Es probable que la elección del nombre de parte de Longo obedezca al medio físico (plantas, hierbas, flores, frutos) en que la niña desarrolla su vida.
Amor, belleza, erotismo
El descubrimiento del amor, en esta novela, está enmarcado plenamente en la naturaleza. En la fuente de la gruta Dafnis se baña desnudo y la belleza de su cuerpo impacta en Cloe, en quien se manifiestan los primeros efectos del amor. Luego, Dafnis y Dorcón se enfrentan en una suerte de certamen de belleza masculina, y Cloe premia a Dafnis con un beso, porque considera que sus caracteres físicos –lampiño, de pelo negro, piel cetrina– aventajan a los de un Dorcón de pelo rojizo y barba tupida. Ese beso actúa como una picadura sobre Dafnis, quien comienza a descubrir los rasgos de belleza de Cloe, su pelo rubio, sus ojos grandes, y a pensar solo en ella y descuidar así sus actividades habituales. Las lecciones de Filetas sobre el camino del erotismo, así como la historia de los amores de Pan y Siringa, en boca de Lamón, avivan los deseos amorosos de los jóvenes. Ellos se harán realidad después de un largo proceso, una suerte de didáctica del amor, que culmina en la boda.
No falta el amor homosexual, tan frecuente en la literatura griega, en la novela. El pederasta Gnatón, criado y parásito de Astylo, se enamora de Dafnis y pretende llevárselo a Mitilene, pero no lo logra. Los efectos del enamoramiento en Gnatón son similares a los que Longo marca en la pareja de pastores, pero ellos quedan como deseos sin cumplir. Garzón Díaz dice que en este episodio se manifiesta la oposición entre la cultura urbana, refinada y disoluta, y la rural, pastoril, ajena a toda maldad.
Proyección de Dafnis y Cloe en la narrativa occidental
La novela de Longo tiene sus primeros reflejos en la poesía y la narrativa pastoril del renacimiento. La Diana enamorada de Jorge de Montemayor, la Arcadia de Lope de Vega, y La Galatea de Miguel de Cervantes muestran claras huellas de aquella novela. Otro tanto ocurre con The winter’s tale, de William Shakespeare, comedia en la que se reproducen algunos motivos de Dafnis y Cloe. En Francia,
la primera novela que recoge los ecos de la griega es la Astrée de Honoré d’Urfé. En 1761, Jean François Marmontel publica Annette et Lubin, en la que subraya la inocencia de los amantes, como los pastores de la novela griega. La mayor influencia de Longo se da en “Paul et Virginie”, historia narrada en el cuarto libro de Études de la Nature, de Bernardin de Saint Pierre, publicada en 1787.
Dafnis y Cloe en otras artes
Las figuras de Dafnis y Cloe han inspirado a una cantidad notable de pintores, dibujantes y escultores, desde el siglo XVI hasta nuestros días. En general, aparece la pareja en las situaciones más habituales de la novela: junto a un árbol, tendidos en la hierba, con una flauta o una siringa en sus manos. Merecen mencionarse aquí las pinturas de Tiziano, Niccolò Pisano, Paris Bordone, Antonio Zucchi, Louis Jean Francois Lagrenet, Joseph François Ducq, Adriaen van der Werff, François Pascal Simon Gerard, Charles Gleyre, Elizabeth Jean Gardner Bouguereau, Camille-Félix Bellanger, Gaston Renault, Jean François Millet, Louis Hersent, Pedro Weingärtner, Leon Bakst, y Pierre Bonnard; las esculturas de Jean-Pierre Cortot, Paul Gayrard fils, Raymond Gayrard père, Mathurin Moreau, Jean-Baptiste Carpeaux, Virginio Arias, Ulisse Cambi, y Mariano Benlliure. En 1807 el eximio dibujante Pierre-Paul Proudhon ilustró la edición de la traducción francesa de la obra que hizo Jacques Amyot en el siglo XVI. En 1965 Marc Chagall dio a conocer una serie de litografías inspiradas en el texto de Longo.
La música ha recibido también la influencia de esta novela. En 1712 Georg Friedrich Händel puso música a la tragicomedia Il pastor fido, de Gian Battista Guarini. Con el mismo título, Vivaldi compuso una sonata para flauta y bajo continuo. La ópera ballet Daphnis et Chloé, del compositor francés Joseph Bodin de Boismortier, de 1747, y la opereta paródica Daphnis et Chloé, de Jacques Offenbach, de 1860, son un lejano anticipo de la magnífica sinfonía coreográfica de Maurice Ravel Daphnis et Chloe, estrenada en 1912.
El cine no es ajeno a la influencia de esta novela. Dos producciones, una griega y otra norteamericana, muestran interesantes adaptaciones temáticas de ella; la primera es Las jóvenes afroditas, de 1963, dirigida por Nikos Koundouros; la segunda, La princesa prometida, de 1987, del director William Goldman.
Reflexiones finales
La lectura de la novela de Longo, más allá de sus valores estéticos, de la posible carga testimonial de su texto sobre un determinado período de la historia antigua, de las discusiones filológicas sobre su autor, sus niveles de lengua, sus posibles anacronismos, provoca en lector del siglo XXI algunos interrogantes.
¿Qué significa la exaltación del amor humano, del erotismo y de la belleza, en una época tan especial, en la que el mundo conocido está totalmente subordinado al Imperio romano, y en la que el cristianismo comienza a ser un problema de peso en la política imperial? ¿A quién está dirigida la novela, para ser leída o declamada? ¿Acaso a los pocos integrantes ilustrados de los cenáculos
alejandrinos? ¿O por algunas razones su texto pudo adquirir cierta popularidad y servir de base para contar otras historias de amor? ¿Movió a Longo un anhelo de regreso a un lejano pasado cultural, enriquecido por la memoria, que practicaba un fiel culto de la belleza en las artes y en la vida diaria? ¿O estamos frente a una reacción contra el ascetismo y el rechazo de lo carnal por parte de los cristianos?
Una frase del proemio puede sintetizar una posible respuesta a tantos interrogantes: “Pues nadie huyó ni huirá completamente del amor, mientras exista belleza y ojos que vean”.